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Hace unas semanas publiqué un texto en el que hacía referencia a un tumblr que se dedica a compilar eventos (académicos, políticos, etc.) en los que los paneles están presididos exclusivamente por hombres (allmalepanels.tumblr.com). Justo esta semana se creó su versión mexicana, que, además de compilar los eventos en un blog, se dedica a enviar tuits haciéndoles saber a personas u organizaciones que han creado un #ClubdeTobi.
Antonio Martínez, uno de los fundadores de Horizontal, una plataforma de discusión política (entre otras cosas) y miembro de Democracia Deliberada, un grupo político que forma parte del PRD, ha publicado un texto en el que reflexiona sobre ello. En su artículo señala que la pregunta por la inclusión de las mujeres en estos espacios le ha preocupado desde sus inicios. A pesar de ello, se le ha señalado constantemente que no hay suficientes mujeres en estas plataformas.
Agradezco su artículo porque permite continuar con una conversación fundamental: ¿de qué depende que hayan más o menos mujeres en espacios de diálogo público (o en ciertos trabajos o en los hogares o...)? Agradezco que sea él porque precisamente creo que representa lo que es el reto contemporáneo: la discriminación sistémica, más que personal e intencional.
Creo que estamos acostumbrados a pensar en la discriminación como algo que alguien le hace a una persona por algún motivo específico. Un patrón le niega un trabajo a una mujer porque considera que la mujer, por ser mujer, no es apta para ese trabajo. Un restaurante le niega el servicio a una persona por considerar que, por su orientación sexual, no merece o no debe estar ahí. Desde esta perspectiva, si no hay mujeres en ciertos espacios, la razón sería por una discriminación intencional por parte de quienes lo custodian: editores, patrones, directores, organizadores que creen que las mujeres simplemente no tienen lo que se necesita para estar ahí.
Sin embargo, la exclusión de las mujeres de ciertos espacios no sólo tiene que ver con actos intencionales de quienes custodian la entrada y la salida de ellos. Cada día más veremos que hay espacios habitados por personas comprometidas con la igualdad que evitan, a toda costa, discriminar. Este, no lo dudo, bien puede ser el caso deHorizontal (como lo puede ser el de muchos otros espacios similares). Es una idea que escucho cada vez con más frecuencia: «No es que no quiera incluir a las mujeres, es que no me llegan...».
Ante este panorama, hay quienes están sugiriendo una nueva explicación para esta «ausencia»: a las mujeressimplemente no les interesa. No les interesa publicar, no les interesa participar en diálogos públicos, no les interesa ser parte de la política, no les interesan ciertos trabajos, no les interesa... Eligen no estar ahí. Si bien este no es el espacio para ahondar a profundidad en los problemas que tiene esta explicación, sí quiero dejar en claro que la cosa tampoco es tan sencilla.
Una multiplicidad de estudios apuntan a que si las mujeres no están en ciertos espacios, no es porque «no quieren», pero tampoco es porque «alguien intencional y maliciosamente las excluye». La exclusión se debe a la interacción de una multiplicidad de factores, que van desde cómo son las reglas de las instituciones (políticas, empresariales, etc.), hasta cómo están los arreglos familiares. La desigualdad social no es producto de la naturaleza, sino que ha sido construida y reconstruida por la interacción de sistemas económicos, familiares, laborales, jurídicos, políticos, migratorios, etc. Desarmar la desigualdad, por lo tanto, no dependerá de las acciones de unas cuantas personas bienintencionadas o de que se desmonten algunos sistemas específicos. Por más que la familia se declare un espacio igualitario, si el sistema laboral no lo es, la familia no lo será. Y viceversa.
Ahora: entender a la discriminación como producto de la interacción de múltiples sistemas no significa, obviamente, que no hay nada que hacer frente a ella. Esos sistemas se sostienen por acciones humanas. El reto está en que la solución no será tan sencilla, ni llegará «así no más».
Precisamente lo que agradezco del texto de Antonio es que me permite reflexionar sobre un punto adicional: lo importante que es que cada espacio (cada revista, cada medio, cada órgano del Estado, cada empresa, cada industria) reflexione sobre cuáles son los mecanismos específicos por virtud de los cuales ciertas personas quedan excluidas. Las soluciones que sirvan para resolver la exclusión en el Congreso, probablemente no serán las mismas que las que sean útiles para los municipios o la administración pública. Lo que sirva para Wal-Mart, no será lo mismo que lo que sirva en el Consejo de la Judicatura Federal. Lo que sea útil para Televisa, no será lo mismo que para Horizontal.
Lo que sí es que implicará un esfuerzo. Hacer algo. La igualdad no llegará, como la desigualdad no llegó. La igualdad se hace (como la desigualdad se deshace). Me encantaría que los medios (por no decir todo mundo) iniciara una reflexión como la de Antonio. Y que esa reflexión sirva para activar mecanismos más formales, más serios, más profundos que nos permitan descifrar el camino para la igualdad.