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Las iglesias asentadas en esta ciudad han decidido proteger a los migrantes. Algunos dicen que usarán toda su influencia y levantarán la voz para impedir deportaciones injustificadas, otros están dispuestos a ir a la cárcel por proteger a los mexicanos.

La educación es el arma de las iglesias, que están acompañadas por el Consulado General de México en Chicago. Mediante talleres, han instruido a más de 6 mil mexicanos, principalmente en Chicago y el condado de Cook, para saber enfrentar un posible escenario de deportación.

Les llaman talleres. La mayoría son organizados por la Pastoral de Migración de la Arquidiocesis de Chicago; otros, por el grupo Familias Latinas Unidas, en el que Elvira Arellano, con su hijo Saulito en brazos, se convirtió en insignia de la lucha por los derechos de los migrantes.

Anochece en el sur de Chicago, en el número 2716 de Division Street, el templo que fue santuario de Elvira Arellano durante un año luce a media luz. Ahí Jacobita Cortez ha terminado un taller de orientación sobre sus derechos con un grupo de mexicanos.

Ella es la coordinadora del Ministerio Legal de Familias Latinas Unidas; durante más de 30 años se ha dedicado al activismo en favor de los migrantes.

Narra su lucha por una amnistía que inició a principios del año 2000 y su fracaso con el ataque a las Torres Gemelas; su lucha por la 245I para evitar la separación de familias y el refugio de Elvira Arellano: “Con su resistencia abrimos no sólo nuestro corazón, estuvimos para decirle: ‘No estás sola’”.

Advierte que la actual coyuntura la percibieron desde antes de la victoria presidencial del empresario Donald Trump: “Nos mantendremos de pie pase lo que pase. Ese triunfo fue catastrófico para nuestra gente, pero surgió algo bueno: nos unimos.

“Estos 100 días de Trump hemos llenado las calles, hemos ido a Washington, salido en nuestras ciudades, nos han llamado a otras iglesias para hacer talleres; antes íbamos y había 30 personas, ahora hay 300 o 400 hablando de sus derechos”, narra.

Es metodista, pero celebra con orgullo a la Virgen de Guadalupe. Dice que han pedido a la gente no tener miedo, levantarse y salir a decir dónde están para poderla defender: “Estamos educando a la gente para que el miedo no nos haga sentir solos”, señala.

Jacobita es una mujer alta, de tez blanca. Tiene un empleo, pero dedica todo su tiempo libre a la orientación y defensa de migrantes, lo hace desde su templo, visitando otras iglesias que le han pedido ayuda y advierte que tendrá espacio para “dar santuario” a quien lo pida.

“Es un trabajo de resistencia. Estamos listos. Vamos a ver qué logramos. ¿Qué consecuencias voy a enfrentar por aceptar una persona indocumentada y revelarme? Incluso ir a la cárcel y quizá perder mi residencia. Si voy a la cárcel, voy; no maté a nadie, mi único crimen es abrir la puerta a un ser humano. Yo estoy dispuesta”, dice.

Arturo González es originario de Ciudad Hidalgo, Michoacán, Está casado con Erika García, quien es de un pueblo cercano a Fresnillo, Zacatecas. Migró a los 17 años a Chicago, hoy tiene 43. Logró la ciudadanía gracias a que su mamá es ciudadana estadounidense.

Este hombre, padre de Erick, Isaac y Alison, es ministro de la Pastoral Migratoria de la Arquidiocesis de Chicago, trabaja en la Oficina de Dignidad Humana y Solidaridad. Arturo es laico —hombre entregado a la fe, pero que mantiene su vida en matrimonio— y no descansa en la lucha.

Con su equipo, trabaja de cerca con el consulado de México en Chicago. Advierte que con el triunfo de Trump la comunidad entró en un estado de miedo y ansiedad. Por lo que estructuraron y pusieron en marcha los “Círculos de Paz”.

Hasta el momento, a través de las 350 parroquias que hay en Chicago, de las cuales 122 son hispanas, se han dado otorgado más de 70 talleres “Conoce tus derechos” a unas 6 mil 500 personas que llevan la información a sus barrios, calles y comunidades.

Aclara que la Iglesia católica no dará santuario a migrantes que estén a punto de ser deportados, pero alzará la voz para evitar que haya expulsiones injustas o se separen familias.

Dice que además de echar mano de su influencia, dará batalla en lo espiritual, apoyará a organizaciones sin fines de lucro que cuentan con abogados de migración y mantendrá una intensa actividad informativa: “Vamos a apoyar a las familias y a organizaciones para dialogar con las autoridades”.

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