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The Man Who Sold the World... o más bien, el hombre que además vendió sus propios bonos financieros en el mercado bursátil.
Extravagante tanto en el rock como en las finanzas, el camaleón no sólo tuvo la visión de voltear a Alemania para enriquecer su sonido o bien lanzar al estrellato a un personaje como Ziggy Stardust. Propuso también un instrumento bursátil basado -nada más y nada menos- que en sus propias piezas musicales.
Fue en 1997 cuando al recién fallecido David Bowie se le ocurrió invertir los derechos de autor de todo su catálogo discográfico de 1969-1990 en un curioso instrumento de deuda: un bono a diez años mejor conocido como el Bowie Bond.
La idea era ofrecer a los inversionistas las ganancias futuras de rolas tan clásicas como Space Oddity, Heroes o Let's Dance, ofreciendo como garantía los derechos de autor de tales obras que en dos décadas siempre permanecieron en su poder.
Tal osadía le permitió recaudar la nada despreciable cantidad de 55 millones de dólares, por lo que incluso la idea fue replicada por otras leyendas del rock como James Brown, Rod Steward y hasta los mismísimos metaleros Iron Maiden.
Porque en la industria del disco -casi siempre ingrata con sus propios artistas- son las bandas las que terminan defendiendo su derecho a vivir de lo que les gusta.
Bien lo dice David Byrne en su libro Cómo funciona la música: “Soñamos con que no sólo tendremos ese diálogo con nuestros colegas (músicos) y público, sino que además podemos llegar a ser remunerados por nuestro esfuerzo de creación".
* Ver post: Lecciones financieras de una leyenda punk
El ex líder de Talking Heads (quien presentara a Bowie en el Salón de la Fama en 1996) agrega: “No quiero que mis decisiones creativas se guíen por ganancias o el marketing, pero tampoco quiero ser dichosamente ignorante de presupuestos y negocios".
Tal como sucedió con sus inesperados giros musicales a lo largo de su carrera (soul, new wave, rock industrial, drum and bass) el tiempo le dio la razón a Bowie, ya que sus bonos abrieron la brecha para posteriores instrumentos similares, permitiendo a los artistas obtener recursos sin depender de pagos que tardaban años en llegar.
Aunque esa mayor independencia en favor de la creación finalmente se convirtió en una factura que sí pagaron los tenedores del bono, afectados por la crisis de la música grabada ante la nueva era digital del MP3.
Las agencias calificadoras de riesgo reportaron menores ingresos de los álbumes del camaleón y tuvieron entonces que rebajar la nota del famoso Bono Bowie.
Tal como hizo el genio este 10 de enero a sus 69 años, sus bonos se apagaron... o bien, se fueron tal vez a otro planeta, justo al que pertenecía Ziggy Stardust y sus Arañas de Marte.
cerovaro.finanzas@gmail.com