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francisco.resendiz@eluniversal.com.mx
Ante las clases política y empresarial del país reunidas en Palacio Nacional, el papa Francisco dijo que un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos y honestos, capaces de empeñarse en el bien común, “que en este siglo XXI no goza de buen mercado”.
Advirtió que cuando alguien busca el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento de todos, tarde o temprano la sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, “causando sufrimiento y frenando el desarrollo”.
Dijo que el pueblo mexicano afianza su esperanza en la identidad que —asentó— ha sido forjada en duros y difíciles momentos de su historia por grandes testimonios de ciudadanos que han comprendido que para poder superar las situaciones nacidas de la cerrazón del individualismo, era necesario el acuerdo de las instituciones políticas, sociales y de mercado, y de todos los hombres y mujeres que se comprometen en la búsqueda del bien común y en la promoción de la dignidad de la persona.
“Juventud, riqueza de México”. En el Patio Central de Palacio Nacional, el papa Francisco enfatizó que la principal riqueza de México hoy tiene rostro joven. “Sí, son sus jóvenes”. Destacó que más de la mitad de la población del país está en edad juvenil, lo que permite pensar y proyectar un futuro, “un mañana. Da esperanza y proyección”.
El jerarca católico destacó que un pueblo con juventud es capaz de renovarse y transformase, y ello es una invitación a alzar con ilusión la mirada hacia el futuro.
“Esta realidad nos lleva inevitablemente a reflexionar sobre la propia responsabilidad a la hora de construir el México que queremos, el México que deseamos legar a las generaciones venideras.
“También, a darnos cuenta de que un futuro esperanzador se forja en un presente de hombres y mujeres justos, honestos, capaces de empeñarse en el bien común, que en este siglo XXI no goza de buen mercado”, detalló el jerarca católico.
Francisco indicó que una cultura ancestral y un capital humano esperanzador, como el mexicano, tienen que ser fuente de estímulo para encontrar nuevas formas de diálogo capaces de guiarlos por la senda del compromiso solidario.
“Un compromiso en el que todos, comenzando por quienes nos llamamos cristianos, nos entreguemos a la construcción de una política auténticamente humana y una sociedad en la que nadie se sienta víctima de la cultura del descarte”, dijo.
Misión de dirigentes. En su mensaje, el líder de la Iglesia católica puso énfasis en que a los dirigentes de la vida social, cultural y política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en los que se desarrolla la sociabilidad humana.
Ayudándoles —puntualizó— a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda, trabajo digno, alimentos, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz.
“Esto no es sólo asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras, siempre necesarias, sino de urgente formación de la responsabilidad personal de cada uno, con pleno respeto del otro, como corresponde en la causa común de promover el desarrollo nacional”, subrayó.
Dijo que se trata de una tarea que involucra a todo el pueblo mexicano en las distintas instancias, tanto públicas como privadas, colectivas e individuales, y comprometió la colaboración de la Iglesia católica en “la edificación de la civilización del amor”.
Francisco dijo que se dispone a recorrer el país como un misionero y peregrino que quiere renovar con los mexicanos la experiencia de misericordia como un nuevo horizonte de posibilidad, “que es inevitablemente portador de justicia y de paz”.
Destacó la importancia de México en América e hizo notar su biodiversidad, ubicación geográfica, así como sus culturas indígena, mestiza y criolla que le dan identidad.