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Por Mercedes López Martínez, Vía Orgánica AC/ Regeneration International
La comida orgánica ha cobrado importancia en los últimos años, ante la demanda creciente de un grupo consumidor informado y consciente sobre sus derechos, la procedencia, contenidos y procesos de producción de sus alimentos, así como sus efectos para la salud, el medioambiente y la tierra.
En el mundo, según IFOAM[1], 172 países producen orgánicamente en 43.7 millones de hectáreas, aportando al mercado mundial un valor de 80 mil millones de dólares.
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México ocupa el cuarto lugar a nivel latinoamericano en la producción orgánica. Datos de 2012 indicaban que 169,570 personas producían orgánicos, en una superficie de 512,246 hectáreas, generando 245,000 empleos y entre 500 y 600 millones de dólares. La mayor parte de productores son pequeños, 88% de ellos indígenas y 32% mujeres[2].
El 85.7% de productos orgánicos se destinan a la exportación: aguacate, frutillas, café, frutas, hortalizas, jugo de naranja, hierbas y miel. A nivel interno, los alimentos se venden en tianguis y mercados orgánicos, tiendas naturistas, cafeterías y supermercados[3].
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No obstante estos avances, algunas personas consideran a la comida orgánica como una moda, o se quejan de los altos precios, los cuales en efecto, son poco accesibles para la población en general.
Por esta razón, hacemos una reflexión en torno a las realidades y limitaciones de los alimentos orgánicos, para que como personas consumidoras tomemos mejores decisiones en torno a nuestra comida, economía y salud.
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Realidades
Las prácticas orgánicas contribuyen a combatir el cambio climático, pues secuestran el carbono del aire y lo regresan a la tierra, donde pertenece. Con ello, aparte de fertilizar la tierra, permite mantener la humedad y la biodiversidad.
A nivel económico, los rendimientos de los cultivos orgánicos son mayores entre un 80 y 128% a diferencia de los cultivos convencionales[4]. Esto permite fortalecer la economía campesina, pues quienes producen reciben ingresos superiores entre 20 y 40% contra la producción convencional.
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Respecto al cuidado del medioambiente, al ser ecológica y diversificar los cultivos, la agricultura orgánica brinda nutrientes a la tierra mejorando su salud, preservando la biodiversidad y a los insectos polinizadores, preservado la riqueza de la tierra.
Contribuye a la soberanía alimentaria, al producir alimentos frescos, sanos y tradicionales (sin químicos, herbicidas, pesticidas, insectidas, hormonas, colorantes), con un alto potencial de alimentar al mundo entero.[5]
Busca circuitos de distribución más directos entre productores/as y consumidores/as para evitar el intermediarismo, promover el comercio justo y reducir precios.
Brinda un manejo ecológico de insectos y enfermedades de las plantas y semillas por ejemplo, la roya del café, tan letal en los últimos años en México presentó menores daños en cultivos agroecológicos.
Limitaciones
Existe una competencia desleal por parte de empresas transnacionales, quienes ante la baja de ganancias por sus alimentos industrializados y al constatar el crecimiento del mercado de la comida orgánica, están comprando pequeñas empresas orgánicas para entrar al mercado sin un compromiso ecológico, lo cual puede impactar negativamente en la calidad de los productos y en la producción en pequeño.[6]
Los productos orgánicos son más caros, porque tardan más en producirse, requieren más trabajo y son procesados y distribuidos en pequeña escala, bajo procesos de certificación caros y burocráticos. Por ello, IFOAM está planteando la alternativa Orgánicos 3.0, que entre otros temas, implica promover procesos de certificación orgánica participativa (http://vidasana.org/noticias/orgnica-30-el-futuro-de-los-alimentos-ecologicos).[7]
Hay una carencia de políticas públicas que apoyen la agricultura orgánica a nivel técnico y económico, así como burocracia gubernamental por parte de Sagarpa y Semarnat.
Existen presiones de instancias gubernamentales y de empresas transnacionales para que en México se siembren semillas híbridas o genéticamente modificadas y usen el paquete tecnológico con herbicidas lesivos a la salud y al medioambiente. Estos son distribuidos en el campo indiscriminadamente.
El porcentaje de participación femenina en el movimiento orgánico es muy bajo, entre 18 y 35%[8], lo cual no refleja la participación y contribución de las mujeres campesinas a la economía rural, pese a que están involucradas en todas las etapas: siembra, desyerbe, cuidado, recolección, valor añadido, comercialización, que limita el fortalecimiento económico de las mujeres y su empoderamiento.
¡Consume orgánico!
Esperamos que luego de estas reflexiones, la próxima vez que compres comida, consideres que los productos orgánicos involucran una cadena de producción y distribución ética, de calidad, fresca y sana que, aparte de cuidar tu salud, preserva la tierra, el medioambiente y combate el calentamiento global.
Consumiendo orgánico estás apoyando la economía de familias campesinas mexicanas, sobre todo indígenas, que pese a la falta de estímulos y asesoría, generan el 70% de nuestros alimentos.
Recuerda que si continuas comprando industrializada, lo “barato” sale caro, por las consecuencias de un estilo de producción basado en el uso de químicos, hormonas y antibióticos en el caso de aves y reses, así como exceso de sales, grasas y azúcares en los productos finales.
En tus manos está la decisión, pues como persona consumidora tienes gran poder.
En http://tianguisorganicos.org.mx te brindamos una lista de tianguis y tiendas orgánicas para que acudas al más cercano a ti.
Asimismo, te compartimos algunas referencias donde puedes encontrar mayor información sobre agricultura, comida orgánica y soberanía alimentaria:
https://www.facebook.com/consumidoresorg/
[1] IFOAM es la red internacional más grande de producción y certificación orgánica. (IFOAM-FIBL, 2016)
[2] Impulso Orgánico Mexicano (2016). Campaña 2016 para el desarrollo y promoción de los productos orgánicos mexicanos, Ponencia presentada en el Encuentro de Productores, Procesadores, Comercializadores y Consumidores de Productos Orgánicos, México, junio
[3] Gómez, Laura; Gómez, Manuel Ángel y Rita Schwentesius (2006). “Situación actual y retos de la agricultura orgánica en México”, Ponencia presentada en el Encuentro de Productores, Procesadores, Comercializadores y Consumidores de Productos Orgánicos, México, junio.
[4] Op. cit.
[5] Ibidem.
[6] Gee Keslye y Haddon Heather (2016). “Los grandes salen a la caza de los alimentos orgánicos”, en The Wall Street Journal Americas, 11 de julio, p. 14.
[7] Es un proceso que integra a quienes producen y consumen, para garantizar calidad orgánica en productos locales a pequeña escala, basado en relaciones de confianza.
[8] Op. cit; y Soberanes, Mauricio (2016). “Producción orgánica certificada. Avances en el sistema de información”, Ponencia presentada en el Encuentro de Productores, Procesadores, Comercializadores y Consumidores de Productos Orgánicos, México, junio.