Ciudad del Vaticano.— El secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, cree que uno de los retos de la Iglesia mexicana es “denunciar el mal” y “alzar la voz” ante fenómenos como la corrupción, el narcotráfico o la violencia.

“El reto es denunciar el mal que está presente, alzar la voz contra todos aquellos fenómenos negativos, desde la corrupción hasta el narcotráfico, la violencia o la criminalidad que impiden al país proceder por la vía del progreso material y espiritual”, afirmó.

Parolin dijo lo anterior durante una entrevista publicada por el Centro Televisivo Vaticano, en la que se le preguntó, entre otros asuntos, por los retos de la Iglesia en México, un día antes de que el papa Francisco comience su viaje a ese país.

El purpurado destacó el desafío de que la Iglesia mexicana sea “una buena samaritana ante tantas situaciones de personas que sufren y se encuentran en una situación de necesidad.

“Pensemos en el fenómeno de la migración y en el impacto que tiene en las familias, el impacto disgregador que tiene sobre las familias. La Iglesia está haciendo mucho a este nivel y deberá continuar haciendo mucho”, indicó.

Otro de los objetivos de la Iglesia mexicana, en opinión del religioso, es el de “educar las conciencias, desde el punto de vista de hacerlas más sensibles ante fenómenos negativos.

“Por ejemplo, denunciar y educar contra la idolatría del dinero, que lleva a no respetar ningún valor, ni siquiera el de la vida humana y, sobre todo, anunciar el Evangelio, partiendo de la base de que esta es la mejor manera de combatir estos fenómenos negativos”, defendió Parolin.

En la entrevista, el secretario de Estado Vaticano también aborda el encuentro que mañana viernes el papa mantendrá en La Habana con el patriarca ortodoxo ruso Kiril, un evento histórico que no se producía desde hacía un milenio, desde el cisma de 1054.

“El hecho de que el Papa y el patriarca de todas las Rusias se vean, es un gran signo de esperanza. Es verdaderamente un momento de coraje, que anima a continuar, tratar de construir cada vez mayores vínculos de acuerdo, de encuentro, de diálogo”, valoró Pietro Parolin.

El papa Francisco emprenderá desde mañana y hasta el próximo 18 de febrero (fecha cuando llega de regreso al Vaticano) un viaje a México que, según Parolin, estará caracterizado por “el tema de la justicia, de la paz y de la esperanza.

“El Papa se detendrá en temas propios del país que visita, para poner luz y resaltar la fuerza de la fe de este pueblo, su extraordinaria cultura, su extraordinaria devoción mariana, la cultura y la riqueza de las poblaciones que lo componen, a partir de los indígenas”, refirió.

Parolin confesó que “ciertamente abordará también temas más negativos, como los problemas y las dificultades que el país debe afrontar, como la criminalidad, el narcotráfico y la pobreza”.

En este viaje también estará presente la cuestión de la libertad religiosa, puesto que, según el cardenal: “México ha tenido una historia muy marcada por la presencia de un fuerte laicismo que no ha permitido desarrollar una relación serena con la Iglesia”.

Sorpresa. El papa Francisco visitó ayer la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, en donde encomendó su viaje a México a la Virgen patrona de la capital italiana y después sorprendió a un grupo de sacerdotes.

Ayer, el Pontífice se dirigió a rezar ante la imagen “Salus Populi Romani”, como es su costumbre antes de realizar cada una de sus visita apostólicas. A ella ofreció su gira por tierras mexicanas y su encuentro en Cuba con el patriarca de Moscú, Kiril.

Sus visitas a la Virgen son muy comunes desde el 14 de marzo de 2013, cuando realizó su primera salida del Vaticano, tras ser elegido Papa y eligió ir a poner un ramo de flores ante la protectora de la capital italiana.

Después de ese momento, el Papa sorprendió a un numeroso grupo de sacerdotes que participaba en el encuentro anual del clero romano al aparecer sin haber sido anunciado.

La reunión anual se realiza por lo general con la presencia del Pontífice; sin embargo, en esta ocasión se había suspendido su asistencia por lo cercano del viaje a México, pero el Papa cumplió con el programa original. En la Basílica San Juan de Letrán, distante a unos 800 metros de Santa María la Mayor, Francisco saludó a los presbíteros y aprovechó para confesar a algunos de ellos.

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