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De caminar entre pasillos llenos de estantes con discos compactos, observando los diseños de las portadas que recubrían las cajas de los CD e ir buscando por letra al artista favorito, ahora el nuevo consumidor de música recorre catálogos en línea con más de 50 millones de canciones que le ofrecen los servicios de streaming. En el mundo hay más de 112 millones de usuarios registrados a servicios como Google Play, Spotify y Apple Music y al menos 100 millones pagan por una suscripción, de acuerdo con datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI).
El servicio de música vía streaming se convirtió en el salvavidas de una industria que veía cómo sus números no reportaban cifras alentadoras. Pero en 2016, las cifras lograron subir un poco. Los ingresos de la música, a nivel global, aumentaron 6%, principalmente gracias al auge de estas plataformas. Tan sólo de 2015 a 2016 la demanda de este servicio creció, en promedio, 30% a nivel mundial.
Los mexicanos son uno de los principales públicos de este nuevo sector de la música. Actualmente, las ganancias por discos ya sólo representan 24% de los ingresos de la industria musical en el país, de acuerdo con las últimas cifras. Mientras que las descargas digitales y servicios streaming aportan 66% del dinero que llega. “Antes para tener 100 canciones tenías que tener 10 discos por lo menos. Además, sólo podías escucharlos en tu casa o en tu coche. Ahora en un dispositivo de unos cuantos centímetros puedes tener 600, 800 o hasta mil canciones disponibles a la hora que quieras”, dice Luis Mendieta, productor musical.
Lejos quedaron los años en los que los consumidores coleccionaban música en sus repisas. Ahora la selección se hace mediante temáticas o estados de ánimo. Todo a través del celular. Dos de cada tres usuarios que se conectan a Internet desde el teléfono móvil lo hacen para darle play a una de sus canciones predilectas, según datos del IFPI. Este mercado le pertenece, principalmente, a Spotify y Deezer: siete de cada 10 reproducciones son mediante una de estas aplicaciones.
Otro de los factores que ha llevado a la tumba al CD es la tecnología. Algunas empresas han eliminado el reproductor de disco compacto en sus productos. “Si hoy compras un coche, muchos ya no tienen en dónde poner un disco. Lo común es tener un auxiliar que se conecta al teléfono o tablet. Lo mismo pasa con las computadoras”, asegura Mendieta.
El CD es ahora un símbolo de nostalgia. No sólo para los amantes de la música en formato físico, también lo es para las bandas que recién comienzan su trayectoria. Los artistas que siguen produciendo en físico lo hacen porque son muy famosos y están seguros de que sus seguidores comprarán su último éxito, o porque son nuevos e independientes y tener un disco es un elemento simbólico de su carrera, explica el productor. “Antes las disqueras les hablaban a las bandas y les decían que estaban interesados en su música. Ahora, tú como músico debes invertir para poder sacar un disco”.
Cumplir ese sueño no es barato. El proceso de grabación y producción de una sola canción en un estudio de la Ciudad de México tiene un costo que va desde los 15 hasta 20 mil pesos, por lo que un disco con 10 canciones costaría alrededor de 200 mil pesos. Esto sólo incluye el pago del estudio, el ingeniero de grabación, ingeniero de mezcla, arreglos y algún músico de gama media. Diseño de portada, distribución y estrategia de mercado es una cuota separada.
El nuevo negocio
Referirse al streaming es hablar de una tecnología que permite ver o escuchar un archivo sin la necesidad de descargarlo. De 2012 a 2016 la demanda de este servicio creció alrededor de 7% a nivel mundial. En países como Estados Unidos, esta nueva forma de escuchar música representó 51% de los ingresos de la industria, mientras que la venta física de discos sólo aportó 22%, de acuerdo con datos de la Asociación de Industria Discográfica de EU. Se calcula que en el país del norte existen al menos 22.6 millones de suscriptores que pagan por tener sus canciones a la mano.
Para los artistas independientes estas nuevas plataformas los ayudan con la distribución. “Subir” un sencillo musical a la red cuesta aproximadamente 250 pesos. Tener las 10 o 12 canciones que componen un disco cuesta alrededor de mil 200 pesos. Una vez que el material discográfico se encuentra alojado en la nube, las plataformas especializadas se encargan de distribuirlo en las aplicaciones de música. El artista ahora se tiene que enfocar en el marketing.
En el otro lado está el costo del disco físico. Únicamente la producción es un gasto aproximado de 200 mil pesos. A esto se le tiene que sumar el precio de la maquila del disco: 18 pesos por pieza. Entonces si un solista o una banda graban un disco de 10 canciones en un estudio y manufacturan 500 piezas por lo menos; el costo aproximado sería de 209 mil pesos.
Luis Mendieta y David Montero se conocieron hace más de cinco años. Ambos son ingenieros en audio y producción musical. Uno se especializa en crear materiales para comerciales y el otro en trabajar con artistas. Hace un par de años fundaron Freeland Records. Su objetivo: fusionar sus especialidades y crear un estudio que se adaptara a las transformaciones y exigencias de la industria musical y de sonido.
A pesar de que una de sus ofertas es la grabación de discos, estos productores coinciden en que la venta de estos materiales ya no es un negocio rentable. Las razones: la inmediatez del streaming y la escasez de artistas que actualmente busquen una disquera para lanzar su música en formato físico.
Con estos cambios su negocio también ha tenido que mutar. En sus dos cabinas de grabación han pasado solistas o bandas independientes que buscan que su música se quede en el streaming y también los que necesitan tener en sus manos el resultado de su esfuerzo.