El hecho de que las tasas de interés en México sean de las más altas de América Latina trae como consecuencia el encarecimiento de las diferentes formas de crédito en el país, limitando el consumo y la inversión productiva.
El pasado 14 de diciembre, el Banco de México decidió incrementar 25 puntos base la tasa de interés referencial para ubicarla en 7.25%, el nivel más alto desde marzo de 2009. Dicha tasa influye en el precio que pagan los bancos por prestarse dinero, de modo que el incremento se traslada a tasas de interés más altas en créditos para el consumidor y las empresas.
Por ejemplo, el financiamiento al consumo vía las tarjetas de crédito tenderá aumentar por lo que los tarjetahabientes deberán ser más cuidadosos en el uso de sus plásticos a la hora de tomar sus decisiones de compra.
Otros créditos que tenderán a encarecerse son el automotriz y los destinados para la adquisición de vivienda. Excepto en los casos cuando la adquisición se haya hecho a tasa fija, sin embargo, todos los nuevos créditos en estos sectores también tenderán a aumentar.
Los créditos destinados a las empresas o a las personas físicas cuyo préstamo tiene un objetivo empresarial también se verán afectadas por el alza en la tasa de referencia del Banco de México.
Finalmente, el costo de la deuda interna del gobierno federal también tenderá a aumentar, en la medida que el fondeo que realiza a través de diferentes instrumentos, como los Cetes, será más oneroso.
Si bien, el aumento quita presión al tipo de cambio, también es verdad que reduce el incentivo al consumo y la inversión por lo que también se convierte en una limitación para alcanzar un mayor crecimiento económico.