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politica@eluniversal.com.mx
La casa blanca de las Lomas ha perdido su color minimalista. La fachada de Sierra Gorda 150 que lucía un blanco esplendoroso en los tiempos que fue propiedad de la familia presidencial, ahora se encuentra descuidada y a decir de los vecinos, abandonada, pues desde hace bastante tiempo no hay movimiento de entrada y salida.
En un recorrido por la que fue la casa de la primera dama, Angélica Rivera Hurtado, ninguna persona atiende a la puerta de la residencia que en 2014 detonó el escándalo contra la familia presidencial por su valor de 86 millones de pesos, lo que ocasionó que el lunes pasado el presidente Enrique Peña Nieto pidiera disculpas a los mexicanos por lastimar la investidura presidencial. “Fue un error”, admitió.
“En noviembre de 2014, la información difundida sobre la llamada casa blanca causó gran indignación. Este asunto me reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar conforme a derecho y con total integridad, también somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos y en esto reconozco que cometí un error. No obstante que me conduje conforme a la ley, este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos. La entiendo perfectamente, por eso, con toda humildad, les pido perdón”, expuso el mandatario.
Al revisitar la zona más elegante del país, donde viven las familias más ricas de México, el vecindario nota diferencias. Algunas son evidentes a la vista.
El blanco hoy luce desaseado, luego de que la residencia mereció el mote de casa blanca. Resplandecía en las páginas de la revista Hola.
Ahora se aprecian manchas negras y las paredes, deslavadas, lo que resalta por su desalineado entre el colorido impecable de las propiedades ubicadas a los lados de la misma, en la exclusiva colonia residencial Lomas de Chapultepec, Sección 8.
Hasta aquí sólo se puede llegar en automóvil porque no hay transporte público cercano.
Aquí también es difícil perder el sosiego por el ruido excesivo de cualquier avenida concurrida en la capital del país. Es un remanso.
Ese fue el lugar que en su momento había escogido la esposa del presidente Peña Nieto como un hogar para poder descansar y pasar los días.
Aquella casa minimalista que cambiaba el ambiente según el estado de animo de sus habitantes ahora luce semi deshabitada. Las enredaderas de la fachada principal han crecido de manera desmedida, sin cuidado alguno, para así extenderse por la puerta principal.
Desde la calle, frente a la embajada de Bangladesh en México, se aprecia cómo las palmeras plantadas dentro de la propiedad también comienzan a secarse, se inclinan.
Según la información oficial, desde el 11 de diciembre de 2014 la casa blanca dejó de ser propiedad de Angélica Rivera Hurtado, esposa del titular del Ejecutivo. Tal parece que desde ese entonces ninguna persona la ha comprado o al menos se ha descuidado su aspecto con toda la basura que cubre los dos portones que dan acceso a los garajes y las puertas de entrada de personal y el acceso principal.
El tiempo y el clima han hecho estragos en la pintura. Manchas de humedad se extienden por los tres pisos del inmueble, que en el interior cuenta con una alberca, según fotografías reveladas por varios medios de comunicación.
A pesar de que no hay entrada ni salida de habitantes, en la caseta de vigilancia instalada en una de las cuatro entradas de la residencia se aprecia —a través de un vidrio ahumado— que una pantalla aún está funcionando y monitorea todo movimiento a través de tres cámaras instaladas en las calles. Los ojos de los vigilantes están presentes, aunque se negaron a dar la cara.
Una vecina, que pidió no dar a conocer su nombre, asegura que desde hace tiempo dejó de registrarse movimiento en la casa de la exclusiva zona. “Pareciera que nadie vive aquí”, dice la mujer, quien también siente curiosidad sobre la información que ha trascendido mediáticamente.
El medidor de energía eléctrica colocado en una de las paredes funciona. Pero a pesar de la insistencia, nadie atiende la puerta.
Otro vecino asegura que “ya ni se sabe si alguien vive aquí”. Un nido de araña en la esquina de uno de los portones de la casa da cuenta que la limpieza ha dejado de importar a los dueños de Sierra Gorda 150.
Desde hace meses se desconoce si la vivienda está en venta, de ninguna de las paredes cuelgan letreros de “se vende” o “se renta”, mientras que la página web de la empresa, supuestamente del Grupo Higa, ha dejado de funcionar. La primera dama se quedó sin su casa minimalista.
Pero no todo quedó perdido. Según la Presidencia de la República, se regresó la posesión del inmueble a Ingeniería Inmobiliaria del Centro SA de CV, empresa que reintegró los pagos que había realizado Angélica Rivera del 12 de enero de 2012 al 11 de diciembre de 2014.