No está México ni los mexicanos en la polémica. Tampoco Rusia. Ni Hillary Clinton, Arnold Schwarzenegger o la reportera Megyn Kelly. En esta ocasión Trump se fue en contra de la identidad misma de los estadounidenses, al poner en igual plano moral a los neonazis, Ku Klux Klan, racistas, antisemitas que se manifestaron en Charlottesville, Virginia, con los contra manifestantes que se juntaron en repudio a estos supremacistas.
Sabemos que Trump ha sido muy rápido en atacar, criticar, desdeñar aquello que no le parece. En el caso de los supremacistas, que dejaron a una mujer de 32 años muerta, la condena tardó 48 horas y después se desdijo alegando que había radicales de ambos lados y buenas personas entre los dos grupos.
El resultado ha sido una nueva catástrofe para Donald Trump quien, mediante esta actuación, se ha generado una nueva crisis autoinfligida que lo deja de nueva cuenta aislado con su nivel de aprobación bajando (está en 34%); peleado con los líderes republicanos en el Congreso; con los medios de comunicación (incluyendo a Fox News cuyos conductores —como Shepard Smith— han confesado que no pueden encontrar a un solo republicano para salir a defender a Trump al aire); líderes mundiales, en especial los europeos que vivieron los horrores del nazismo; afroamericanos; líderes militares que expresaron su repudio a Trump; gobernadores (el de Arizona, Greg Stanton, le pidió vía Twitter a Trump que reconsidere postergar el rally que tiene programado para el día 22 en Phoenix) y hasta miembros de su staff en La Casa Blanca que han filtrado a la prensa que no están contentos con las expresiones de su jefe.
No es una lista corta de inconformes. Y, sin embargo, a ella hay que sumar a los más grandes empresarios estadounidenses.
Cuando arrancó su presidencia, Donald Trump se acercó con su amigo Stephen A. Schwarzman, CEO de Blackstone Group que es, nada más y nada menos que uno de los empleadores más grandes del mundo. Le pidió que juntara a los directivos de las empresas estadounidenses más importantes para conformar consejos asesores a la presidencia.
Schwarzman puso manos a la obra. Junto a los directivos de Ford, Johnson & Johnson, PepsiCo, JP Morgan Chase, General Motors, Wal-Mart, Boeing, IBM, GE, BlackRock, Lockheed Martin, Dell, Intel, Walt Disney, Uber, Tesla, U.S Steel, Merck… para conformar dos consejos asesores, uno de estrategia y otro sobre empleos y manufactura.
Ambos funcionaron hasta esta semana. Todo comenzó con la renuncia de Ken Frazier, de la farmacéutica Merck. Y concluyó con la llamada de Schwarzman a la Casa Blanca, el miércoles poco antes de la 1 pm, para decirle a Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, que iba a haber una desbandada, por lo que harían el anuncio de retirarse como grupo de la asesoría al presidente.
¿Qué hizo Trump? Reaccionó escribiendo de inmediato un tuit en el que declaraba que los dos consejos asesores podían darse por terminados.
Nunca antes habían estado tan tensas las relaciones entre los grandes empresarios de EU y la presidencia. Nunca antes le habían dicho que no al presidente de su país. Pero ahora, entre cálculos morales y la imposibilidad de ignorar a sus propios consumidores, le han volteado la espalda.
Así llega Trump a las primeras renegociaciones del Tratado de Libre Comercio, que arrancaron el miércoles en Washington. Débil, golpeado, aislado, con poco apoyo, con peticiones de que renuncie o sea enjuiciado.
El tema es tan serio que, a pregunta al equipo negociador de México en Washington sobre si están considerando que no sea con Trump y su equipo con quien se lleven las renegociaciones hasta el final, la respuesta fue: no hacemos especulaciones, pero nos preparamos para todos los escenarios.
@AnaPOrdorica, www.anapaulaordorica.com