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Desde su oficina en la Rectoría de la Universidad Iberoamericana, David Fernández Dávalos asegura que el papa Francisco sabe de la crisis por la que atraviesa México en materia de derechos humanos, marginación, pobreza y violencia.

El sacerdote jesuita que se ordenó en 1990 y rector de esa casa de estudios, expone que nunca había visto una situación tan crítica en temas relacionados con la corrupción, inseguridad y narcotráfico en el país.

En entrevista con EL UNIVERSAL señala que la visita de Su Santidad es oportuna y su mensaje de paz tendría que llegar a los mexicanos para hacer un cambio de bien al país. Enfatiza que dejar pasar de largo el mensaje de Francisco sería desaprovechar una gran oportunidad que tiene el pueblo de México y sus gobernantes.

¿El papa Francisco llega en el momento indicado cuando vemos que México atraviesa por algunas circunstancias de violencia e inseguridad?

—Sí, es una coyuntura muy especial. En mis casi 60 años no había visto un momento tan delicado, con una crisis en derechos humanos importante, con una corrupción en ascenso, la iniciativa privada está preocupada como nunca y con una situación económica de precariedad. La inequidad en el país también avanza.

La situación en México demanda grandes reformas, cambios importantes y es en este momento que llega Francisco con un mensaje que seguramente no podrá pasar de largo frente a lo que está ocurriendo.

¿Es significativo que su agenda marca lugares en los que hay problemas como inseguridad, pobreza y violencia?

—Entiendo que el Papa está informado de lo que ocurre en el país. Conoce de primera mano la situación de la migración, de la violencia, de las desapariciones y sí, en efecto, la agenda que trae habla de que está interesado en asuntos migratorios y violencia de género, por eso va a Juárez.

Está preocupado por los problemas delincuenciales y de combate al narcotráfico y por eso va a Michoacán; tiene preocupación por los conglomerados urbanos sumidos en pobreza con pocas alternativas y por eso va a Ecatepec; y también por los pueblos indios, se preocupa por su exclusión, marginación y situación de pobreza. Pero también hay una nota de esperanza porque están gestando un nuevo modo de hacer iglesia en Chiapas, con diáconos permanentes casados, con proyectos de una iglesia de base cercana a los indígenas.

Entrando a su oficina encontré una revista que dice “¿Y a qué viene el Papa?”, yo se lo pregunto.

—Lo sabremos pronto. Tendrá mucho que ver con el mensaje que nos quiera dar, pero por lo que ha dicho es a conocer la fe del pueblo mexicano, pero también viene a dar una palabra de esperanza, de ánimo e impulso a quienes están tratando de superar, luchando en contra de esas lacras que hemos mencionado.

Vendrá a fijar las coordenadas que un cristiano ha de tener para situarse en el mundo y poner su granito de arena para construir un lugar como Dios manda, de hermanos y hermanas.

¿México se caracteriza por los recibimientos a Su Santidad, ahora no será la excepción?

—México se ha volcado con Juan Pablo ll y después con Benedicto XVI de una manera cálida, festiva; con el papa Francisco hay un afecto evidente de los mexicanos porque representa la figura papal, pero también por ser cercano a la gente, por preocuparse de los sufrimientos del pueblo.

¿La institución que encabeza hará algo en los días de la visita?

—Vamos a participar en las vallas, tenemos una campaña de sensibilización en la que entregamos materiales a las escuelas católicas; y estaremos presentes en la misa del mundo del trabajo en Juárez y en la Basílica de Guadalupe.

¿Usted estará ahí?

—Sí, ahí estaremos.

¿Si tuviera la oportunidad de hablar con el papa Francisco, qué le diría sobre México?

—Que estamos necesitados de una palabra de esperanza, que necesitamos sus oraciones y que cuenta siempre con las nuestras. Que nos anime a mantenernos unidos, optimistas, con esperanza tratando de construir el mundo con los valores del evangelio.

¿La presencia de Francisco con su mensaje de paz moverá fibras?

—Todavía me resulta un poco incierto saber qué consecuencias traerá la visita del Papa, si se quedará en un ánimo superficial, en una alegría transitoria o realmente nos va a interpelar de fondo, cambiar actitudes y hacer de nosotros más sensibles, solidarios e incluyentes.

¿Esa es la intención?

—Eso es lo que pensaría. Me parece que sería una oportunidad perdida si sólo nos quedamos en la celebración y no interiorizamos el mensaje y nos dejamos transformar.

¿En la campaña pasada para elegir al Presidente de la República hubo un incidente con algunos estudiantes y el candidato, que ahora es Presidente, hubo algún comunicado de disculpas?

—No, ahí quedó todo. Fue un asunto espontáneo de parte de nuestros estudiantes después de unos desencuentros con el equipo de campaña, después no hubo nada, no hubo disculpa porque se consideró dentro de la universidad que no había ninguna ofensa que ameritara una disculpa. La relación en este momento es cordial con el gobierno.

¿Fue la libre expresión?

—Es lo que pensamos, estaba enmarcado justamente en el derecho a la libre expresión.

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