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Texto: Lady Janeth Robles Martínez
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
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“El que quiera ver algo nuevo, el que quiera sentir intensas emociones, que en unos casos le harán desternillarse de risa y en otros crispársele los nervios, que no deje de ir hoy al Hipódromo de la Condesa”, de esta forma el periódico EL UNIVERSAL recordaba a sus lectores de 1918 asistir al gran evento de carreras de coches organizado meses antes, por el Gran Diario de México.
“Las carreras de autos han fracasado, que vivan los concursos de choferes”, con este encabezado el periódico hacía un llamado a sus lectores para invitarlos a inscribirse en el primer concurso de choferes hábiles que organizaba.
El principal objetivo que se pretendía alcanzar con este concurso, era estimular a las clases obreras de México, al exaltar la inteligencia y habilidad del chofer, tal como se puede leer a continuación:
“Nuestros lectores saben que las carreras de automóviles, sino han fracasado precisamente, su éxito hasta hoy ha sido muy relativo debido a diversas circunstancias, siendo la más importante que se ha fiado en la bondad de la máquina, más que en la inteligencia del chofer”.
Para motivar la participación de los conductores a la carrera, el periódico pretendía premiar la habilidad de aquel que resultara ganador, independientemente del premio que recibiera, lo más importante era que el concursante ganador tendría el reconocimiento del periódico y de la sociedad como un conductor confiable que manejaría su unidad en las calles de la ciudad, entonces con pocos automóviles.
Es preciso recordar que la introducción del auto a la ciudad fue complicada a falta de un reglamento de tránsito, esto creó temor hacia los autos, por tal motivo el concurso tenía la intención de mejorar la percepción de las personas hacia los conductores y sus automóviles, para así acercarlos al mundo del automovilismo a través de un espectáculo que llenaría de admiración y entusiasmo a sus espectadores.
En la nota publicada el martes 29 de enero de 1918, se puede leer: “por eso EL UNIVERSAL acaba de abrir un concurso de habilidad entre los choferes, y así, el padre que llevando de la mano a su hijo, se ve precisado a atravesar la calle, la empleada garbosa que transita por la avenida rumbo a la oficina: los transeúntes todos, y hasta los pasajeros del vehículo, quienes también peligran, ya sabrán más tarde qué chofer es hábil, experto: qué conductor de automóviles tiene confianza en su máquina y en sí mismo, y la tranquilidad reinará entonces en el ánimo de todos”.
Estas carreras de automóviles en México, organizadas por EL UNIVERSAL, se llevaban a cabo mientras gran parte de los países europeos llegaban al fin de la Primera Guerra Mundial.
El concurso originalmente tenía pensado realizarse en el mes de febrero; sin embargo, se alargó el plazo hasta el mes de abril. Un mes antes de realizarse el concurso, el sábado 9 de marzo de 1918, aparecería publicado en páginas de EL UNIVERSAL el Nuevo Reglamento para el Tráfico en la Ciudad, en el cual se pedía al público, choferes y conductores conocerlo.
Algunos señalamientos que resaltaban en el reglamento eran los siguientes: “Disminuir su velocidad y tocar siempre la bocina, silbato o timbre que todo automóvil, carruaje, carro y otro vehículo cualquiera debe usar antes de cruzar las boca-calles o cruceros”, con este reglamento se buscaba regular la convivencia de los automóviles y los transeúntes, disminuyendo así los riesgos para las personas que habitaban las calles de la Ciudad.
Sólo podían participar en el concurso choferes que tuvieran cuando menos seis meses de estar registrados y autorizados oficialmente para el desempeño de su trabajo; asimismo, tenían que inscribirse en las oficinas del diario, ya ubicadas en la calle de Iturbide 16, expresando por escrito su nombre, domicilio y el tiempo ejercido como chofer.
En un inicio, el periódico planteó una prueba de eliminación, a juicio del jurado, seguida por cuatro pruebas más que tenía que realizar cada automóvil, según la categoría a la que perteneciera.
Pero ante la opinión de choferes expertos, las bases se modificaron. Finalmente, cuando todo fue aprobado para la carrera, terminó siendo diferente a lo originalmente planteado, estableciéndose como base cinco pruebas:
Primera prueba: Carrera de obstáculos.
Segunda prueba: carrera de marcha hacia adelante y hacia atrás.
Tercera prueba: Carrera de pericia, automóviles “Ford”.
Cuarta prueba: Estabilidad en rampa movible.
Quinta prueba: Carrera de estafetas con economía de gasolina. Automóviles “Ford””.
El 18 de abril de 1918 en una junta celebrada en las oficinas de EL UNIVERSAL, con la presencia de la mayor parte de los corredores inscritos hasta el momento, y después de animadas discusiones, se acordó efectuar, fuera del concurso,- además de las cinco pruebas- una carrera libre de 20 vueltas, fijando como cuota de inscripción cien pesos por auto.
En la imagen (a la derecha) se puede ver el programa que corresponde al orden de las pruebas que se llevarían a cabo (en el centro). Se menciona la carrera a 20 vueltas con algunos de los participantes inscritos hasta el momento y (a la izquierda) se puede leer el precio que tendría la entrada de acuerdo al lugar de preferencia.
Los primeros automóviles inscritos al concurso fueron el de la marca “Jordan” y “Moon”, seguido por FORD, MERCER, PACKARD, STUTZ, HUDSON, PATHFINDER, FIAT, HISPANO-SUIZA y otros.
Fotografía del primer concursante del que se tiene registro, publicada el 20 de febrero de 1918 en la parte superior derecha de la página tres del diario y junto con él su fotografía y la de su automóvil. De las casas importadoras de automóviles, la primera inscrita fue la de los señores González Elizondo y compañía, quien competiría con un automóvil Jordan. EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 1918
El segundo concursante participaría con un coche de marca “Moon” importado por los señores Guillermo Verduzco y compañía. EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 1918.
Así era el automóvil de la marca Ford, famoso en 1918. EL UNIVERSAL ILUSTRADO de abril de 1918.
El gran concurso de choferes se anunciaba como un hermoso espectáculo nunca visto en México, que “produciría en el ánimo de los espectadores tan diversas impresiones, que en largo tiempo no se borrarían de su imaginación”.
Dentro de los anuncios se detallaba el lugar y los horarios de inscripción “departamento de concursos: Av, Francisco I. Madero número 60 de 12 a 1 y de 6 a 7 p.m”, y para los indecisos se narraba la alegría y emoción que habían experimentado los participantes al momento de inscribirse en el concurso:
“La demanda de boletos en nuestras oficinas fue ayer extraordinaria y por la calidad de las personas que los acompañaron prevemos que la fiesta de mañana hará recordar a algunos la brillantez de aquellas carreras de caballos en que todos los concursantes se disputaban la primacía del lujo y de la elegancia”.
La élite porfiriana acudía a Peralvillo a las carreras de caballos, pero el camino era sinuoso y largo, por ello decidieron construir un hipódromo en un lugar más cómodo, entonces nació el de la Condesa.
“Las damas más distinguidas de nuestra sociedad por ir a lucir sus alhajas y sus trajes y los caballeros por ir a rendir tributo a la belleza, se han dado cita (…) Y el público en general, admirador de todo lo nuevo, de todo aquello que es sensacional y hermoso, respondió a nuestro esfuerzo, demostrándonos por el número de boletos que ayer dimos, que la concurrencia será extraordinaria”.
En el hipódromo era normal ver a mujeres aristocráticas que presumían vestidos de moda.
Así se anunciaba el concurso dentro del periódico y se invitaba al público a participar.
En la imagen se puede ver la invitación que se hizo a participar en el concurso de choferes. Para llamar la atención, la invitación se ilustra con una de las pruebas que se llevarían a cabo: la rampa movible.
Días previos al evento se daría a conocer el nombre de las personas que conformarían el jurado y, según lo publicado, el premio sería en metálico sin especificar más. Foto de EL UNIVERSAL ILUSTRADO de abril de 1918.
Por fin el evento se llevó a cabo el 21 de abril de 1918, en punto de las 10 de la mañana. Las pruebas se desarrollaron en punto de las 11 horas en medio de un viento que estuvo soplando toda la mañana que no impidió que el público asistiera y, de acuerdo con lo publicado por el periódico, “una multitud de carruajes, autos y curiosos rodeaban la pista”.
Hubo presencia de invitados selectos, tal como lo describe el periódico:
“El señor Gobernador del Distrito, general Alfredo Breceda, así como el inspector de la policía, general Marciano González, las artistas Esperanza Iris, Josefina Peral, el señor Ezequiel Azcárraga de la Cruz roja, el señor J. Borneo encargado de la banda musical que amenizó todo el evento y deportistas que integraron el jurado”.
El lunes 22 de abril de 1918 el periódico anunciaba en primera plana lo acontecido en el concurso con el encabezado: “Ayer se graduaron los choferes más hábiles, con gran éxito se efectuaron en la Condesa las pruebas que organizó EL UNIVERSAL”, en el colash de imágenes se puede apreciar la fotografía de las invitadas especiales Esperanza Iris y Josefina Peral, así como los rostros de los ganadores de algunas pruebas.
El jurado calificador integrado por “Andrés Fonseca, Eladio Campero, Juan Borneo, Manuel C. González y en representación de EL UNIVERSAL Gustavo Alañá”, fueron los encargados de premiar a los concursantes en cada prueba.
Se invirtió el orden del programa, algunas de las pruebas cambiaron de orden. La primera prueba a la que se enfrentaron los concursantes fue la carrera de pericia para la compostura de coches, en donde sólo participaron concursantes que tuvieran un auto marca Ford, en esta prueba los choferes demostrarían sus conocimientos no sólo en el manejo, sino también en la habilidad de reparar cualquier falla que presentara el auto, en el menor tiempo posible y bajo la supervisión de un jurado.
“En esta prueba resultó acreedor al premio de cien pesos ofrecidos por los organizadores, el señor Alfonso M. Gutiérrez, quien fue el primero en componer su máquina, no obstante que ignoraba en un principio el sitio donde radicaba la imperfección de su motor. El segundo lugar correspondió al señor Ramón Arauz”.
La segunda prueba fue de obstáculos colocados a lo largo de la pista, el camino que tenían que recorrer los concursantes era angosto y presentaba curvas pronunciadas, “muñecos simulando cuerpos humanos a la salida y entrada a la veredas”, hacían más emocionante la prueba que obligaba así a los choferes a demostrar maniobras más difíciles.
“Logró salir avante en esa difícil prueba el señor Alfonso M. Gutiérrez, que había triunfado en la primera, siguiéndole por orden el señor Alfredo Ríos, quien tripulaba el coche número 5.”
La tercera prueba consistía en ascender por una plataforma oscilante de madera, los concursantes se esforzaban por permanecer en equilibrio el mayor tiempo posible. El vencedor fue el “señor M. Morales Hesse quien se mantuvo por un espacio de 17 segundos en lo alto del bimbalete, haciéndose acreedor del premio ofrecido.”
La cuarta prueba fue la carrera de marcha hacia adelante y hacia atrás, en ella los corredores tenían que partir de tres en tres “de un punto determinado, tenían que volver hacia la línea de partida en marcha de retroceso, venció el señor Manuel Gonzáles”, con un tiempo de 1.55 segundos.
La quinta y última prueba consistía en que los corredores, partiendo cada quince segundos de la meta con litro y medio de gasolina, debían de recoger “tarjetas con el mismo número de su brazal, de manos de una de las madrinas”: Esperanza Iris, quien fue la encargada de entregar las tarjetas a los jugadores.
El ganador fue el señor Ramón Aráoz, quien en un encuentro cerrado consiguió llegar a la meta antes que los concursantes 7 y 8, llevándose así el triunfo.
Los vencedores que participaron en el concurso y que resultaron ganadores de las pruebas, quedaron satisfechos y agradecidos por el concurso pues dijeron que haber conseguido el triunfo era siempre halagüeño a la vanidad y también porque con este concurso, habían logrado obtener un diploma que los acreditaba como mecánicos y “choferes habilidosos, con lo que decían tenían asegurada su vida”, pues algunas grandes casas comerciales ya habían solicitado los servicios de aquellos que triunfaran.
Una vez concluido el concurso, la carrera que originalmente estaba planeada a 20 vueltas se redujo a 5, debido a la poca seriedad de algunos conductores que no se presentaron con sus coches. En ella participaron los señores Arnulfo Viveros con un auto “Packard”, Arturo Monroy con un auto “Cadillac” y Carlos León con un auto “Ford”. “La carrera fue a cinco vueltas, ganando el premio Arnulfo Viveros, chofer del señor Subsecretario de Hacienda”.
En la imagen se puede apreciar una carrera de autos en el Hipódromo de la Condesa a mediados de 1912. La vista es desde la tribuna hacia el oriente; el trazo de la pista hoy corresponde a la avenida Ámsterdam, al fondo se ven algunas casas sobre Insurgentes, y en el ángulo superior izquierdo la actual Álvaro Obregón, antes llamada Jalisco, donde se asoma la residencia de Adamo Boari, parte de lo que ahora es el parque Juan Rulfo.
Los pilotos fueron aplaudidos por el numeroso público que abarrotaba las tribunas y acompañaban con un sin fin de hurras que podían escucharse tanto dentro del Hipódromo como fuera de él, anunciando así el fin de la carrera a los que no lograron ingresar al evento. Así se daba fin al primer concurso de choferes hábiles y carrera a gran velocidad de la que se tiene registro en EL UNIVERSAL.
Debido a que en la actualidad ya no queda rastro físico de este circuito de carreras en la colonia Hipódromo Condesa, más que algunas calles que aún conservan la forma de aquel circuito, nuestras fotos comparativas son un retrato de la fuente Art Déco de la Plaza Popocatépetl, en esta colonia, construida por José Gómez Echavarría en 1927 y que se conserva hasta la fecha.
Fotos: Fototeca EL UNIVERSAL, EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1918, y periódico EL UNIVERSAL enero, febrero, marzo, abril.
Fuente: Periódico EL UNIVERSAL enero, febrero, marzo y abril de 1918 y la revista EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1918.