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El caso de la periodista Andrea Noel no ha dejado de sorprenderme. Para quien no sepa, la semana pasada, justo en el Día Internacional de la Mujer, fue acosada por un hombre cuando caminaba sola por las calles de la Condesa. El tipo se le acercó por atrás, le subió la falda, le bajó los calzones y se fue corriendo. El acto quedó capturado por las cámaras de seguridad de algunos de los locales de la zona. Ella, además de interponer una denuncia ante las autoridades por este hecho, utilizó los videos —que ella misma se encargó de conseguir— para hacer una denuncia social. Desde entonces, los actos de violencia que se han cometido en su contra no han cesado.
Están, por supuesto, las amenazas de violación y de muerte que le han llegado por redes sociales. No han cesado. Están los artículos en sitios como La Silla Rota y SPDnoticias.com que dudan de la veracidad de los videos además, obviamente, de la integridad de Noel. De acuerdo a una de las últimas entrevistas que dio, ya le tocó estar desayunando y que alguien publicara su ubicación. Y ya la fueron a amenazar a su casa (porque no sé cómo llamar a lo que hicieron más que como una amenaza). Todo por osar denunciar el acoso que vivió.
Catalina Ruiz-Navarro ya lo cuestionó: ¿cuál es el mensaje que se está enviando a quienes viven sucesos similares? Que es mejor callar. Que es mejor callar porque no hay cómo denunciar violencia de género sin que todo resulte cuestionado. Todo. No he dejado de pensarlo: parece imposible hacer una denuncia y no salir perdiendo.
¿Se tiene evidencia visual del acoso? ¿Finalmente se cuenta con evidencia «objetiva» sobre un suceso? Pues hay quien afirma que tiene que ser falsa, porque ¡cómo es posible que una mujer sea acosada, en el Día Internacional de la Mujer, en pleno día y que haya sido capturado por unas cámaras! Además: ¿que se trate de una mujer que es feminista y periodista? ¿Que se trate de una mujer que ya ha denunciado otros episodios de acoso en distintos medios? ¿Que una mujer sea acosada más de dos veces en su vida? No he dejado de pensar en el caso del jugador de futbol americano, Ray Rice, específicamente en el video en el que aparece golpeando a su prometida, en un elevador. ¿Tiene que llegar la violencia a ese grado para que se crea que es real? Ya olvídense injusta. Real.
Y luego, claro, están las personas que dudan de la veracidad de los hechos por cómo Noel los narra. ¿Qué clase de mujer sufre un episodio de violencia y quiere escribir al respecto? ¿Quiere denunciarlo? Una mujer que, evidentemente, no puede estar sufriendo, porque aparentemente es incompatible sufrir y ser crítica. Y si no está sufriendo, el episodio o no pasó o no es tan grave como se afirma. Lo que me parece preocupante es cómo esta lógica ha sido incorporada por las autoridades. A Noel le quisieron hacer un examen psicológico a la hora de denunciar para comprobar, según entiendo, el «daño psicológico» que había sufrido. El año pasado, Alín Osuna escribió sobre su experiencia denunciando un acoso y relató algo similar: además de tener que esperar horas para ser atendida, la sometieron a un largo examen psicológico solo para concluir que no había delito porque no «estaba afectada mental, ni emocionalmente». Una mujer tiene que estar destrozada para que se le crea que lo que le pasó, pasó y que fue grave. Una mujer tiene que ajustarse a una noción específica de «víctima» o no sufrió una injusticia. Si no llora, no pasó. Si no está deshecha, no pasó. Si no se quiebra, no pasó.
Pero, claro: el problema es que si sí se quiebra, si no se presenta tan segura de sí, también se le cuestiona. He leído casos en los que los testimonios de las víctimas son descalificados porque «cambian los detalles», porque no tienen una versión «coherente» de los hechos. La misma Suprema Corte mexicana tiene un precedente —que ya revirtió, menos mal— en el que exigía que las víctimas de violencia intrafamiliar narraran cada uno de los episodios de violencia, incluida la hora y el minuto exacto en el que ocurrieron. Esto a pesar de que estudio tras estudio tras estudio mostraba cómo la violencia intrafamiliar no se registra así por todas las víctimas. Y, vuelvo a lo mismo: el punto es que siempre pierden quienes denuncian.
Se les exige objetividad, pero no tanta porque entonces es sospechoso. Se les exige fortaleza, pero no tanta porque entonces no son víctimas. Se les exige denunciar, pero de la manera más discreta posible. Porque de lo contrario, solo querían atención. Y ¿eso? Eso no es propio de una víctima.
Una víctima sufre o no es.
Una víctima calla o no es.
Una víctima duda y no es.
Una víctima nunca es.