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En la Ciudad de México (CDMX) los comerciantes ambulantes toman el control de las calles. Sus vínculos con nueve fuerzas políticas —con la única excepción del partido Nueva Alianza— los vuelve “intocables”. Sólo quien está dentro de esa esfera sabe que los niveles de poder han convertido a algunos informales en líderes a los que sólo les interesa generar redes de complicidad y deslealtad.
La delegación Iztapalapa es la que concentra el mayor número de comerciantes informales con más de 18 mil, aunque es la Cuauhtémoc la que congrega cerca de 203 agrupaciones o frentes que, a la larga, han permitido tener el control o poderío del negocio; se concentran en el Centro Histórico y por casi 40 años los precursores han picado piedra para permanecer en el primer cuadro de la Ciudad.
Al igual que la clase política, han desarrollado la tendencia a patrimonializar el sector comercial a través de relaciones consanguíneas y lazos de amistad. Un ejemplo claro es Alejandra Barrios Richard, la más poderosa. Ella controla actualmente la zona Centro de la capital, opera en oficinas de las calles de Bolivia y Tacuba, y es quien mantiene el dominio con más de 12 mil ambulantes, sin contemplar a su familia.
La muerte de Guillermina Rico, primera líder en obtener el control del Centro Histórico y la herencia del comercio hacia su hija Silvia Sánchez Rico, provocó el surgimiento de diversas organizaciones en protesta al autoritarismo y desdén de su sucesora por beneficiar sólo a unos cuantos. Quienes conocieron y convivieron con Guillermina aseguran que fue en 1999 cuando proliferaron diversos líderes ambulantes ante la inconformidad hacia Sánchez Rico, a quien, en poco tiempo, llevaron a la cárcel por tener problemas con por lo menos cuatro organizaciones sociales a las que quiso arrebatar sus calles por no apoyar sus vínculos político-electorales.
Diversas confrontaciones la condujeron a la cárcel junto con su hijo, Julio Sánchez Ramos, y debido eso algunos comerciantes aplicaron el refrán de “a río revuelto, ganancia de pescadores” y cada quien agarró su porción, su calle.
Esta es una radiografía de EL UNIVERSAL sobre los parentescos, vida, y origen de los principales operadores del comercio informal, quienes ya consideran el término “ambulante” como “discriminatorio”.
Inicia la historia
La cadena de parentesco es larga en ese sector y la encabeza la priísta Alejandra Barrios, ex diputada local, ex candidata delegacional y quien aprovechó la muerte de su antecesora (Guillermina Rico) y se adueñó de calles como Perú, Argentina, Allende y Circunvalación.
La ex asambleísta está a cargo de la Organización Legítima, Cívica Comercial, y desde la candidatura de Roberto Madrazo para la Presidencia de la República prometió respaldarlo con el apoyo de casi 50 mil votos.
Ya no vende en la calle; dejó de hacerlo desde que se convirtió en líder, pero antes comercializaba piña y sandía en la calle de Palma.
Hoy, su nexo familiar se ha extendido también en el ambulantaje. Hijos, nietos y hasta su nuera (Lorena Osornio), gozan del poder y el dinero, al grado de ser considerados como la familia más acaudalada en este sector. Sumando fuerzas y militando en partidos políticos como PRI, PRD, Morena, e incluso PAN, la familia que creó la red más grande del país está conformada por Graciela Coronel, Diana Sánchez, Hanna Sánchez, Marlene Sánchez, Silvia Sánchez, Sergio Jiménez, Rubén Jiménez y Sergio Erick Jiménez, a quienes se suman 12 mil ambulantes.
El Sistema de Comercio en Vía Pública (Siscovip) tiene un registro oficial de 109 mil 186 comerciantes. Pese al número, los más influyentes son los de la zona Centro, a pesar de que son varios líderes, no más de 30 personas tienen el verdadero control de las calles.
Un comerciante aspira tener bajo control cinco cuadras, y ahora es así sólo para Alejandra Barrios y sus hijos, quienes abarcan desde Insurgentes, Santa María la Ribera, Londres, Juárez, Alameda, Apartado y Tepito; toda la parte de La Lagunilla es gente de ella. El informal que menos tiene son dos cuadras y en ese grupo no están los Barrios.
Luchar por un pedazo de cinco centímetros de una calle en muchos de los casos ha provocado hasta la muerte y en consecuencia, la rivalidad entre líderes. El poder de un comerciante se mide por la fuerza o diálogo que tenga con otros colindantes, las esquinas. Hay quienes se guían por la conveniencia y apuestan por el apoyo a un partido. No todos son luchadores sociales, hay quien actúa por interés personal.
En el caso de la familia Barrios, catalogada como líder en el Centro Histórico, ésta apuesta y juega con todas las fuerzas políticas para ver de qué manera se obtiene mejores resultados. Por ejemplo, Silvia Sánchez Barrios —por imposición de su madre— está afiliada al partido de Andrés Manuel López Obrador. Sus hermanos les apuestan a actores políticos del PRI, PRD y PAN.
Bajo perfil
Quienes iniciaron el ambulantaje y que ahora oscilan entre los 55 años, han carecido de todo. Actualmente los beneficiados son hijos, sobrinos y hasta nietos, a quienes ya no les tocó que las camionetas de vía pública los trataran “como animales”, subiéndolos a vehículos que parecían gallineros cuando los llevaban a la delegación.
Ahí permanecían hasta dos días. La mayoría vino de abajo y logró influencia gracias al vínculo estrecho con políticos empezando por el fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas.
Raymundo Pérez, de la calle de Colombia, apareció cuando la izquierda comenzó a hacer campaña con Cárdenas Solórzano en 1997, junto con Teresa López. Pero hay quienes prefieren (o les conviene) permanecer con bajo perfil; sus nombres no figuran públicamente, pero tienen zonas de influencia en el Eje Central o en la calle de Colombia.
Muchos son inmigrantes. Hay mazahuas, mixtecos, zapotecos y otomies, quienes hasta vivienda han logrado en la delegación Cuauhtémoc al vender artesanía.
Esa es otra cara de la moneda, la de esos comerciantes que ante la falta de empleo en su pueblo o mal pago, encontraron como única salida vender en banquetas.
Los líderes reconocidos como Alejandra Barrios admiten que ser comerciante informal “es duro”. Sí tienen horario y venden lo que pueden para llevar el sustento a casa bajo sol o lluvia. Mientras el gobierno e incluso gran parte de la población los ve como “una lacra de la sociedad”, aunque ellos defienden que es “una necesidad”. A diferencia de las primeras generaciones de vendedores informales, este sector agrupa ya a abogados, maestros y arquitectos, por mencionar algunos.
Defienden sus territorios con sangre
Por la lucha de las calles también han sido recluidos. Incluso familiares han muerto por rencillas laborales que derivan en asuntos personales, como cuando en 2016 una bala en el pulmón derecho transformó la vida de una menor de siete años, sobrina de la líder María Rosete.
El impacto al parecer fue provocado por uno de los hijos de Alejandra Barrios y resultado de la confrontación constante entre ambulantes que sostienen desde hace más de 12 años cuando el esposo de Rosete murió de un balazo en la cabeza, lo que llevó a la cárcel a la ex legisladora local por estar involucrada en este hecho.
Otro caso de un líder primordial en el ambulantaje de la zona Centro, que no abarca a más de 30, según varios de ellos, es Rafael Rojas Tarín. Lo remitieron al reclusorio hace seis años cuando le quitaron dos plazas sobre Eje Central entre dimes y diretes con el gobierno capitalino. Una muestra más es Francisco Padilla, quien aún permanece en el Reclusorio Norte debido a que lo acusaron de fraude por plazas de Uruguay.
María Magdalena Acuña, cuyo poderío está en Tabaqueros; David Arévalo, presidente del Frente Nacional del Comercio Informal y comerciante de las pacas de ropa que llegan al país, así como Martín Guzmán, papá de David Guzmán, de la Organización Nacional Popular de Invidentes y Videntes Emiliano Zapata, cuya zona de influencia son Correo Mayor, Venustiano Carranza, Pino Suárez y 20 de Noviembre, son otros ejemplos de líderes que operan en el primer cuadro de la Ciudad.
En este grupo está Benita Chavarría, quien tuvo una primera reubicación en 1993 para que después en 2007, su hija Esther Chavarría apareciera y se conjugara la designación de poder por cuestión familiar. Dominan la Plaza Pino Suárez, así como las calles Venustiano Carranza, 20 de Noviembre, 5 de Febrero, República de El Salvador, Izazaga, 5 de Mayo, Monte de Piedad y Eje Central. María Rosete apareció con el levantamiento de 2007, defendiendo varias organizaciones al grado de conformar el Frente Metropolitano de Organizaciones Populares.
Armando Becerril es otro de los sucesores que mantiene el control en la calle de Colombia con una plaza fue de los beneficiarios con el ex jefe de gobierno, Marcelo Ebrard; también está Miguel Ángel Huerta, beneficiario desde 1993 con una plaza en Mesones y Félix Trejo también con su plaza Meave, en el Eje Central.
Cirilo Robledo con una plaza en San Ildefonso y con comerciantes en el Metro Balderas, manteniendo zona de influencia en el perímetro A y B; y Mayolo Juan Martínez, presidente de Nuevo Grupo de Comerciantes Ambulantes Democráticos del Centro, quien desde su llegada a la zona Centro se ha mantenido fiel al PRD y se distingue entre quienes forman parte de su grupo por interesarse en el bienestar grupal.