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La venta de armas legales no ha parado de crecer en los últimos 15 años. La escalada ha sido tan vertiginosa que, a lo largo de 2015, los mexicanos compraron a un ritmo de un arma cada hora, para proteger el domicilio, la parcela o para actividades de cacería y deporte. Un boom que, según especialistas, puede atribuirse a la percepción de inseguridad.

Las cifras oficiales revelan que en el año 2001 se vendieron 956 armas para los cuatro usos referidos, y que en 2015, la comercialización alcanzó las 10 mil 115 piezas. La demanda creció nueve veces.

De acuerdo con cifras entregadas vía transparencia por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a la institución se le compraron en “mostrador al público en general” 95 mil 115 artefactos en los últimos 15 años. Un tercio de este arsenal (28 mil 582 piezas) fue adquirido en los tres años recientes.

Dentro del catálogo de armas de la Dirección de Comercialización de Armamento y Municiones de la Sedena, se pueden hallar rifles semiautomáticos, como uno calibre 0.22, modelo GSG-5 (A) con un costo de 491.55 euros (9 mil 777 pesos); diversas pistolas, como la calibre 9 milímetros, marca Ceska Zbrojovka, modelo CZ 75 SP 01 Shadow, con un costo de mil 22 dólares (alrededor de 18 mil 700 pesos); o escopetas para cacería, que llegan a los mil 123 dólares (aproximadamente 20 mil 550 pesos).

La Sedena divide la oferta de armas en tres rubros: Venta al mostrador al público en general que incluye protección de domicilio, protección parcelaria, tiradores deportivos y cazadores; gobiernos de los estados de la República y dependencias federales, y empresas privadas.

El primer rubro es el único que creció de manera sostenida. El de gobiernos de los estados de la República tuvo su registro más alto en 2010, con la venta de 32 mil 867 armas, mientras que en 2015 bajó a 16 mil 856; en el rubro de dependencias federales y empresas privadas sucedió algo similar: en 2009 alcanzó su máximo con 17 mil 642 armas vendidas, cuando en 2015 llegó a 10 mil 97.

En total, al sumar los tres conceptos durante el periodo 2001-2015 el resultado es de 494 mil 785 armas vendidas por la Sedena. Casi medio millón de piezas.

Aunque es menor, existe otra modalidad de venta de armas en el Ejército que no requiere un acto presencial. Le llaman “ventas a distancia”, iniciada en 2009, y se trata de trámites realizados vía internet. Desde su inicio y hasta el 31 de octubre de 2015 se vendieron 268.

La Defensa Nacional también ha aumentado la entrega de permisos para adquirir armas.

Cada vez son más personas las que desean tener rifles o pistolas de manera legal, esto amparados en el artículo 10 Constitucional, que a la letra dice:

“Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional. La ley federal determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas”.

Así, la institución pasó de 2 mil 851 permisos entregados, en 2001, a 6 mil 378, en 2015: un crecimiento mayor de 100%.

Las armas no necesariamente se deben comprar a la Sedena, pero sí deben de ser registradas ante la dependencia.

Aumento, reflejo de la inseguridad

El incremento en la compra de armas a la Sedena tiene que ver con dos factores clave: la percepción de inseguridad y la desconfianza en las autoridades, coinciden especialistas consultados por EL UNIVERSAL.

María Elena Morera, presidenta de la asociación civil Causa en Común, afirma que el número de homicidios de la delincuencia organizada no determina tanto la percepción de inseguridad como un secuestro o una extorsión (hasta tres veces más), o como un asalto en el transporte público.

“La gente no tiene confianza en la autoridad y tiene miedo a la delincuencia. Cuando se combinan estas dos cosas, lo que hace la gente es tratar de cuidarse por sus propios medios: suben las bardas, compran candados, o los ricos tienen guardaespaldas armados…, al final lo que estamos haciendo son islas de seguridad en un gran mar de inseguridad”, advierte.

Pero adquirir un arma puede resultar peor que no hacerlo, destaca Morera, cuando no se tiene la preparación para usarla.

“Lo que denota es la falta de confianza de los ciudadanos en la autoridad. Si crees que le vas a hablar a la autoridad y no va a llegar a tiempo o no va a llegar, mejor tratas de arreglártelas tú solo”, expone.

Si bien 10 mil armas al año pueden ser pocas comparadas con la población mexicana, detalla la activista, a éstas hay que sumarles las no registradas e ilegales que existen en el país, cantidad que se estima muy superior.

En un estudio de la Cámara de Diputados, que retoma otros informes internacionales, se calcula en millones el número de armas ilegales.

“En México se estima que de los 15 millones de armas circulantes, 85% es ilegal. Una cifra que incluso pudo haber aumentado después de 2012”, se lee en el documento titulado Tráfico de Armas: Entorno, propuestas legislativas y opinión pública, firmado por José de Jesús González Rodríguez.

Magda Coss Nogueda, autora del libro Tráfico de Armas en México, coincide con Morera en que el incremento de las compras de armas personales, sea para uso del solicitante o para algún guardaespaldas, se puede explicar por la percepción de inseguridad en la población.

Coss Nogueda, también directora de la organización 24-0 México —una asociación civil dedicada a impulsar la cultura de paz y de seguridad humana a través del arte—, señala que ellos como organización están en contra de que la población se arme.

“Los ciudadanos comunes no estamos preparados para hacerle frente a la delincuencia”, considera.

Por su parte, el académico Ernesto Villanueva, autor junto con Karla Valenzuela del libro Seguridad, Armas de Fuego y Transparencia, señala que el incremento en la venta de armas por parte de la Sedena no necesariamente significa que haya mayor posesión de éstas en los domicilios de los mexicanos, pero sí queda claro que la estrategia comercial de la dependencia ha ido mejorando.

“Un arma para mí efectiva, ligera, confiable y con buena capacidad de contención es la Glock 25 [compacta] y la 28 [subcompacta], ambas calibre .380 ahora están a la venta en la Sedena más caras que en Estados Unidos [alrededor de 40%], pero están disponibles”.

Para Villanueva esta creciente venta de armas manda una clara señal de desconfianza en la autoridad, el Mando Único y en los exámenes de control y de confianza a las policías.

“La posesión o la portación de un arma de fuego requiere de conocimiento para saber dispararla, darle mantenimiento y tenerla fuera del alcance de los niños y de cualquier persona que no sepa su uso. Lo absurdo es que en México no existe, en estricto sentido, ninguna escuela de enseñanza del uso y mantenimiento de armas de fuego”, explica.

Población que se siente vulnerable

La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana que realiza el Inegi muestra que la mayoría de los mexicanos mayores de 18 años consideran que vivir en su ciudad es inseguro. El estudio se inició de manera trimestral en septiembre de 2013, y desde entonces la población que dice no sentirse a salvo no ha bajado de 67%. En marzo de 2014 fue el puntaje más alto, con 72.4%.

La encuesta incluye los conceptos de sensación de inseguridad por temor al delito, expectativa social sobre la tendencia del delito, atestiguación de conductas delictivas o antisociales, cambio de rutinas por temor a ser víctima del delito, y percepción del desempeño de las policías Preventiva Municipal, Estatal, Federal y la Gendarmería Nacional como autoridades responsables en materia de seguridad pública.

De acuerdo con cifras reportadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en los últimos nueve años los delitos de extorsión y secuestro tuvieron sus máximos en 2013 —con 8 mil 196 y mil 683, respectivamente—, según la incidencia delictiva registrada en las averiguaciones previas o carpetas de investigación de las procuradurías y fiscalías de las entidades.

Otra métrica arroja más luces sobre la sensación de vulnerabilidad. De acuerdo con la Décima Cuarta Encuesta Nacional Sobre Percepción de Inseguridad Ciudadana en México 2015, realizada por México Unido Contra la Delincuencia y Consulta Mitofsky, se incrementó de 25% a 31% el número de hogares que dicen haber vivido “cerca” de un delito al enfrentarlo ellos o un familiar. Además, seis de cada 10 ciudadanos dijeron temer a ser víctimas tanto de un robo como de un secuestro.

“La evolución de la agenda durante 2014 estuvo cada vez más cargada a asuntos de seguridad [...] Michoacán, autodefensas, captura o muerte de capos y [...] la carga emotiva generada por la tragedia en Iguala, Guerrero, donde la delincuencia ligada a las autoridades y policía locales asesinaron a varias personas y otras continúan desaparecidas; esta situación no contribuyó a mejorar la percepción del tema como lo muestra la encuesta”, documenta el estudio.

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