Si hay algo que queda claro al revisar la filmografía de Rafael Lara es que ningún tema ni género le parece ajeno: denuncia social (Bienestar para tu Familia, 1996), drama político (La Milagrosa, 2008), comedia sexual (Labios Rojos, 2011), thriller (El Quinto Mandamiento, 2011), y hasta épica histórica (Cinco de Mayo, 2013).

A esa lista súmele ahora una comedia romántica con El Tamaño sí Importa, su más reciente cinta donde una chica común y corriente llamada Vivi (Ximena Ayala, la protagonista de la magnífica Los Insólitos Peces Gato) trabaja en una empresa donde el dueño (Vadhir Derbez) es un galancete que sale con mujeres guapas, tiene fama y dinero.

El status quo de este pequeño junior se va a la borda luego de asociarse (sin saberlo) con un criminal buscado por la ley, perdiendo todo el dinero de su pequeño imperio y con ello los lujos, las chicas y el estilo de vida, viéndose obligado a vivir como la gente común.

Es ahí donde Vivi, que siempre tuvo cierta atracción por su jefe, ve la oportunidad no sólo de ayudarle sino de finalmente convivir con él, mostrándole los vericuetos y habilidades que requiere el sobrevivir en la Ciudad de México cuando no se es un millonario.

Siempre rozando el humor clasista, El Tamaño sí Importa es un filme sumamente predecible (excepto por el título que no tiene nada que ver con la trama, ¿o cuál es el tamaño que sí importa?, ¿el de la cartera?) que en un principio pareciera ser una mala copia de El Diario de Bridget Jones (Maguire, 2001) -la chica torpe que se enamora de su mujeriego jefe- pero que afortunadamente el guión (escrito por el propio Rafael Lara) escapa rápidamente de ese puerto para convertirse en una comedia del tipo “pez fuera del agua” con un Vadhir Derbez en su papel de ex millonario que tendrá que aprender a vivir como gente normal, o sea, como pobre.

La cinta no es más que un vehículo de lucimiento para el debutante Vadhir (hijo de Eugenio Derbez) y que incluso corona la película con una secuencia final (bien lograda hasta eso) donde padre e hijo alternan juntos a cuadro. El joven Vadhir es en más de un sentido una copia al carbón de su padre, no sólo por el sorprendente parecido físico sino porque le copia a su progenitor todos los manierismos, ademanes, el humor y hasta el tono de voz que hicieran del actor el rey de la televisión en su época como comediante para Televisa.

La película se salva del olvido por una decisión argumental rumbo al final que la aleja del montón, en una secuencia ejecutada con entereza por Ximena Ayala quien termina rompiendo el estereotipo telenovelero de la mujer que se enamora del rico para llevar a su personaje a un sitio de empoderamiento que no deja de sorprender siendo esto una comedia romántica. Sólo por eso -si acaso- vale la pena verla.

@elsalonrojo

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