Más Información
De colores y distintos tamaños, Comisión del INE aprueba boletas para elección judicial; falta voto del Consejo General
En plena Navidad, asesinan a Francisco Bañuelos, subsecretario de ganadería en Zacatecas; Fiscalía investiga los hechos
Vía Facebook citan a familia para venderles un auto en oferta; banda roba y dispara a matar al padre
Llega Navidad para choferes y repartidores; publican en el DOF decreto para derecho a seguro médico, indemnización y utilidades
Esto es lo que sabemos sobre la huelga de trabajadores de Starbucks en EU; estas son las condiciones por las que luchan
tania.casasola@eluniversal.com.mx
Llegar a las cimas más altas de los siete continentes, alcanzar el Polo Norte y el Polo Sur (reto conocido como Explorers Grand Slam ), sentir la adrenalina correr por el cuerpo y demostrar que los límites no existen, es lo que busca Francesca Cesario Guzmán, una mexicana apasionada por el montañismo.
Para los alpinistas, la actitud determina la altitud y esa es una de las principales lecciones que ha aprendido Francesca, quien a sus 29 años ya conquistó la montaña más alta del continente americano : El Aconcagua, en Argentina, lugar donde inició su proyecto Explorers Grand Slam.
Esta joven, que radica en Monterrey, planea conquistar su segunda cima: el Denali, ubicado en la Cordillera de Alaska, en junio de 2018.
En el 2015 tuvo su primera experiencia de alta montaña en el Iztaccíhuatl. Y fue ahí, a 5 mil metros de altura sobre el nivel del mar, cuando supo que quería entrenarse como una atleta de alto rendimiento y practicar esta disciplina de manera profesional.
Cada vez que llega a lo más alto de una montaña Francesca pone la bandera de México en la cima con mucho orgullo.
Primero, porque es su país y, segundo, porque hay pocas mujeres mexicanas que se desarrollan en el alpinismo como atletas profesionales, cuenta.
“La montaña me ha enseñado mucho, primero a soñar, a creer que no hay imposibles, a esforzarme, a luchar por lo que quiero y no darme por vencida”, destaca.
Karla Wheelock fue la primera latinoamericana en lograr la hazaña de alcanzar las siete cimas más altas del mundo, en 2005, sin embargo, ninguna persona de nacionalidad mexicana ha logrado el reto del Explorers Grand Slam , que a las siete cimas suma el Polo Norte y el Polo Sur.
Como parte de su entrenamiento para subir la montaña más alta del mundo, el Everest, Francesca busca subir Manaslu, la octava montaña más alta del mundo, ubicada en Nepal. Esta escalada la quiere intentar sin la ayuda de oxigeno suplementario. Para lograr este reto, busca patrocinadores que la apoyen.
Apenas en julio subió el imponente Nevado Alpamayo, en la Cordillera Blanca, en Perú, la cadena montañosa tropical nevada más extensa con 722 glaciares. Ahí realizó una serie de ascensos que le permitió entrenar escalando en roca, hielo y practicar diferentes técnicas de travesía en glaciar.
Uno de los motivos por los que Francesca escala es para apoyar a una institución dedicada a la salud mental llamada Común Ati. Cada que llega a una cima durante sus prácticas lleva la bandera de la institución; su objetivo es apoyar a concientizar sobre la importancia de la salud mental.
Y es que cualquier persona puede padecer de una enfermedad mental en cualquier momento. Eso le ocurrió a un familiar cercano a ella, quien hasta el momento aún no está 100% diagnosticado debido a la falta de apoyo del gobierno y poca información sobre este tipo de padecimientos. Francesca ha sido el apoyo directo para tratar de encontrar la ayuda necesaria, por eso, asegura, se ha sensibilizado sobre el tema.
Vive de lo que le apasiona
Francesca es una escaladora independiente, no tiene un entrenador, aunque le encantaría tener uno. Su principal obstáculo ha sido el recurso económico para poder realizar sus expediciones y contar con el equipo necesario, sin embargo, esto no ha frenado sus sueños. Un día pensó: a quién no le gustaría vivir de lo que le apasiona.
Supo que la única manera de entrenar era llevar gente a la montaña, así que se certificó como guía de aventura en especialidades como cañonismo, que le han permitido trabajar en cañones como Matacanes, y muchos otros que se ubican en la Sierra de Santiago, Nuevo León. Decidió emprender y actualmente tiene una empresa de guía de turismo llamada Aventuras Remotas, que lleva dos años en operación.
Otra de sus metas es certificarse como guía UIAGM (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Montaña, por sus siglas en francés), lo que le permitirá guiar en varias montañas del mundo, reto que ninguna mujer mexicana ha logrado. La ecuatoriana Juliana García es la única mujer en Latinoamérica que tiene esta certificación.
La certificación UIAGM no sólo le permitirá concluir su reto de manera segura e independiente, sino también podrá ayudar a otras personas a alcanzar sus sueños.
Antes pensaba en dejar el país y buscar otras oportunidades, ahora ya no. Asegura que es mejor quedarse y aportarle algo a México.
“Creo que si escalo representando al país, puedo ser referencia como atleta mexicana, para que los ojos del mundo volteen a México y den pauta para que sucedan muchas otras cosas en beneficio de los que tienen menos oportunidades”.
El papá de Francesca es canadiense, así que ella también tiene esa ciudadanía. “Yo sé que podría conseguir con mayor facilidad el apoyo en Canadá, no lo he hecho porque yo nací en México y quiero escalar y poner el nombre de mi país en alto”, dice.
En el “techo de América”
Escalar el Nevado Alpamayo y el Aconcagua han sido de sus retos más grandes
. Para llegar al “techo de América” se preparó tan sólo en dos meses. Nueve días fueron suficientes para llegar a la cima. Y sí, tuvo miedo. Subió con una joven iraní, y esos días el clima no les favorecía mucho, había tormenta, viento muy fuerte, estaba nevando y el frío era extremo.
Pensaron que no lo lograrían. Le hablaron a la montaña para pedirle una tregua de buen tiempo y se las dio. Las expediciones tardan entre 19 y 21 días, ellas lo lograron en 9 días, recuerda entusiasmada.
La experiencia valió la pena, caminó entre colinas, ríos, valles y paisajes sorprendentes. Su cuerpo se adaptó bien a la altura. Luego de 11 horas de ascenso en su último día, el 29 de diciembre del 2016 llegó al techo de América. Ese día celebró con vino y pizza.
“Algo que aprendí durante el proceso fue darme cuenta que lograr las metas no es una tarea fácil. Entendí que l a mente es nuestro peor enemigo y nuestro mejor aliado y que hay que pensar positivo. La clave está en apasionarse por lo que uno hace”, aconseja.
Su sueño
Francesca sueña con representar al país de manera internacional y llevar en alto la bandera mexicana al conquistar las siete cimas más altas de cada continente, así como alcanzar el polo norte y sur, por lo que pide apoyo para conseguir patrocinios para sus expediciones, capacitación y equipo.
En el país, cuenta en entrevista, no existe una federación de montañismo que regule la actividad y brinde apoyo como atleta . “A los deportistas nos cuesta muchísimo acceder a los apoyos económicos porque hay mucha burocracia. Yo vengo de una familia humilde y me ha costado mucho”.
Sabe que su familia está orgullosa de ella, aunque le expresan el pavor que sienten cada vez que se va a la montaña.
Una de sus razones para escalar es motivar a otras mujeres a practicar y destacarse en deporte de montaña y desafiar estereotipos de género que se atribuyen a las mujeres en deportes de aventura.
“Este tipo de deportes es practicado principalmente por hombres, pero las mujeres también podemos llegar muy alto”, indica.
Desde que se propuso realizar su proyecto, ella ha sacrificado varias cosas, hay temporadas que se tiene que alejar de su familia. Cambia las fiestas por los entrenamientos y su vida escolar la ha tenido que adaptar con clases a distancia y permisos especiales. Ella estudia Ingeniería en producción musical.
Actualmente entrena en México, EU y recientemente en Perú. Cada que llega a una cima siente algo mágico, como si el universo se encogiera, se siente pequeña, pero a la vez grande.
“Quiero ir más allá de lo que otros han ido, atreverme a soñar y cumplir estos sueños para poder inspirar a otros jóvenes y demostrarles que en la vida siempre habrán obstáculos, y que todo lo que vale la pena no llega fácil, sino a través de una lucha constante y creyendo en nuestras capacidades”, comenta.
Además del Polo Norte y el Polo Sur estas son las 7 cimas que Francesca quiere conquistar:
1. El Everest,
en Los Himalayas, Asia . Es la montaña más alta del mundo. Alcanza los 8,848 metros sobre el nivel del mar.
2. El Aconcagua
, ubicada en la esquina de Chile y Argentina en América del Sur. Alcanza los 6,964 metros de altura. Fue su primera conquista.
3. El Makenli
, ahora llamada Denali, en Alaska. Es la montaña más alta de América del Norte. Mide 6,195 metros.
4. El Kilimanjaro,
en África. Alcanza los 5, 895 metros sobre el nivel del mar.
5. El monte Elbrús
, en Rusia, es la cima más alta del continente europeo. Llega a los 5,645 metros.
6. Macizo Vinson
es la montaña más alta del continente Antártico. Alcanza los 4,892 metros, y aunque no es tan alta, representa un nivel técnico muy difícil de escalar.
7. El monte Jaya
también conocido como monte Carstensz es el pico más alto de Oceanía con 4,884 metros sobre el nivel del mar.