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Ante el desprestigio de la clase política y su derivado, el hartazgo con los partidos y sus integrantes, se han puesto de moda los ciudadanos como impolutos y como la solución a nuestros problemas. Todos los partidos y/o alianzas voltean a ver a la candidatura ciudadana como respuesta para poder ganar en el 2018.
El PRI y sus rémoras voltean a ver a José Antonio Meade o a José Narro como sus alternativas ciudadanas. Meade no está afiliado a ningún partido, es cierto. Pero de que es político, no hay duda. Es además un extraordinario servidor público, con décadas de serlo y sin escándalos de por medio. Ni de corrupción, ni personales, ni partidistas o chapulineos. A pesar de haber trabajado con presidentes del PRI, del PAN.
José Narro sí acredita ser priísta por haber sido titular de lo que hoy conocemos como la Fundación Colosio, antes la Fundación Siglo XXI. Venderlo como ciudadano es intentar hacerlo con calzador. Sería mejor que el PRI lo perfilara como un Bernie Sanders región 4, que, a sus 68 años puede mover los ánimos de jóvenes, como lo hizo el demócrata en la contienda interna del partido en contra de Hillary Clinton. Pero como lo ciudadano está de moda, así quieren que se vea a Narro.
En Morena Andrés Manuel López Obrador se presenta como antisistema y conserva la palabra Movimiento como emblema de que lo suyo es distinto a los desprestigiados partidos y que por eso él no se mancha ni con el pétalo de una P de político.
Irónico por que él ha sido priísta y perredista y es el ejemplo del político que no ha vivido más que del erario. No conocemos cómo le ha hecho para pagar esa vida de giras a diestra y siniestra. Las sumas no dan, como sucede con muchos otros políticos y es razón importante del desprestigio que hoy aclama cambios. Pero AMLO no le encuentra la incoherencia.
Y ahora el Frente Ciudadano por México, que antes se pensó que se llamaría Frente Amplio Opositor, pero, como están de moda los ciudadanos, prefirieron botar eso de Amplio y sumarle la palabra mágica: Ciudadano.
Así, el Frente coquetea con la idea de postular a un ciudadano como candidato, a pesar de la ambición del presidente del PAN, Ricardo Anaya, de ser él quien encabece la candidatura presidencial.
Y en este coqueteo, los ciudadanos, que tienen la oportunidad de mostrar de qué están hechos de verdad, decepcionan. ¿Cómo y por qué? Porque a pesar de que han impulsado un trabajo muy importante metiendo en el centro de la agenda requisitos anticorrupción como el que los servidores públicos presenten su declaración 3 de 3, hoy no dicen nada ante quienes burlan esto que se vendió como bandera fundamental ciudadana.
Ni una sola palabra de repudio de los ciudadanos que se reúnen con Ricardo Anaya y su Frente Ciudadano por México para reprocharle por qué presentó una 3 de 3 incorrecta.
Se entiende que la agenda ciudadana sea más amplia que la Ley 3 de 3, pero valdría la pena cuando menos un extrañamiento.
Apostilla: El problema de la procuración de justicia en México no es solo la falta de autonomía ni el titular de la PGR. Si queremos una Fiscalía Autónoma que funcione, da igual la cabeza si el cuerpo está podrido, como es el caso de la PGR. Para evitar contaminar al nuevo órgano de procuración de justicia, en Chile dejaron morir el sistema inquisitivo poco a poco a la par que nació el acusatorio con la Defensoría Penal Pública. El paralelo sería dejar que la PGR muera poco a poco, concluyendo los casos que ya tiene en marcha sin pasarle ninguno nuevo, y que la procuración de justicia la lleve la Fiscalía a partir de su arranque, todo nuevo. Cabeza y cuerpo. No hay pase automático de nadie para que no se contagie la podredumbre del viejo sistema al nuevo.
@AnaPOrdorica
www.anapaulaordorica.com