Por: Luis Manuel Encarnación Cruz ()

Director de Salud Crítica () y Coordinador de la coalición ContraPESO )


2018 es una año decisivo por muchas razones. Para México, significará un año de grandes retos en el contexto social, político y económico, pero también para la agenda de salud pública a nivel nacional e internacional. Si bien muchas cosas se tienen que definir en 2017 antes de pensar en el próximo año, lo que trabajemos desde la sociedad civil para impulsar verdaderos cambios en política pública ayudará a definir el futuro que nos espera a partir de 2018.

Este año tendremos elecciones en tres estados, siendo el Estado de México el de mayor importancia; la llamada “joya de la corona”. Revisando a los candidatos a Gobernador no se ven propuestas reales en desarrollo social, y mucho menos aquellas aterrizadas y específicas para el sector salud. Si bien el Estado de México ha avanzado en acciones en materia de atención y control de enfermedades, vive el mismo pantano de acciones estratégicas para la real prevención del sobrepeso, la obesidad, y en general, de las enfermedades no transmisibles (ENT) desde al ámbito federal. Valdría la pena que los candidatos, sin importar el partido, realizaran un buen análisis de la situación de salud y alimentación que vive la entidad. Hay algunos que han mostrado interés, y aunque la contienda apenas comienza, vale la pena que hagan públicas sus propuestas para enfrentar la mayor epidemia de salud que hemos vivido los mexicanos: la obesidad.

Este año también se harán definiciones frente a las elecciones presidenciales: ¿Quiénes serán los pre-candidatos o candidatos definitivos? ¿cuál será el centro de su plataforma electoral y política? ¿quiénes serán los candidatos al Congreso? Quedan muchas preguntas por responder y factores para aterrizar, pero lo que pocas veces se aterriza son acciones estratégicas de desarrollo integral en materia de salud. Desde diferentes frentes de sociedad civil se ha exigido una respuesta convincente frente al recorte presupuestal en salud, así como se ha exigido una respuesta integral al gran problema de falta de detección oportuna de las ENT, de la falta de compras de medicamentos e insumos, pero también la falta de un compromiso con el fortalecimiento de las políticas y regulaciones orientadas a mejorar la alimentación de los mexicanos.

México tiene la agenda llena en el escenario político nacional, y poco le está prestando atención a los eventos internacionales que vienen en 2018. El próximo año no sólo se sabrá quién es la ganadora o el ganador de la elección presidencial en México, sino también qué país es el ganador en las implementación e impacto de las políticas para enfrentar las enfermedades crónicas. La Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Reunión de Alto Nivel sobre Enfermedades No Transmisibles (ENT) de las Naciones Unidas serán acontecimientos claves para conocer si México está a la altura de los demás países y conocer el proceso de cumplimiento de las recomendaciones internacionales en materia de prevención, tratamiento, control de las ENT.

En dicha Asamblea y en la Reunión de Alto Nivel se discutirán los avances de las metas globales impulsadas en 2013 como parte del Plan de Acción Mundial para la Prevención y Control de las Enfermedades No Transmisibles. En este contexto podremos analizar si la aclamada Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes ha cumplido con sus objetivos o no lo ha hecho. Las políticas regulatorias y fiscales han tenido avances, pero es necesario fortalecerlas y buscar que sean mucho más fuertes desde la perspectiva legal, y en línea con las recomendaciones internacionales (aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas a por lo menos un 20%, garantizar un destino específico de los recursos recaudados por el impuesto, e incluso adaptar los criterios de contenido de azúcares añadidos con base en la evidencia de la OMS en las regulaciones de etiquetado y publicidad dirigida a niños).

2017 nos presenta la oportunidad de alcanzar las metas nacionales e internacionales en salud y, de esta manera, dejar un legado real en este sector. De no hacerlo, lo único que se dejará es un campo abierto para eliminar o debilitar lo que se ha avanzado una vez entrada la próxima administración (sea del partido que sea). Desde la sociedad civil estaremos pendientes y vigilantes para garantizar que la salud sea un elemento estratégico en las agendas políticas y electorales, pero también en aquella de desarrollo nacional e internacional, buscando que México tenga un papel de cambio y líder en la agenda de salud global.

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