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perla.miranda@eluniversal.com.mx
Seis treinta de la mañana, los rayos del sol aún no iluminan el municipio de Coatzacoalcos, en Veracruz, pero María Bárbara Wetzel Aguilar, de 12 años, se prepara para ir a entrenar gimnasia. Bibi, como le gusta que la llamen, practica duramente, en julio defenderá su título como campeona mundial de Gimnasia Artística Femenil con Síndrome de Down, que ganó en noviembre de 2015 en Florencia, Italia.
Lo primero que hace tras despertar es tomar un desayuno ligero y después Mónica Aguilar, su mamá, la lleva al primer entrenamiento. “Son tres horas de gimnasia, de siete a 10 de la mañana, luego voy a la escuela”, cuenta Bárbara en entrevista con EL UNIVERSAL.
Lleva nueve años en la disciplina, inició a los tres. Nació siendo portadora de un gen más en el par 21, por ello cuando tenía tres meses inició una terapia física enfocada en el desarrollo sensorial del habla. El resultado del esfuerzo es notable: habla con fluidez. Cuando concluyó esta etapa sus padres encontraron en la gimnasia la actividad que ayudaría a fortalecer los músculos de su hija.
“Entró a practicar aún con pañales, había terminado su terapia física, pero los niños con síndrome de Down nacen con hipotonía, que es una disminución en el tono muscular, por ello, muchos tardan en caminar porque sus músculos están flácidos”, explica Aguilar.
Bárbara estudia el sexto grado de primaria en un curso regular. A pesar de que tiene permiso para llegar más tarde —por sus entrenamientos— debe realizar las mismas tareas que sus compañeros, “las materias que más me gustan son matemáticas, español y civismo”, dice.
Complementario a su educación, realiza diariamente una hora de kumon, que es un programa de estudio que consiste en que los alumnos sean autodidactas a través de la resolución de cuadernillos de ejercicios, que cada vez se hacen más complejos, logrando un grado avanzado de destreza.
Para consolidarse como campeona mundial, pasó infinidad de obstáculos. En sus inicios, sus profesores se dieron cuenta de que ella tenía un buen nivel de retención y coordinación, así que la impulsaron para que participara en competencias infantiles. Su primera barrera a vencer fue el pánico escénico, puesto que no sabía cómo manejar los nervios frente a gente desconocida, pero poco a poco perdió el miedo.
“Todos los días le iba recordando cuando no se podía parar de brazos o hacer equis ejercicio y le decía: ‘Ves, puedes hacerlo’. Eso la motivaba mucho”, comenta su madre.
Este tipo de apoyo logró que Bárbara y su familia se dieran cuenta de que no existen los límites cuando se trata de alcanzar sus sueños.
Mami aléjate de mí, déjame a mí”, repite Bibi durante la entrevista, no le gusta que su mamá esté presente cuando responde.
La niña es muy risueña. Al hablar, las comisuras de sus labios dibujan breves sonrisas y sus ojos brillan con la misma intensidad que su rubia cabellera.
Sus mejores amigas son Georgette Gómez, Emilia Espinoza y su mejor amigo se llama Daniel Prieto. Le gusta jugar a las atrapadas, a las escondidas y al juego de manos "Chocolate", en el que entona una canción “choco choco lala, choco choco tete, choco choco la, chocolate”. Con entusiasmo muestra fotografías de ella divirtiéndose en una feria.
El momento de la victoria
En noviembre de 2015, Bárbara viajó a Italia y presentó sus rutinas en el Campeonato Mundial de Gimnasia en la categoría júnior de la Organización Internacional de Atletas de Gimnasia con Síndrome de Down (DSIGO). Obtuvo la victoria luego de alcanzar un puntaje de 53.25 por la dificultad de sus rutinas.
“Me sentí muy feliz, contenta y muy orgullosa, vencí a la italiana y a la rusa, me emocionó mucho ganar”. Lo que más le gusta son las rutinas de piso, bajas, viga y trampolín, practicar “me hace muy feliz”.
Antes de despedirse manda un mensaje a todos los niños de México, les pide que luchen por sus sueños, “échenle muchas ganas, cumplan sus metas. Me gustaría enseñarles y contarles a todos mi experiencia”.
Este 30 de abril será un Día del Niño especial para Bibi, además de recibir obsequios por parte de sus seres queridos se graduará en un campamento infatil.
El apoyo que no ha llegado
El total de los gastos que implicó la participación de Bárbara en los Juegos Trisómicos, realizados en Italia, fueron sufragados por la familia Wetzel Aguilar, quienes a la fecha mantienen un adeudo.
Cuando regresó campeona a Coatzacoalcos, el alcalde se comprometió a ayudarla. “No sabíamos, nosotros la hubiéramos apoyado, ahora que es campeona la vamos a apoyar”, declaró en aquel momento Joaquín Caballero Rosiñol, pero hasta hoy el gobierno municipal sólo le ha otorgado una beca mensual de cinco mil pesos y prometió un patrocinio de 35 mil pesos más.
“El 15 de julio hay que viajar a Italia otra vez, para que defienda su campeonato, sería una tristeza que por falta de recursos no pueda asistir, estamos buscando patrocinio o apoyo gubernamental”, señala Mónica Aguilar.
Para que Bárbara pueda asistir de nuevo a este certamen internacional, debe recaudar cerca de 270 mil pesos. En estas competencias se presentan todas las disciplinas de las federaciones internacionales de Síndrome de Down: natación, atletismo, gimnasia, todas a la par de las olimpiadas de Río de Janeiro. Es la competencia más alta que existe a nivel internacional de gimnasia artística, debido que los juegos paraolímpicos no la cuentan como disciplina.
Mónica Aguilar relata que a pesar de que existe la Federación Mexicana de Deportistas Especiales no ha podido contactarlos. Hace tiempo se comunicó con la organización federal pero le dijeron que Bibi tenía que competir primero a nivel estatal, luego nacional y entonces ver si cumplía con las condiciones para un mundial. Además, era necesario realizarle un antidoping, “yo decía, si no tiene con quién competir aquí y puede ir al mundial por qué le niegan la oportunidad”.
Recientemente la niña fue inscrita en el Registro Nacional de Deportistas Especiales, pero aún no le han dado una respuesta positiva.
Otro apoyo que ha recibido fue por parte de Leotardos Gilling, empresa que se dedica a hacer esta prenda para el equipo representativo nacional de gimnasia, para ellos Bárbara también es una delegada de México.
La familia Wetzel Aguilar quedó sorprendida porque personas que radican en Estados Unidos se enteraron de su situación y empezaron a enviar dinero a la familia, con ello se juntaron cerca de 25 mil pesos que sirvieron para la inscripción de Bibi en los juegos trisómicos.
“Algunas personas que viven en Estados Unidos, mientras trabajaban escucharon nuestra historia y empezaron a mandar 10 o cinco dólares” narra Mónica.
Al acordarse de la victoria de Bibi, los ojos de la señora Mónica Aguilar se empañan, recuerda que se le hizo un nudo en la garganta. Sabía que su hija iba por lo menos por una medalla, pero regresó con cuatro. También le sorprendió que en las calles de Italia la gente detuviera a su hija para felicitarla.
Para Mónica Aguilar lo más valioso del esfuerzo de su hija es darse cuenta que “a pesar de que en teoría está limitada, ella no tiene límites y detrás de ella vienen un montón de niños que seguirán su ejemplo”. La madre de Bárbara cuenta que, antes, su hija era la única niña con capacidades especiales en su clase de gimnasia y ahora hay un grupo de cinco pequeños.
También es importante para su familia que la menor esté contenta con lo que hace. “No quiero a una niña que el día de mañana no quiera ir a la escuela o no quiera entrenar porque su carga de trabajo sea rígida, quiero una niña que esté siempre feliz”, concluye Mónica Aguilar.
Tras una jornada de más de 12 horas, Bibi se va a descansar, sueña con cumplir sus metas, la más cercana es la defensa de su campeonato mundial de gimnasia artística, pero también sueña con crecer y convertirse en astronauta, “quiero viajar a la luna y también ver marcianos en el planeta Marte”.