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cartera@eluniversal.com.mx
Dicen que el francés es el idioma del amor y en una batalla puede ser el tono de la conciliación, pero la mañana del miércoles 16 de agosto no fue suficiente. El duro lenguaje estadounidense quiso imponer el America first (“América primero”) una vez más.
La tensión de la primera ronda de renegociaciones del TLCAN duró poco menos de media hora, tiempo en que contrastaron los mensajes conciliadores e integradores de las representaciones mexicana y canadiense con el rudo discurso estadounidense.
No estaba Donald Trump, pero su figura relucía en la voz de Robert Lighthizer, que llegó con la convicción de no cambiar la retórica del magnate.
Cerca de las 09:30 horas ingresaron al salón los tres representantes de los gobiernos de Canadá, México y Estados Unidos, junto con el equipo negociador de cada una de las partes.
Freeland, quien durante sus más de siete minutos de discurso habló de manera clara y pausada en inglés, español y francés, como tratando de mandar una señal de integración, aseguró que ellos no miden el éxito comercial con base en un déficit.
Y enlistó que los objetivos de Canadá en la renegociación son: creación de empleos, crecimiento económico, modernización del TLCAN, incluir temas laborales y medio ambientales, entre otros 16 puntos.
El segundo turno correspondió a Guajardo, quien en breve discurso, en el que no confrontó ninguno de los argumentos que en días pasados dio a conocer el gobierno de EU, dijo que México tiene interés en modernizar el tratado y se comprometió a tener un papel proactivo y constructivo en esta primera ronda de negociaciones.
Pero las caras de los funcionarios mexicanos y canadienses, así como de los asistentes cambiaron cuando el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer dijo que el TLCAN falló para muchos estadounidenses y comenzó a dar la lista de quejas contra México.
Por ejemplo, dijo que se requiere un balance en el comercio con México porque actualmente las importaciones de productos mexicanos son mayores a las exportaciones estadounidenses al mercado mexicano e incluso comentó que en los últimos 10 años el déficit acumuló los 365 millones de dólares.
El discurso no bajó de tono, reiteró que el tratado tiene fallas y que requiere cambios sustanciales y no pequeñas modificaciones como en el caso de solución de controversias o reglas de origen.