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Es necesario apostarle al arrepentimiento y a la conversión ante un contexto de autodestrucción, subrayó el papa Francisco cerca de la línea entre México y Estados Unidos, en donde habló de la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado.
En un mensaje durante una misa realizada en el área de la antigua Feria Expo, a la que asistieron fieles católicos de varios estados de la República Mexicana y de Estados Unidos, y desde donde se observa territorio de esa nación vecina, el jefe del Estado Vaticano, quien se refirió a las mujeres que les ha sido arrebatada la vida injustamente, destacó:
“Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar al otro lado. Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano”. Ante esto, planteó: “¡No más muerte ni explotación! (…).
A más de 220 mil personas que llegaron desde la madrugada y aguantaron el calor y los intensos rayos del sol, les dijo: “No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos.
“Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global. Esta crisis, que se puede medir en cifras, nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familia. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado.
En la ceremonia litúrgica en la que participaron 70 obispos, de los cuales 40 son mexicanos y 30 estadunidenses, el obispo de Roma les dijo a los ahí reunidos entre los que se encontraban más de dos mil migrantes invitados, más lo que llegaron por separado, el dirigente religioso argentino consideró:
“Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza, sino que encima sufren estas formas de violencia.
“Injusticia que se radicaliza en los jóvenes, ellos, carne de cañón, son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. ¡Y qué decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida!”.
Insistió sobre la importancia del arrepentimiento y la misericordia, en el marco de las cuales, dijo, “siempre hay posibilidades de cambio. Estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad”.
Francisco pidió “llorar por la injusticia, llorar por la degradación, llorar por la opresión. Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido. Son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno”.
tpc