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María nació como niña en lo biológico, pero desde que ingresó al preescolar pidió a sus padres que le llamaran Germán.
Rechazaba los vestidos, los juegos de niños, el cabello largo, los moños y trenzas, lo rosa, todo aquello que fuera femenino.
Sus padres le explicaban que era una niña, pero cuando se refería a sí mismo lo hacía en masculino. “Desde los cuatro años mi hijo [en ese entonces María] nos decía por ejemplo: ‘hoy estoy contento’ o ‘me siento enfermo’, y nosotros sus padres la corregíamos: ‘no se dice enfermo María, se dice enferma… eres una niña’. Pero María a los seis años sabía que era un niño y pidió que lo llamáramos Germán; su identidad de género era masculina, sentía pertenecer al género masculino y como tal lo expresaba. Surgió la negación, nuestra evasión, los primeros desacuerdos”, explica Miriam.
Miriam y Roberto decidieron informarse con médicos, sexólogos, endocrinólogos y sicólogos para comprender. “Nos explicaron que lo que nuestros hijos tienen en medio de las piernas no siempre coincide con lo que tienen en la cabeza. El sexo no sólo se rige por un pene o una vulva, sino por lo que tienes en el cerebro; la mayor parte de las veces cerebro y sexo coinciden, otras no”.
Supo que estaban ante una transexualidad masculina, es decir, aquellos que naciendo con un físico y/o genitales del sexo femenino desde la niñez , siente que su sexo es masculino.
Para expertos, la transexualidad infantil existe, es una realidad. No es una enfermedad o un trastorno. Los niños se sienten incómodos en su propio cuerpo. No es algo que se elige o se prefiere. Simplemente se es. Un transexual es la persona que nace con determinado sexo, pero que se identifica con un género contrario al que le fue asignado de nacimiento.
Rafael Salim Pascual, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la UNAM, y director de la Clínica de Diversidad Sexogenérica (Divergen) UNAM, señala que la transexualidad infantil es una de las realidades menos abordadas y suele confundirse con la homosexualidad; a los niños transexuales hay que protegerlos del exterior.
Fue a los 7 años de edad cuando los padres de María decidieron que apoyarían a su hija para que hiciera la transición de niña a niño; de María a Germán, a esto se le conoce como transición genérica social.
“ Un día ella explícitamente me dijo que quería ser todo el tiempo niño, al principio creí que quizás mi niña era lesbiana, pero a su edad no estábamos hablando aún de sus preferencias sexuales o de atracción erótico-afectivas… así es que había que descartar esa posibilidad.
“Buscamos más información. Lo aceptamos. Decidimos llamarlo Germán las 24 horas del día, cambiamos de escuela. Por fortuna, en la Ciudad de México hay varias escuelas que aceptan a niños transexuales. Le permitieron utilizar el uniforme de varón, y sólo el director del plantel conoce la verdadera identidad de nuestro hijo Germán. También en la escuela lo ayudaron a elegir el camino por el que quiere transitar alejado de prejuicios y discriminación: no ha sido fácil, el camino ha sido muy largo hasta llegar aquí”.
“Vivir en el anonimato fuera de casa y después conforme la persona vaya creciendo ir haciendo la transición con la administración de inhibidores que lo/ la ayudarán a realizar el cambio de género. Se retarda el crecimiento”, dice Salim Pascual.
Se entiende como transición social cuando las personas transexuales deciden mostrarse públicamente de acuerdo con el sexo con el cual se sienten identificados y no con el sexo con el cual han nacido. El proceso suele ir acompañado con un cambio de nombre, de acuerdo con la agrupación Familias por la Diversidad Sexual.
Una vida en el anonimato
“Nosotros somos una familia que nos vivimos en el anonimato, sobre todo, para evitar el bullying en la escuela, por lo demás, nuestra familia está enterada. Yo hice un video el día en que mi hijo cumplió siete años explicando la situación, y sólo pedí a nuestros familiares y amigos cercanos que se dirigieran a Germán en masculino, que lo llamarán por su nombre, y que respetaran su decisión. Sabemos, sin embargo, que hay personas que no aceptan la diversidad, algunos piensan que nosotros fracasamos como padres. Yo lo veo como una oportunidad de vida, como un reto para ser una mejor madre y ayudarlo en todo momento”, admite la madre.
Miriam y Roberto procedieron a un juicio, impugnaron ante el Registro Civil para solicitar el cambio de nombre y género, y hoy Germán, con 11 años de edad, ya cuenta con su acta de nacimiento corregida con su nombre y género correctos. “Hoy, nuestro hijo Germán viven en el género al cual dice pertenecer; su actitud cambió, la sonrisa en su rostro es evidente … todo cambió el día en que le preguntamos … ‘está bien … tu quieres ser niño… ¿cómo quieres que te llamemos?’.
Hoy, con 11 años, Germán vive completamente como niño y su madre, —contadora pública— se refiere a él en entrevista con EL UNIVERSAL, utilizando siempre el género masculino.
“Lo que tenemos es un niño. A María la tuvimos que dejar atrás, romper con las expectativas de haber tenido una niña y darle cabida a Germán. Sin duda no fue fácil, su padre y yo tuvimos una niña, pintamos su cuarto de rosa, compramos una cuna de niña, juguetes de niña, teníamos expectativas para ella como mujer a futuro y sin duda vivimos un duelo de varios años hasta entender a Germán, apoyarlo y acompañarlo en su camino de transexualidad, acompañarlo en su proceso vital de transición y ayudarlo para que pudiera elegir el camino por el que quería transitar alejado de prejuicios y discriminación , cuando menos en nuestra casa, en nuestra familia nuclear, es decir , nosotros sus padres y sus dos hermanos decidimos apoyarlo. Fue un enorme reto para Roberto y yo como pareja también”, comenta Miriam, su madre.
Una infancia de princesa
Miriam Ángel, fundadora del grupo Familias por la Diversidad Sexual, explica que sexo e identidad de género son conceptos necesarios de diferenciar: “ El primero se refiere a lo biológico y se relaciona con los genitales del menor, y la identidad de género es aquello de lo que el niño se siente parte de acuerdo a factores que él mismo considera como propios, como la ropa, el peinado, los juegos. De acuerdo a esto último, los niños y las niñas pueden sentirse distintos al sexo biológico al que fueron asignados al nacer”.
“De hecho, hay evidencias científicas que señalan que la identidad sexual puede residir en el núcleo límbico, la estría terminalis, y que queda establecida antes del nacimiento, pero para conocer con certeza la identidad de un niño o niña habrá que esperar hasta que con la conquista del lenguaje, alrededor de los 2 años, sea capaz de nombrarse y empiece a expresar el sexo con el cual se identifica”, agrega.
Para la experta en transexualidad, la identidad de género se establece a los 4 años de edad, pero a medida que los niños transexuales maduran y experimentan la crítica de sus pares, suprimen o disimulan algunas conductas para poder pasar desapercibidos”.
Tenía que ocultar a Dora
Tal fue el caso de Salvador Omar, quien nació varón y hoy es Dora Omara, de 26 años. Dora se supo niña desde pequeña, pero lo ocultó durante toda su infancia y adolescencia: “Tengo que decir que viví una infancia feliz, aunque en algún momento tuve que ocultar lo que yo era. Yo realizaba lo que los médicos conocen como conductas atípicas de género; cuando niña me maquillaba, utilizaba los tacones de mi madre, actuaba como las princesas de las películas de Disney, hasta que un día mis padres me lo prohibieron, yo entendí que tenía que ocultar esta parte, ocultar un género que no me correspondía según las normas de la sociedad, tuve que apartarme y continué como Salvador Omar ”.
Salvador siguió su carrera y decidió hacer la transición justo a la mitad de la licenciatura en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. “Primero me documenté y supe que era posible hacer la transición genérica, decidí hablar con mis padres para decirles que haría el cambio de identidad. Necesité mucho valor para anunciarlo. Llevó tiempo que lo comprendieran. Comencé con acciones muy concretas. Fui a la Clínica Condesa que atiende a la población transexual y estoy en proceso de hormonización (cambio de los órganos a través del uso de hormonas) desde hace seis meses, en algún momento dejaré de tener características masculinas; llevo también un tratamiento médico y sicológico. Hoy, por primera vez en 20 años, vivo la vida que siempre quise, con una identidad de género ya consolidada como una mujer ”, comenta.
Actualmente todos sus documentos e, incluso su historial académico, aparecen con su nombre como mujer de manera legal y hasta el título que recibirá próximamente lo hará como Dora Omara, puesto que ha concluido su cambio oficial de identidad. Es ella quien recomienda a los padres de familia y a la sociedad en general relativizar los prejuicios y, en contraste, optar por la información. “ No hablen desde la ignorancia”, recomienda.
“Los padres deben tener claro que la infancia transexual existe, la infancia es una etapa en la que la identidad de género ya está formada. No es un capricho. No es culpa de nadie. Mi recomendación es que los padres respeten, que piensen que es una condición que puede significar todo en la vida de sus hijos”, concluye Dora Omara.
Existe la transexualidad de inicio temprano (como el caso de Germán), y la transexualidad de inicio tardío (el caso de Dora), para ambas, la recomendación de expertos es nunca cerrar los canales de comunicación con los hijos, no reprimirlos, tratar de llevarlos de la mano y protegidos ante el cambio de género, porque el rechazo a la realidad, la negación de su identidad, lanzarlos a la calle y de la casa es muchas veces lanzarlos también a la muerte”.