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La imposición de un nuevo arancel de 25% a las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos , anunciada hoy por el presidente Donald Trump para proteger su industria local, amenaza con desatar una guerra comercial con China y la Unión Europea que tendría resultados desastrosos para todos.
La medida de EU
, que ya se temía en los últimos meses, trasciende el plano económico -con todas las señales negativas que representa para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ( TLCAN )- y se inscribe en el ámbito geopolítico , pues como señaló el diario especializado alemán Handelsblatt, los historiadores a menudo han comparado el periodo previo a la Primera Guerra Mundial con los tropiezos de los sonámbulos.
“Esto no es diferente a las guerras comerciales. El rearme verbal que tiene lugar entre Washington, la UE y China también corre el riesgo de escalar hasta una guerra comercial abierta los conflictos sobre las exportaciones baratas de acero y aluminio”, afirmó.
A su vez, Frankfurter Allgemeine Zeitung reportó esta semana que Bruselas preparaba una respuesta inmediata a cualquier medida estadounidense en el sector, posiblemente en contra de los productos agrícolas y las motocicletas Harley-Davidson que importa. Funcionarios europeos declinaron comentar el informe, pero la vocera de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, advirtió que la UE estaría “profundamente preocupada” por cualquier acción contra las empresas del bloque.
“Adoptaríamos las acciones apropiadas para defender a la industria europea y estamos listos para reaccionar en caso de que nuestras exportaciones sean afectadas por cualquier medida restrictiva de EU”, indicó a reporteros.
A fines de enero, Estados Unidos ya había impuesto aranceles a las importaciones de paneles solares y lavadoras procedentes de China y Corea del Sur. Al comenzar febrero, Wilbur Ross, secretario de Comercio, recomendó restringir las importaciones de acero y aluminio, como resultado de una investigación efectuada bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que avala limitar las importaciones con el argumento de la “seguridad nacional”, una medida que frecuentemente es descrita como la “opción nuclear” en las relaciones comerciales.
Precedentes
En el pasado, otros presidentes estadounidenses, como Johnson, Nixon y Reagan también utilizaron cuotas -la cantidad de acero que puede importarse por un plazo determinado- para fortalecer a su industria. Incluso Barack Obama aplicó aranceles o tarifas elevadas a varios tipos de acero empleados por el sector automotriz, a fin de frenar las importaciones de China.
En el caso del aluminio, cabe resaltar que el porcentaje de la hoja de ese metal consumido en EU de producción local cayó de 84% a 69% en 2016, mientras que China pasó de tener una presencia nula en el mercado estadounidense hasta 22% en el mismo año.
Sin embargo, tal como en un año la administración Bush se vio obligada a recular después de que impuso sus propias tarifas a las compras de acero que iban de 8% a 30%, debido a la dura reacción internacional y las consecuencias negativas para EU, diversos estudios sostienen que uno de los primeros efectos de la acción tomada por la Casa Blanca hoy incrementará los precios del acero y del aluminio en ese país, con un efecto en cadena en otras áreas que utilizan ambas materias primas.
Por ejemplo, expuso Business Insider, la industria cervecera advirtió que un aumento de 10% en el aluminio costaría a los productores 256.3 millones de dólares y llevaría a una posible alza del precio para los consumidores.
Agregó que también saldría afectado el mercado laboral interno, ya que la pérdida de empleos por las medidas proteccionistas de la administración Bush en este rubro se calculan en cerca de 200 mil puestos.