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Dos años han pasado y los médicos aún no se explican cómo aguantó un impacto de bala en la sien, pero su familia sí lo sabe: tiene ganas de seguir con vida. Aldo está tendido en una cama del Instituto Nacional de Rehabilitación y así se aferra a vivir.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Leonel Gutiérrez, hermano de Aldo, exige a las autoridades que no los abandonen y que hagan todo lo posible para que su hermano sea trasladado a su casa, se le acondicione el lugar y pueda pasar sus días en la comodidad de su hogar y junto a su familia.
Detalla que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) sólo les apoya con los pasajes para poder estar en el instituto de guardia las 24 horas del día. Así han transcurrido estos dos años de angustia.
“Exigimos que el gobierno se preocupe por hacer el espacio bien acondicionado en su lugar de origen para familiarizarse, que estén los médicos que se requieran, así como todos los aparatos que necesiten”.
Así se encuentra Aldo Gutiérrez Solano, uno de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, desde el 26 de septiembre cuando fue atacado a balazos junto con sus compañeros por policías de Iguala.
Antes de entrar a la normal, Aldo intentó ingresar a la Armada de México, pero no lo logró. Su espíritu por servir lo trasladó a lo educativo y se decidió por Ayotzinapa… donde quedó truncado su sueño de ser maestro.
Su estado de salud es delicado, aunque mejoró y respira sin aparatos, le hace falta algo: que el Estado mexicano garantice todos sus medicamentos y le asegure un futuro.
Leonel recuerda cuando recibió la noticia del ataque a los normalistas en Iguala: “Fue muy impactante para toda la familia, era un muchacho que no buscaba problemas, siempre fue respetuoso, no sé por qué le hicieron eso”.
A partir de ahí, toda la familia decidió involucrarse para cuidarlo y ahora se turnan para que Aldo siempre esté acompañado en esa habitación del instituto. A ello se suman los trabajadores que tratan de hacer un ambiente ameno para que no decaigan.
Cuando están en la habitación, Leonel, sus otros hermanos y sus padres platican con Aldo, le dicen todo lo que sucede en su poblado, ahí en Tutepec, municipio de Ayutla de los Libres. A esas pláticas reacciona Aldo. Tiene algunas reacciones cuando escucha las voces de sus seres queridos, más aún cuando escucha la música que le gusta del grupo Sabroso y Caliente.
“Cuando le ponemos la música tiene reacciones, bosteza y por eso sabemos que está entendiendo. Parpadea, abre los ojos, pero no lo controla, sabemos que no ve porque el impacto de bala le afectó”, explica.
Para animarlo, Leonel también le contó a Aldo que es abuelo porque la gatita que siempre estaba con él parió. Eso —dice— sabemos que le da ánimos de seguir vivo. La familia Gutiérrez Solano no pierde la esperanza que cuando Aldo sea trasladado a casa mejore y los pueda reconocer.
“Mi papá tiene la esperanza de verlo de regreso a casa, que quizá nos pueda reconocer. Vemos difícil que pueda hablar y mucho menos que pueda ver”, indica el hermano que era ejemplo para Aldo.
De nuevo viene el recuerdo de que un policía disparó contra su hermano: “¡Uno como hermano se le iría encima al policía, pero mejor se lo dejamos a la justicia! Si lo tuviera enfrente le diría: ¿Por qué le disparó? ¿Por qué le cambió la vida a mi hermano, por qué lo hace sufrir tanto si era una persona no un animal? ¿Te gustaría estar sufriendo como nosotros? Fue un policía y está comprobado.