Una cosa es lo que sucede, otra la que de manera personal se percibe y una más la que se interpreta. Es el mundo de las percepciones y las interpretaciones, pero ¿qué es lo que realmente sucede? Muchos eventos que vivimos en el día a día se repiten constantemente, a veces serán similares en escenarios, en personas y hasta las mismas situaciones, lo que siempre va a cambiar es nuestro estado de ánimo y la manera en que las percibimos. El mismo evento puede verse catastrófico un día y como cualquier día otro. 

La reflexión va en función a cómo aprender a evitar la angustia que nosotros nos generamos cuando algo sucede, decimos o hacemos y estamos esperando la reacción de los otros. Esa ansiedad generada por la expectativa que en realidad queda fuera de nuestro control pero que de cualquier forma pretendemos controlar, de ahí el origen de la ansiedad. No se puede saber en qué estado de ánimo estarán las demás personas y mucho menos cómo reaccionarán, lo que sí podemos hacer es trabajar para no engancharnos en un supuesto. Asumir que el otro dirá o hará tal cosa y nosotros vivir dependiendo de eso puede causar un estrés innecesario y a tomar decisiones poco asertivas. Un buena manera de no asumir cosas de los demás, es entender que nada es personal, si se puede lograr librarse del egocentrismo que nos lleva a pensar que las personas reaccionarán en nuestra contra y no a partir de su propia percepción o experiencia, entonces tendremos una existencia menos atormentada y quizá algo feliz. 

En los casos en los que hayamos cometido un error o afectado directamente a otra persona quizá la reacción no sea mala o de contrataque pero eso no exime de responsabilidad para corregirlo y no volver a hacerlo. Una cosa es que no se tome de manera personal las reacciones ajenas y otra muy distinta que no aceptemos nuestros errores o peor que no nos hagamos responsables de ellos. Yo diría que si ofendimos con intención es mejor tratar de corregir antes de recibir la reacción contraria. Asumir y corregir independientemente de las percepciones. 

Y como no siempre percibimos igual la misma situación, también debemos poner atención en las reacciones que tenemos ante los eventos. No sólo es no tomarse personal las reacciones ajenas, también debemos atender nuestras reacciones y precisamente no exagerar sobre algo que cuando en el pasado sucedió algo similar nuestra reacción fue de manera calmada. Es decir que no siempre lo que es, es lo que tenemos delante de los ojos sino lo que tenemos en la cabeza. 

Twitter @reginakuri

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