Una cotidiana tormenta de spots y declaraciones en prensa, radio y televisión de los candidatos a la Presidencia. El fuego cruzado de ataques feroces, memes, frases hirientes y mentadas de madre vía Twitter, Facebook y Whatsapp. Y por supuesto los impactos de las encuestas que anticipan un primero de julio luminoso o tormentoso según el cristal con que mira cada quien.

Y mientras llega el día D: aumenta no solo el calor climático sino la calentura asfixiante en las mesas de cafés, restaurantes y hasta al interior de hogares enfrentados por filias y fobias a cuál más de rabiosas. Sobre todo en torno al personaje que más intensamente las concentra: Andrés Manuel López Obrador. Con el que no hay medias tintas ni posibilidad alguna de un análisis sereno. Ni siquiera frases completas, sino interrupciones furibundas. Con él o todo el amor, o todo el odio.

Se ofertan ahora una veintena de libros oportunos u oportunistas que de manera abierta o soterrada defienden al personaje o en sentido contrario lo aborrecen y anticipan el desastre, el apocalipsis con todo y sus cuatro jinetes si gana la Presidencia.

Por ello, refulge con luz propia La sociedad dolida – El malestar ciudadano, de Juan Ramón de la Fuente, con un prólogo de la gran Elena Poniatowska. Vale recordar que el autor es una rarísima avis en la vida pública de México: forjado como médico en nuestra UNAM, de la que llegaría a ser rector en dos periodos, es también psiquiatra por la celebérrima Clínica Mayo y ahora encabeza el prestigioso Aspen Institute. Baste decir que es doctor honoris causa por 19 universidades en México y buena parte del mundo y autor de 22 libros, entre los más recientes Mariguana y salud (2015) y A quién le importa el futuro (2016). Pero, además, el doctor De la Fuente ha cruzado el pantano del gobierno sin manchar su plumaje: fue secretario de Salud federal.

Así que nadie podría dudar de la calidad moral de este mexicano de excepción, cuando desde su doble condición de médico y estudioso de nuestra realidad sociopolítica, nos plantea a través de una extensa radiografía el diagnóstico brutal de este cuerpo dolorido y enfermo que es México: los grandes males que nos aquejan; las afecciones crónicas que nos han postrado durante décadas y las enfermedades que más nos han lastimado recientemente, como la violencia y la inseguridad; todo ello en el actual escenario de exacerbación electoral. Aquí, solo algunas de sus conclusiones:

—Con frecuencia tengo la impresión de que vamos por detrás de los tiempos. Los males sociales siguen acosándonos y pareciera que a veces nos resignamos a aceptarlos con el dolor con que un paciente escucharía el diagnóstico de un médico que lo priva de toda esperanza.

—No hemos sabido enfrentar los trastornos emocionales derivados de la desintegración del tejido social y la desaparición de los espacios comunitarios. Ni medir los alcances de un mundo interconectado donde hay más desconexión interpersonal que nunca.

—La furia social se logra entender porque hay un resentimiento acumulado: sea por la corrupción y la impunidad de los gobernantes, sea por la innegable desigualdad en la distribución de la riqueza y de las oportunidades o sea por la percepción de que uno no recibe lo que le toca, lo que en estricta justicia cree que se merece.

En suma, una obra clave para entender quiénes somos y hacia dónde vamos.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

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