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C uando Guadalupe Olivares fue al consulado de México en Sacramento, California, para tramitar la ciudadanía de sus dos hijos, sabía que ese documento les ayudaría algún día.
Un mes después, fue detenida y encarcelada por elementos del Servicio de Migración y Aduanas de Estados Unidos, por haber entrado de forma ilegal y por haber usado un número de Seguro Social falso.
Debido a su deportación, sus hijos y ella tuvieron que regresar a México y rehacer su vida en un país con un idioma y una cultura diferente a la que ya se habían acostumbrado.
“Nunca pensé que me deportarían. Tenía 13 años viviendo en Sacramento, California, y ahora mis hijos y yo teníamos que adaptarnos a una nueva vida aquí en México”, explica Olivares.
Asegura que contar con la doble ciudadanía le premitió inscribir a sus dos hijos en escuelas públicas, derecho que de otro modo no tendría.
Explica que sus hijos, al ser mexicanos y estadounidenses, tienen una ventaja, puesto que pueden disfrutar de los beneficios que ofrecen ambas nacionalidades.
“A mis dos hijos los registré como mexicanos y por eso es que pueden estar en la escuela como cualquier niño que hubiera nacido aquí. Es una de las ventajas el que ellos puedan tener dos nacionalidades. Cuando sean grandes y quieran regresar a Estados Unidos, pueden entrar sin ningún problema o se pueden quedar aquí y estudiar y trabajar también sin ninguna dificultad. Tiene sus ventajas tener sus papeles en orden”, indica.
A pesar de que durante siete años Guadalupe Olivares tiene prohibido entrar a Estados Unidos, detalla que dentro de sus planes a largo plazo está regresar, debido a que en México es complicado ganar el suficiente dinero para cubrir sus necesidades.
“El dinero es lo que más extraño, porque si comparas lo que ganaba allá y lo que gano ahora [en México], es una gran diferencia. La verdad es que si me quiero regresar algún día [a Estados Unidos]”, detalla.
Comenta que una de los motivos que la frenan para retornar a Estados Unidos son las actuales políticas migratorias del gobierno del presidente Donald Trump.
“Espero que puedan cambiar las leyes y que no sean tan fuertes contra nosotros los migrantes. Todo está en Dios”, dice.