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Jasmine, una joven economista, ha tenido que aplicar las estrategias más insospechadas para evitar ser víctima, por tercera vez, de la delincuencia en la ciudad de México. En los últimos cinco años la han despojado de dos teléfonos celulares. La primera vez, un joven en bicicleta pasó a su lado y simplemente se lo arrebató. En el último incidente los ladrones iban a su lado en el transporte público. De pronto, comenzaron los gritos y amenazas para que todos entregaran sus pertenencias. Ella llevaba un IPhone 4s, que en ese momento tenía un valor entre los 11 mil y 15 mil pesos.
Nunca vio resultados por parte de las autoridades. Tuvo que conseguir un nuevo aparato y además siguió pagando un teléfono que ya estaba en manos de alguien más.
Todos los días, entre 2012 y septiembre de 2015, se robaron 11 celulares en diferentes puntos de la capital. Más de 14 mil aparatos fueron hurtados en los últimos tres años y medio, de acuerdo a las estadísticas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
El teléfono celular es uno de los artículos más robados en la capital y, en general, en todo México. La facilidad para conseguirlo y el retorno de inversión que significa para los delincuentes son algunos de los factores por los que se ha hecho tan valioso. “El promedio del costo de un celular es de no menos de dos mil y se puede revender en el mercado negro en mil pesos”, dice Luis Wertman, presidente del Consejo Ciudadano del Distrito Federal.
A nivel nacional la cifra no es muy diferente. La última Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), presentada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), muestra que de los nueve millones de robos a peatones que se cometieron durante 2014, en 42% el celular fue uno de los objetos hurtados.
Pero este delito, que está etiquetado como de “bajo impacto” en las estadísticas de la Procuraduría, también ha tenido víctimas fatales. Desde 2013 la prensa ha publicado 20 casos en donde las personas murieron o fueron heridas por resistirse al robo. Siete de estos eventos ocurrieron en lo que va de 2015.
En 80% de los casos la víctima fue herida con arma de fuego y en cuatro de los registros fueron apuñalados al oponerse al asalto. El común denominador es que todos eran hombres, en su mayoría atacados en el transporte público, con una edad promedio de 25 años. Todos fueron como consecuencia de haberse negado a entregar, en específico, su teléfono celular.
Algunos casos han cobrado más relevancia en la prensa. Como el de Miguel Ángel Luna, estudiante de secundaria, quien murió en octubre de 2013 al recibir varias puñaladas por resistirse a que lo despojaran de su celular.
Uno de los últimos eventos se registró el 9 de julio de 2015 en la delegación Venustiano Carranza. Manuel Alejandro Hernández, de 22 años, fue abordado por dos hombres que acababan de cometer un asalto. Le exigieron su teléfono y al negarse, le dispararon.
Las delegaciones Tlalpan, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza reúnen la mitad de los incidentes, según la información recabada mediante notas periodísticas.
En este mismo listado se encuentran seis reportes en los que la víctima fue herida de bala, pero no perdió la vida.
Encarecer el negocio
En septiembre de 2012 Jasmine se convirtió en una de las tres mil 408 personas que reportaron ante un Ministerio Público el robo de su celular. Las autoridades en lugar de incentivar la denuncia, la hicieron cuestionarse sobre la utilidad de levantar el acta. “Todo el tiempo parece que ponen en duda que te robaron el teléfono”, dice.
Además, las posibilidades de recuperar los equipos son muy bajas. Este delito se ha caracterizado por su nivel de impunidad, asegura Manuel Balcázar, coautor del libro Gestión de Inteligencia en las Américas. “Pregúntate ¿A cuánta gente han consignado por el robo de celulares?”
Un año después, estas cifras subieron a tres mil 509 denuncias. Todos los días, diez personas reportaron un atraco en el que los despojaron de sus teléfonos. En 2014, la cifra siguió creciendo y llegó a los cuatro mil 240 reportes. Estos números no sorprenden a Luis Wertman, presidente del Consejo Ciudadano del Distrito Federal. La organización que lidera lleva dos años implementando estrategias para que la población denuncie el robo de celulares.
“Siempre que tú incentives la denuncia, en números va a haber un repunte. Esto te ayuda a darte cuenta de la realidad. Si empiezan a incrementarse las denuncias es una buena señal, quiere decir que tienen una sociedad que está buscando cómo solucionar el problema”, dice Wertman.
Las cifras presentan una tendencia constante. Hasta septiembre de 2015 se registraron tres mil 298 robos de celulares y se espera que a fines de este año la suma aún se encuentre por encima de las cuatro mil unidades.
Este tipo de delito es tan común por “su disponibilidad y exposición permanente, así como su uso sistemático como medio de comunicación y entretenimiento en espacios públicos, lo cual amplía el umbral de riesgo para los dueños”, dice Manuel Balcazar.
En el Consejo Ciudadano tienen claro que los robos no van a disminuir hasta que se tomen acciones que le quiten valor a los aparatos. “El celular tiene un valor como moneda de cambio y eso es algo que el delincuente también aprovecha”, dice Luis Wertman.
El celular en México dejó de ser un objeto de lujo desde hace un par de años. Actualmente el 50% de los teléfonos móviles vendidos en el país son los llamados teléfonos inteligentes o “Smartphone”, de acuerdo a datos presentados a finales del año pasado por The Competitive Intelligence Unit.
El delincuente sabe, que prácticamente todos tienen un teléfono celular que pueden vender en un precio aproximado de dos mil pesos en el mercado negro [poniendo como ejemplo un IPhone 4s]. Tomando en cuenta esto y que cada año se roban más de 3 mil aparatos, este delito estaría dejando ganancias de 8 millones de pesos al año sólo en el DF.
La tendencia que ha presentado el delito y las grandes cantidades de dinero que puede generar a los delincuentes es como se ha intentado propagar la estrategia basada en el International Mobile Station Equipment Identity o mejor conocido como IMEI. Todos los usuarios pueden obtener este número marcando *#06# desde su teléfono.
“Cuando hablamos para reportar el robo y pedimos que suspendan la línea, el aparato también tiene que ser cancelado. Esto es lo único que nos dice que el delito tiene que empezar a disminuir, porque aunque vayas a comprarlo ya no va a servir”, asegura Wertman.
La principal estrategia para bajar este delito es comenzar a quitarle su valor, pero Balcázar identifica otro punto: la demanda tan alta que existe. En el DF son conocidas las zonas en las que se pueden encontrar celulares en un precio económico.
Además, es un delito que se podría considerar de bandas especializadas. Según la experiencia de Balcázar, el robo de celular cumple una lógica diferente a la del asalto a transeúnte. “Es mucho más planeada en dos sentidos: identifican a quién le van a robar y saben a quién se lo van a vender”.