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Por si las sospechas sobre Rusia no fueran suficientes, por si en el mundo no levantara cejas cualquier cosa que beneficie a este país, por si no bastaran las acusaciones de intromisión cibernética en campañas político electorales en todo el mundo, para Rusia el sorteo de los grupos del Mundial de futbol que hospedará no podría haber ido mejor.
La FIFA, aliada y socia del régimen de Vladimir Putin, se esmeró en que el azar hiciera su magia y bendijera a Rusia con el mejor rol de juegos que podía esperar: abrir en Moscú contra el equipo más débil de los que clasificaron y luego ir a San Petersburgo para enfrentar al segundo más débil. ¡Nostrovia! La nación anfitriona cierra la primera vuelta a orillas del Volga —en la región industrial de automóviles locales— con su partido más vistoso contra Uruguay.
Por si fuera poco, ese azar tan gentil deparó para el estadio de la ciudad de Sochi —emblema del apoyo gubernamental al deporte, donde Putin invirtió miles de millones de dólares desde los Olímpicos de invierno de 2014—, lo más cercano a un Barcelona-Real Madrid que se podía ver en primera ronda mundialista: España contra Portugal el viernes 15 de junio.
En la localidad de Kazán, de mayoría musulmana, los amigos islámicos de Putin van a estar felices con un partido de Francia que cuenta en su alineación con las verdaderas estrellas de la religión de Mahoma y otro de Alemania que además de ser el campeón del mundo carga con otra dosis de estrellas musulmanas del balompié. Posiblemente los llenos más rotundos se den en Kazán.
La otra selección que tiene alto porcentaje de musulmanes es Suiza, que alinea básicamente a kosovares y albaneses. Ellos jugarán en el sur de Rusia, en Rostov. Políticamente, el partido más cargado de animosidad probablemente será Serbia vs. Suiza en Kaliningrado. Las tribunas estarán repletas de polacos, albaneses, serbios y rusos viendo a los serbios enfrentar a los descendientes de kosovares que huyeron en los años noventa por el conflicto separatista que desató una guerra genocida. Al menos seis de los seleccionados de Suiza son kosovares-albaneses nacidos en la entonces Yugoslavia o hijos de kosovares-albaneses que llegaron a Suiza en los noventa (Xhaka, Behrami, Dzemaili, Shaqiri, Mehmedi, Hadergjonaj), a los que se les suman dos de familias de origen bosnio también refugiadas (Seferovic y Gavranovic) y otros dos futbolistas de ancestros croatas (Drmic y Grgic). Partido cargado de geopolítica.
¿Y México? Que aguante. El azar no fue gentil con nosotros. Su benevolencia se vació en el Grupo A. Nos mandó al Grupo de la Muerte. Después de jugar en el estadio Lenin Luzhniki contra Alemania, nos toca subirnos treinta horas al tren para jugar en el sureño Rostov y luego otras treinta hasta los Urales para jugar en la frontera de Europa con Asia en Yekaterimburgo, la ciudad donde el ingeniero Ipatiev construyó su casa sin sospechar que en 1918 sería la última morada de la familia de Nicolás II, el último zar... hasta que Putin decidió recuperar la herencia.
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