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San Ignacio, Baja California Sur
Desde hace más de 30 años Antonio Aguilar Osuna se dedica a llevar turistas a la laguna San Ignacio para observar a la ballena gris, aunque al principio le asustaban estos cetáceos por su magnitud, ahora disfruta de navegar a su lado. Es dueño de uno de los 12 campamentos que se ubican a lo largo de la zona, que se verían perjudicados si el cambio climático continúa afectando las rutas que siguen los animales.
EL UNIVERSAL publicó ayer que en 50 años podría presentarse un reacomodo en las rutas que realizan las ballenas, debido al cambio climático.
Hasta el 19 de enero se habían contado 39 ballenas en San Ignacio frente a las 107 que se reportaron en la misma fecha del año pasado, lo que representa 63% menos.
Al 16 de enero se contabilizaron 347 cetáceos en la laguna Ojo de Liebre frente a los 584 registrados el 18 de enero de 2016, es decir, una reducción de 40%.
El avistamiento de las ballenas representa una importante derrama económica para Baja California Sur.
Según datos de la dirección de la biosfera El Vizcaíno, en promedio por temporada visitan la región alrededor de 10 mil turistas que generan ingresos estimados en 2 millones de dólares para las comunidades costeras.
Ojo de Liebre y San Ignacio pertenecen a El Vizcaíno. En 1972 el gobierno federal decretó la creación de los primeros santuarios de ballenas en esas zonas en Baja California Sur. Esta reserva es el área natural protegida más grande del país, con más de 350 mil hectáreas de superficie marina, de un total de más de 2.5 millones de hectáreas.
La ballena gris mide 13 metros de largo y pesa 30 mil kilos, su temperatura corporal es de 37 grados centígrados, mientras que sus crías tienen una longitud al nacer de 4.5 metros y pesan 500 kilos, su periodo de gestación es de 13 meses.
Durante su migración a costas mexicanas sale a respirar cada tres a siete minutos, su exhalación mide de tres a cuatro metros de altura.
En estas lagunas se permite realizar actividades comerciales, por ejemplo, la pesca, la acuacultura y el turismo.
Durante la temporada de ballenas está restringido el uso de redes, por lo que no se pone en riesgo la presencia de estos mamíferos marinos. Antonio recibe en el campamento La Freidera hasta mil 600 turistas entre los meses de enero y abril que buscan estar cerca de la ballena gris, las cuales viajan entre 8 mil y 10 mil kilómetros cada año desde las costas de la Península de Baja California Sur para su reproducción.