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Texto: Iván Cruz y Nadia Holguín
Fotos: Iván Cruz, Andrea Ornelas y Archivo El Universal
Diseño Web:
Miguel Ángel Garnica.
Los agentes federales llegaron al camerino del bajista del grupo Three Souls In My Mind, Roberto “Oso” Milchorena, días antes había tocado junto con su grupo en el Festival Rock y Ruedas de Avándaro 1971, el concierto más grande que México había visto. Al “Oso” lo buscaba el Procurador de Justicia Pedro Figueroa, lo quería en su oficina sin falta al día siguiente:
-Mire que bonito festival, y la música, y no hubo heridos, todo muy bien, pero tenemos un problema, dijo el Procurador. -Nos informan que hubo venta de estupefacientes.
-¡Ah caray!, respondió confundido Milchorena. El Procurador le dice al bajista que lo buscan por llevar costales de marihuana al concierto.
Roberto negó las acusaciones y tras el interrogatorio salió libre. Las semanas siguientes fue llamado a rendir su declaración nuevamente, la procuraduría buscaba a un culpable y el “Oso” era el único señalado.
“A la tercera vez me dije a mí mismo que tarde o temprano aquí me iban a terminar entambando. Hablé con los muchachos de la banda y me fui a Estados Unidos, hasta que dejaron de llamarme” dijo en entrevista para EL UNIVERSAL.
Milchorena dejó su carrera musical y junto a su novia e hijo se fue del país. No volvió a México hasta un año después de que el acoso de las autoridades en su contra terminó, sin embargo la persecución del rock apenas comenzaba, durante el resto de la década de los 70 hasta inicios de los 80 los rockeros cargaban con el estigma de Avándaro.
En el festival tocaron algunas bandas que sonaban fuerte en La hora chicana, un programa de radio que apoyaba a los grupos emergentes en los setentas, estos se consolidaron por ser grupos de clase media que hacían música para los jóvenes. Avándaro los reunió por primera vez en un sólo lugar, al evento asistieron más de 200 mil personas.
La represión empezó a partir de la interrupción de la transmisión en vivo del festival, cuando el vocalista de la banda Peace&Love, lanzó un “que chingue a su madre el que no cante”, acompañado de la canción Tenemos el poder.
La primera consecuencia tras el concierto fue la censura en los medios, la represión del rock se reflejó en el veto de las radiodifusoras a este género, las autoridades clausuraron las tocadas y conciertos en todo el país.
Antes de Avándaro la banda Three Souls In My Mind, de la que surgió El Tri de Alex Lora, ya era una de las más famosas de la época, habían grabado discos, tenían presencia en televisión y radio, salían en giras a nivel nacional y sus integrantes tenían una vida cómoda, pero con la censura se encontraban en constante vigilancia de las autoridades:
El “Oso” Milchorena quien fue acusado de llevar al concierto de Avándaro costales de Marihuana.
“Eran tonteras, veían a alguien con pelo largo y lo revisaban, si no encontraban algo malo lo rapaban. Andaban muy encima de nosotros, no tenían porqué, a cada rato nos agarraban. Lo hacían por fregar y por ganar una lana, había una orden de allá arriba de no dejar que se hicieran las tocadas y lo triste de todo es que te daban el permiso (para tocar) y al llegar estaba lleno de policías”.
Mientras Milchorena trataba de recuperar su vida y continuar su carrera musical, otro de los perseguidos de Ávandaro, Sergio “Queco” Figueroa viajaba a bordo de un camión de redilas con su movimiento “Rock Sobre Ruedas”.
Sergio sostiene su fotografía a 46 años del festival de Avándaro.
Una semana después de tocar en el concierto con el grupo La Tinta Blanca, Queco llegó a su casa en donde sus padres asustados le preguntaron qué había pasado la noche del concierto:
-¿Qué pasó? -Preguntó la mamá de Sergio- escuchamos que hubo muertos y mucha droga
-No, no pasó nada de eso, ¿de qué me están hablando?
-Pues los periódicos, mira.
Desconcertado Sergio leyó: “Vicio y degradación”, decía la revista Mañana ; “¿Amor y paz? ¡El infierno!", del periódico Alarma; y “¡Avándaro!...¡Paz y amor! Mari...Mari...Marihuana”, de EL UNIVERSAL.
Sergio y La Tinta Blanca ya eran parte de la historia del rock nacional, Avándaro significaba su consagración como banda, pero tras los primeros años del concierto todo parecía ir en declive:
“Yo me dejé el pelo largo y me insultaban.Tenía que salir corriendo por la calle porque me querían cortar el pelo, la tira (policía) me agarraba y me decía que sacara la droga, fue una represión terrible…”, comenta Sergio.
Ante esta problemática surgió el ‘Rock Sobre Ruedas’, los rockeros andaban en un camión de redilas para tocar en las calles de la ciudad. Su primera presentación la realizaron en Las Lomas, pronto la cuadra se llenó de espectadores. Con el público también llegó la policía; misma que cerró las calles y rodeó a las bandas apuntando a los músicos con metralletas.
Tinta Blanca en la Plaza de la República tocando sobre el camión de redilas.
Así como La Tinta Blanca y Three Souls In My Mind, muchas bandas de rock luchaban por su derecho a tocar y cada una desde su trinchera buscaba sobrevivir, el apoyo de los fanáticos fue muy importante. Los que asistieron a Avándaro presenciaron un espectáculo que cambió su vida y que incluso los impulsó a unirse al camino del rock, tal es el caso de Fausto Arrellín, quien con tan sólo 18 años asistió como público al concierto de Avándaro.
Fausto decidió iniciar de lleno su trayectoria musical con los grupos “Chacra”, “Coatlicue” y posteriormente “Qual”, sin embargo se encontró con que los lugares donde se solía tocar rock ya no podían contratarlos, por lo que comenzó a presentarse en espacios clandestinos organizados por bandas juveniles.
Los hoyos funky
“Tocabamos en los hoyos funky, que eran cualquier taller mecánico vaciado, cualquier lugar con techo y a veces sin techo ni baño. Una vez yo estuve en un rastro de pollos, todavía con sangre en el piso. El rock se volvió menos sofisticado, pero más resistente”. recuerda Arrellín.
Fausto Arrellín formó parte de la resistencia del rock en los 70.
A pesar de la prohibición de los conciertos y el veto de la radio Fausto no dejó de tocar y se mantuvo firme en su camino, cosa que algunos de sus contemporáneos no lograron: “Unos se fueron del país, otros se contrataron como músicos para Luis Miguel y ese tipo de artistas. Bajó la producción de la música de rock, se hizo más satelital”.
Arrellín cuenta que alrededor de la ciudad surgieron bandas que aguantaron la presión del gobierno, así como movimientos alternativos para músicos atraídos por “El Canto Nuevo”; una tendencia por componer canciones en español con enfoques en la filosofía existencialista, el folklore urbano y el cuestionamiento al sistema capitalista.
“Lo que sucedió fue que mientras no había rock escuchábamos el Canto Nuevo, eso amplió nuestro panorama musical y la manera de componer en nuestro lenguaje”.
A inicios de los 80, Fausto conoció a compositores como Roberto González, Jaime López, Nina Galindo, Rafael Catana, Eblén Macari y Rockdrigo González, juntos crean el Movimiento Rupestre, que entre otras cosas ayudó al regreso de la música de rock a las radiodifusoras, prohibida después del concierto de Avándaro en 1971.
Los Rupestres “fueron el eslabón perdido entre la canción de protesta y el rock urbano”, dijo Jorge Pantoja, creador del tianguis del Chopo. Pero ellos no fueron los únicos que lograron dejar atrás el estigma de Avándaro. Nuevas corrientes musicales aprovecharon el fin de la persecución del rock para darse a conocer y comenzar la etapa de mayor proliferación del Rock Mexicano.
En la foto Rockdrigo, Nina Galindo, Eblén Macari, Rafael Catana, Fausto Arrellín y Roberto Ponce. Tomada del libro El Libro Rupestre.
Esta lucha tuvo sus primeros resultados, la prohibición había germinado un nuevo espectro musical en el Valle de México, en palabras de Fausto así quedó repartido el rock:
“En el oriente, lo que es Neza e Iztapalapa se comenzó a generar lo que se conoce como el Rock Urbano; los que trataban de seguir emulando a los grupos extranjeros se situaron más hacia el norte, por Satélite, que era el nuevo conglomerado donde habían muchos jóvenes con potencial económico, de ahí salen muchos grupos que aparecerán más tarde en los 80 y el rock más intelectual se dio en el sur de la ciudad, por San Ángel, San Jeronimo, más apegados a los estilos europeos “
A pesar de que más de cien mil espectadores se reunieron en Avándaro no hubo muertos.
A pesar de la cercanía de la policía, los rockeros siguieron buscando espacios, con la ayuda de Humberto Ruvalcaba, representante del grupo Tinta Blanca, se creó ‘Tercer Mundo’, un movimiento con el propósito de organizar conciertos en lugares adecuados, además de crear una industria musical para el rock en México y crear fuentes de empleo para los músicos.
La lucha de la generación de Avándaro se vio reflejada en el éxito de grupos posteriores. Bandas como Caifanes, Café Tacuba, La Maldita Vecindad, Botellita de Jerez , El Haragán y Cia nacieron en una época donde ya no eran perseguidos. Incluso Alex Lora dejó Three Souls para formar El Tri, lo que causó el descontento de los integrantes de la banda original porque consideran que su camino fue más cómodo que el de aquellos que resistieron a la represión y por acreditarse por completo las canciones.
La generación perdida
“Las envidias y las avaricias terminan con todo, nosotros seguimos conservando esa misma esencia, lógicamente ese pleito que se tiene con el señor Lora sobre las canciones, sólo él y nosotros sabemos como esta la onda, si a él le hace feliz decir que las canciones son de él está bien, nosotros tocamos ya muy poco y nos estamos preparando para el 50 aniversario” concluyó Milchorena.
“Nosotros macheteamos el camino para que vinieran otros a comerse el pastel, nosotros fuimos quienes nos arriesgamos, empezamos a luchar por el rock, después llegaron de otros países a aprovecharlo, argentinos, chilenos, toda la ola de rock en español, dijeron que lo hicieron ellos y no es así”, dice Sergio Figueroa, integrante de Tinta Blanca.
A 46 años de Avándaro, las experiencias de los personajes que lo vivieron quedaron para la historia, los viajes de Tinta Blanca a bordo de Rock Sobre Ruedas, los jóvenes rapados sin motivo, el veto de la radio, los conciertos en los hoyos, las investigaciones sin resolver, incluso hoy en día el “Oso” Milchorena dice que nunca le permitieron saber quién lo acusó y que en cada visita a la procuraduría la pregunta era la misma ¿De dónde salió tal cantidad de marihuana?, quizá eso nunca se sabrá.
Fuentes:
Entrevista con Sergio “Queco” Figueroa vocalista de Tinta Blanca, Roberto Robles simpatizante de Tercer Mundo, Roberto “El oso” Milchorena bajista de Three Souls on my mind, Fausto Arrellín, guitarrista de “Qual”. Libro: Nosotros de Humberto Rubalcava. Libro: El Libro Rupestre de Jorge Pantoja. Archivo El Universal. Documental: El Rock Mexicano 1957 - 1971 México siglo XXI