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Cargado en los hombros de sus compañeros, el festejo se prolongó por aquel enorme patio que tenía en el centro esa estructura a la que llamaban el castillo y que funcionaba como dirección. “Por más empeño, si no hubiera tenido buenos maestros no habría podido ganar”, cuenta José, quien obtuvo ese reconocimiento al ser el mejor de los promedios de México en la educación básica.

Graduado en 1984 en el Colegio Madrid, el hoy músico de apellido Areán, quien hasta hace poco era el director de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, recuerda el orgullo de representar en ese periodo a la institución, fundada por el exilio republicano español el 21 junio de 1941.

A la memoria de José Areán llega el significado histórico de ir en la institución a la que su padre acudió también, como parte de esas generaciones del refugio español recibidas entre 1939 y 1942 en territorio mexicano, con anuencia del presidente Lázaro Cárdenas.

Han pasado siete décadas y un lustro de la fundación del Colegio Madrid y el esquema de la institución se ha sostenido.

“Ha sido la subsistencia de un proyecto, de una forma de pensar, de una ideología. Actualmente en España se utilizan muchos de los métodos pedagógicos de la Segunda República”, dice Alicia Martínez Dorado, secretaria de la Junta de Gobierno del Colegio Madrid, pero también ex alumna de la institución y de la generación de Francisco Barnés de Castro, ex rector de la UNAM.

Así como Barnés de Castro o Areán, también pasaron por estas aulas cuatro ex directores de la Facultad de Química de la UNAM, entre ellos Andoni Garritz. Por sus pasillos también estuvieron Juan Villoro, Valeria Luiselli, Alondra de la Parra, el cineasta Carlos Cuarón, el músico Jorge Fratta, el comentarista de deportes Antonio Rosique y Eduardo Bárzana, ex secretario general de la UNAM.

Esos son sólo algunos nombres y apellidos de los muchos que han estudiado en la escuela en estos 75 años de historia, donde se incluyen a chilenos, argentinos y uruguayos exiliados por las dictaduras militares en sus países.

“Llegaron los compañeros tras haber sufrido cosas indecibles. Entendimos el significado de lo que era realmente ser refugiados y dejar la propia tierra por el peligro de muerte, desde una experiencia política cercana, eso nos hizo ser conscientes”, recuerda Areán.

Cuando la institución se fundó en un terreno de la zona de Mixcoac, propiedad de la familia Limantour, del porfiriato , atendía sólo a niños de primaria. Entre los años 50 y 60 la demanda por la educación media y media superior les obligó a ampliar sus servicios a la secundaria y el bachillerato, hasta llegar a finales de los años 70 a tener una matrícula de entre mil 900 y 2 mil estudiantes, cifra de alumnos que se mantiene en la actualidad.

En 1979 el colegio se mudó a la delegación Tlalpan, en la zona sur de la Ciudad de México, y se convirtió en un polo educativo de referencia, que lo hizo tener hasta 3 mil alumnos, el máximo en su historia. Las generaciones han estado acompañadas de una formación con ideales educativos republicanos, un pensamiento crítico liberal y con principios que se basan en la justicia.

“Lo que buscamos en nuestro perfil de egreso son personas que sean ejemplo y que transformen la realidad, no buscamos a líderes que jalan a otros, sino que contagian a otros de saber más y hacer bien las cosas, de llegar a comunidades en donde haya una pérdida y tener la capacidad de organizarse e impactar de alguna manera”, explica Rosa María Catalá Rodes, directora general del Colegio Madrid.

Un botón de muestra fue aquél terremoto de 1985. Ex alumnos, como José Areán, se buscaron para organizarse y prestar auxilio a la población desde centros de acopio y telefónicos, así como en el levantamiento de escombros.

“Ese sentido de solidaridad aprendido no se reducía a formar comunidad con los integrantes y ex miembros de la institución, sino entender lo que es perder las cosas, y por lo tanto ser solidario con eso; la participación social y ser un idealista progresista, todo eso viene del Colegio Madrid”, relata el músico.

La “mexicanización” de la institución ha sido evidente. En los años 70, sus aulas recibían 50% de hijos o nietos de españoles republicanos; hace seis años era 11% de nietos o bisnietos de ex alumnos y hoy, luego de una convocatoria a los egresados para coincidir con sus hijos en esta formación, se ha aumentado hasta 17%, no todos vinculados al exilio español, sino también al de América Latina.

La dirección del Colegio Madrid, a cargo de Catalá Rodes, subraya el valor actual de la escuela, al señalar que la formación que se imparte es sólida, da seguridad, creatividad, capacidad de organización, y enseña a tener una convicción de que los valores como la solidaridad se viven dentro y fuera de las aulas.

“Mantener un proyecto como éste es importante por su valor. Consideramos que logra la formación de un capital humano, de lo que es un proyecto educativo que desarrolla personas con gran capacidad de actuación”, considera la directora.

A los que se les conoce como madrileños se les fomenta el aprendizaje correcto del español, pero no se han olvidado de la enseñanza del idioma inglés, en el que han alcanzado el nivel de las evaluaciones de Cambridge en secundaria y bachillerato.

“Es una institución que trascendió todo tipo de ataques en España y que defendió ideales educativos en México, que para su época eran sumamente revolucionarios y que le costaban al colegio, y le siguen costando probablemente un poco, en esta imagen que los del Madrid son de pensamiento crítico”, agrega.

Un producto, resultado de este aniversario, será un museo virtual. En internet se podrán observar fotografías y documentos digitalizados como el acta constitutiva o recibos que el Colegio Madrid pagaba en sus inicios a los egresados de primaria para que continuaran con estudios como Comercio, Taquimecanografía y Corte y Confección, entre otros.

En el museo se verán o escucharán testimonios de ex alumnos, así como algunas de las canciones tradicionales españolas que se enseñan en la institución como la de Vamos a contar mentiras.

“Hay muchas cosas que se perdieron en el cambio de Mixcoac al sur de la ciudad, la idea es recuperar la memoria oral y escrita para reconstruir la historia de la institución. Será un centro documental, en donde se pueda investigar y comunicar el tránsito del Colegio Madrid a lo largo de 75 años y hasta la fecha, con su proceso de mexicanización de raíces españolas”, relata la ex alumna integrante de la Junta de Gobierno.

El acervo contará con 2 mil 10 fotografías del Colegio Madrid en la zona de Mixcoac. En ese álbum aparecerá aquél al que José Areán y sus compañeros, de muchas generaciones, llamaban castillo, símbolo por muchos años del legado del exilio español. Una colección más amplia mostrará la vida en el sur de capital, etapa que consolidó este proyecto de la Segunda República en la modernidad.

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