Por Óscar Colorado Nates*

Vivian Dorothy Maier fue humilde niñera que se dedicó, toda su vida, a realizar fotografías durante su tiempo libre. Nunca mostró sus trabajo en vida y, sin embargo, se ha convertido en una celebridad fotográfica. Apenas si se sabe algo de ella, pues era una persona que guardaba celosamente su privacidad.

Su historia ha llenado las páginas de periódicos, revistas y blogs, probablemente muy a su pesar. Se trata de un cuento de hadas soñado: La humilde “cenicienta” que, finalmente, es reconocida a nivel mundial como una artista que supo registrar el ethos urbano de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX.

Vivian Maier nació en Nueva York en 1926. Su madre era francesa y su padre austro-húngaro.

De niña regresó a Francia, donde pasó buena parte de su niñez en los Alpes franceses. Al regresar a Estados Unidos trabajó en un taller clandestino para luego dedicarse a ser nana.

Hacia 1949, aún en Francia, Maier comenzó a realizar fotografías con una cámara Kodak Brownie. En 1952 compró una Rolleiflex; vivía en Nueva York. Para 1956 se mudó a los suburbios de North Shore en Chicago donde pasó la mayor parte de su vida. La fotógrafa salió de Chicago únicamente una vez para hacer un viaje en Asia.

Maier vivía en el hogar de las familias que la empleaban. La nana cargaba siempre con su cámara, cuando llevaba a sus pupilos al parque o cuando salía a pasear los fines de semana.

Nada se sabe sobre cómo aprendió Maier a fotografiar, su formación artística es un misterio.

Durante su vida realizó más de 100.000 negativos. Poquísimas imágenes llegaron a ser positivadas por falta de recursos económicos.

Maier fue siempre muy consistente con los sujetos y motivos fotográficos que elegía. Hacía fotos de mujeres bien vestidas, ciudadanos mayores, niños, pordioseros (especialmente los que tenían alguna discapacidad)… Sin embargo tal vez su sujeto favorito era ella misma.

Cuando los niños que cuidaba crecían, Maier se quedaba sin empleo y tenía que cambiar de residencia continuamente.

Al no contar con ubicación fija, rentó un espacio para guardar sus fotografías. Ya jubilada, Maier se vio en la imposibilidad de pagar la renta de modo que sus pertenencias fueron puestas en subasta. Todo el trabajo de una vida fue vendido un par de años antes de su muerte. A los 83 años, sin un centavo ni familia, lo único que tenía Maier era un cuerpo de obra fotográfica monumental que nunca mostró y que, eventualmente, perdió.

En 2007 un joven de 29 años, , investigaba junto al escritor Daniel Pogorzelski para crear una historia ilustrada del vecindario de  en Chicago. Por menos de $400 dólares, Maloof compró una parte significativa del acervo fotográfico de Vivian Maier.

Maloof logró dar a conocer el trabajo de la fotógrafa, sin embargo esta labor siempre se ha visto ensombrecida por el hecho de que el ex contable ha logrado beneficiarse económicamente con la obra de la artista. Posteriormente se ha entablado un complicado litigio alrededor de este acervo.

El trabajo de Vivian Maier ha sido comparado con el de  o Weegee. Aunque su trabajo no es de la consistencia, estilo ni envergadura del de  o  tiene su propio estilo donde impera la claridad compositiva y una cierta serenidad.


*Óscar Colorado Nates es titular de la cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana. Autor de libros como Instagram, el ojo del mundo, Fotografía de Documentalismo Social, entre otros. Editor y Director General de la revista fotográfica universitaria MIRADAS. Columnista en el diario El Universal (Cd. de México). Miembro de The Photographic Historical Society (Rochester, NY) y creador de , blog de reflexión fotográfica líder en Iberoamérica. En redes sociales: |

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