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El gobierno de México, a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), desarrolla un plan hídrico sin precedente para el país que beneficiará a la zona oriente del Valle de México. Tendrá un presupuesto de 19 mil millones de pesos, a fin de prevenir las inundaciones y reducir los efectos del cambio climático.

Este proyecto —que se diseñó en paralelo al del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en el Lago de Texcoco—, ayudará a los casi 7 millones de personas que habitan la zona conformada por Nezahualcóyotl, Ecatepec, Chimalhuacán y Texcoco, entre otros municipios.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Roberto Ramírez de la Parra, director general de la Conagua, afirma que la planta de tratamiento de agua de Atotonilco, en el Estado de México, será el proyecto más grande de América Latina, mientras que el plan hídrico unido al NAICM es el más importante en el país en los últimos 20 años.

¿Cómo van los avances del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México?

—Cuando se nos presentó el proyecto del aeropuerto —que se va a construir en lo que era el Lago de Texcoco y que son predios que la Conagua administraba— vimos una gran oportunidad de no solamente sacar el agua que está adentro del lago, sino también de poder ayudar a toda la zona oriente del Valle de México, que históricamente se inunda cada año. Vimos la oportunidad de hacer las obras hidráulicas necesarias para ayudar a la prevención en toda esa zona.

Hicimos un proyecto que incluyera también desahogar toda la parte de los ríos y la parte pluvial que cae en los ayuntamientos de Nezahualcóyotl, Ecatepec, Chimalhuacán, Texcoco.

Incluimos todo en la solución final de lo que realmente estamos construyendo. Por eso, no nos gusta llamarle a las obras hidráulicas del aeropuerto, porque para la terminal aérea es muy pequeño lo que vamos a hacer.

Muchas de estas obras están conceptualizadas desde hace 10 años y no se habían podido hacer por falta de presupuesto. Ahora que hay una oportunidad, logramos que el presidente Enrique Peña Nieto nos diera los recursos, y esto nos va a ayudar a prevenir las inundaciones o por lo menos disminuir el riesgo a través de obras hidráulicas que también ayudarán a la población de la región.

¿En qué consiste el proyecto?

—El dren general del Valle lo vamos a entubar para evitar que la zona de Nezahualcóyotl se inunde; el de Chimalhuacán también lo estamos entubando. Vamos a hacer el Chimalhuacán 2 entre el actual aeropuerto y el lago. Lo que estamos haciendo es sacar el agua de la zona de Chimalhuacán y de Texcoco, con la ayuda de un tubo de siete metros de diámetro.

Asimismo, vamos a hacer un sistema lagunario para controlar el agua de lluvia. Hoy esta zona regula 13 millones de metros cúbicos de agua y con lo que vamos a construir y las lagunas nuevas que vamos a hacer se va a poder trabajar con 39 millones de metros cúbicos de agua; lo vamos a triplicar.

Vamos a mantener el Nabor Carrillo que actualmente no regula un sólo litro porque es agua estacada, pero ahora va a servir como un vaso regulador; y al lado de él, vamos a construir cinco lagunas.

También habrá 21 plantas de tratamiento. Hoy los ríos de la zona oriente llevan puras aguas negras. Vamos a hacer plantas para que lo que se vierta a los ríos sea agua tratada y no traer aguas negras, porque es un foco de infección en la zona. Es también un tema de salud.

¿Cuál es el impacto de una obra de esta naturaleza?

—Va a beneficiar a 6 o 7 millones de habitantes. Es realmente importante. El presupuesto que consideramos para todo esto es de 19 mil millones de pesos. Hemos ido haciendo algunos ajustes con el ánimo del tema presupuestario del Estado, con el objetivo de hacerlo menos costoso y ahorrar dinero.

Vamos a rehabilitar dos plantas que ya están construidas desde hace mucho tiempo, pero que nunca se lograron echar a andar. Entonces, no vamos a gastar mil 500 millones de pesos para las tres plantas que teníamos previstas, serán sólo 200 millones para rehabilitar estas dos existentes y hacerlas más grandes. Todo va a estar conectado.

Lo que vamos a hacer es rehabilitar las plantas para hacerlas como cualquier planta ordinaria. Todo está construido, los tanques, la tubería; únicamente vamos a cambiar el sistema. Pensamos que nos va a costar alrededor de 130 millones de pesos.

¿Las obras estarán listas para el presente sexenio?

—Empezamos el año pasado a construir el revestimiento del drenaje Chimalhuacán, el tubo del Chimalhuacán 2 y ahorita estamos licitando el revestimiento del río de los Remedios. La idea es que terminemos todas las obras hacia finales de 2017, porque es una obra de gran magnitud.

A lo mejor hay algunas que pueden llevar un par de meses más y se llegue hasta 2018, por las tuberías que son muy grandes. Me parece que el dren general del Valle es el único que tardará más, porque no ha empezado.

¿En México existe alguna obra hidráulica similar que tenga un impacto de esta naturaleza en una zona metropolitana?

—No. La única obra con la que la compararía es el Túnel Emisor Oriente, que tiene más de 60 kilómetros y va a sacar toda el agua del drenaje de la ciudad de México, va a dar a la planta de tratamiento de Atotonilco. Es la planta de tratamiento más grande de toda Latinoamérica, la terminamos en diciembre para echarla a andar en abril del próximo año.

Hoy en México se trata aproximadamente 52% de las aguas negras del país, ese es nuestro promedio. Esta planta, por sí misma, nos va a dar 10 puntos más para alcanzarl 64% de tratamiento de las aguas negras del territorio nacional.

¿Cuántos años pasaron para que un gobierno concretara un proyecto de esta naturaleza?

—Por lo menos 20 años.

¿Es voluntad política también?

—Es un tema principalmente de los que recursos que se necesitan para hacer una obra de esta magnitud, son realmente importantes.

¿Cuál es el riesgo para la población de la zona de no hacer estas obras hidráulicas?

—Lo que ha sucedido. Al romperse el dren general del Valle se inundaría la parte de Neza. Los riesgos ya se han presentado, y es la parte de las inundaciones. Con el cambio climático cada día las sequías son más extremas, pero también cada día las inundaciones. Entonces, conforme avance el tiempo los riesgos van aumentando, porque cada día está lloviendo más.

El mayor ejemplo es este año, el periodo enero-mayo fue el más lluvioso de la historia. En junio tuvimos el primer fenómeno meteorológico que pegó a Baja California Sur, nunca en esa época había afectado un fenómeno meteorológico en la entidad. Empezamos a ver ciertos indicios de que cambia el clima. Siempre he dicho que el principal ejemplo del cambio climático lo da el agua.

¿Qué trabajo se realiza ante el cambio climático?

—La instrucción presidencial es ser preventivos, porque vamos a poder salvar más vidas y la integridad de las personas. Lo primero que haremos es modernizar el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). “Vamos a crear ocho centros hidrometeorológicos regionales, que nos ayudarán a tener un mejor pronóstico del tiempo. Se comprarán 30 radares para repartirlos en el territorio nacional y 300 estaciones hidrometeorológicas para dimensionar cuánta agua de lluvia es la que cae. Y todo eso concentrarlo al SMN, con herramientas que también estamos modernizando y comprando que ya existen a nivel internacional. De esa forma, podemos hacer un mejor pronóstico, es un primer paso.

El segundo paso, y que ya dimos, es el tema de la coordinación. Nosotros somos el que pronostica cómo viene el clima, cómo viene el fenómeno hidrometeorológico, pero no el que alerta a la población y le dice qué medidas preventivas hay que tomar.

Lo primero que logramos hacer es una coordinación estrecha con el Sistema Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación para que aquellas cuestiones que vemos de riesgo puedan ser alertadas a la población, de qué forma y qué medidas hay que tomar.

Lo que hemos logrado es buscar que los fenómenos hidrometeorológicos cada vez afecten menos a la población desde el punto de vista de vidas e integridad a las personas.

La coordinación entre las diferentes dependencias que forman parte del Sistema Nacional de Protección Civil y los gobiernos de los estados y los municipios, así como con la Sedena, Marina y la Secretaría de Gobernación son la parte más importante para comunicar a la población lo que vemos como un riesgo.

¿Han funcionado estos protocolos?

—Han funcionado. Ahí está el tema del huracán Odile. Se pudo anticipar la magnitud del fenómeno, lo que podía suceder con él, se notificó con tiempo a la población, se pudo prevenir al final del camino con el tema del fenómeno hidrometeorológico y esto es lo que hace que tengamos las menores pérdidas desde el punto de vista de vidas humanas y de la integridad de las personas. Ahí está el mejor ejemplo.

El fenómeno El Niño va a provocar más sequías en el norte y más lluvias, ¿cómo se está trabajando en ese tema, sobre todo que del otro lado de la frontera hay un problema muy grande en California?

—Creamos una comisión intersecretarial de sequías e inundaciones, en donde van a participar 14 dependencias del gobierno de la República y nos sentamos a tomar las decisiones respecto a cómo vamos a afrontar una sequía y una inundación.

Una de las primeras cosas que hicimos fue adoptar un protocolo que existe internacionalmente de niveles de sequía. Son cinco, los cuales van desde una sequía temprana —que apenas se empieza a visualizar— hasta cuando ya hay una extrema.

No existía en nuestro país un protocolo para actuar; lo que se busca es tomar diferentes decisiones de cómo administrar el agua de acuerdo con la etapa en la que se encuentra la sequía, se toman medidas tempranas de racionalizar el agua, de almacenar más para prever una sequía extrema.

California tiene la sequía más extrema que ha tenido en su historia. En el caso de Baja California, lo que estamos haciendo es construir una desaladora en el municipio de Ensenada; lo que vamos hacer es quitarle sal al agua del mar. Antes eran procesos muy costosos, pero en la actualidad ya no. Entonces, con esas tecnologías que se han ido desarrollando y abaratando, podemos buscarlas para poderlas implantar.

Esperamos que para principios del próximo año podamos construir una planta desaladora en Rosarito para que nos ayude a abastecer de agua la zonas de Ensenada, Rosarito, Tecate y Tijuana.

En nuestro país ha llovido mucho, pero en Baja California no, está en una etapa temprana de sequía en la parte norte. Tenemos que buscar esquemas para abastecer a la población de agua. Hay que recordar que en esa zona del territorio nacional nos abastecemos con agua del tratado que tenemos firmado con Estados Unidos, con agua del río Colorado.

Lo que estamos buscando es que no dependamos solamente de esa agua por la sequía extrema que hoy tienen en la parte extrema de Estados Unidos, sino que tengamos otros esquemas para abastecer a la población con otra fuente y consideramos que en esa región la tecnología lo que nos da es para buscar aguas desaladas.

En el estado de Baja California Sur también vamos hacer lo mismo. Estamos platicando con el gobernador electo, porque teníamos previsto hacer una desaladora, ya que en Los Cabos hay una mayor necesidad en este momento. La idea es construirla para el año que entra.

¿Estos proyectos se verán impactados con los ajustes presupuestales anunciados?

—Hay una necesidad de hacer un ajuste presupuestal, ese es un hecho y tenemos que aprender a hacer más con menos. Hoy nuestros subsidios tienen que ir mucho más etiquetados, a dónde van a ir, cuál es el impacto a la población, qué beneficios vamos a obtener. Nosotros teníamos un presupuesto muy inercial. Se daban los subsidios a los estados, y normalmente se daban las mismas cantidades año con año, ahora lo que estamos haciendo es etiquetar los fondos que recibimos. De esa forma me ayuda a mí a poder priorizar y distribuir de mejor manera los recursos.

¿Tiene un estimado de cuánto será el ajuste para Conagua?

—Todavía no. Estamos proponiendo que si va haber un ajuste que sea más a nuestro gasto corriente, a nuestra estructura de plazas, con el objetivo de buscar ser más eficientes en nuestra operación diaria y que nos pegue lo menos posible en la parte de inversión. Lo que estamos buscando con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es que ese recorte vaya más a hacernos más eficientes en nuestra operación diaria.

Sobre el uso de los helicópteros que costó el cargo de David Korenfeld como titular de la Conagua en abril pasado, ¿qué medidas han tomado ustedes al respecto?

—El helicóptero se utiliza para temas completamente institucionales. No es que haya que tomar ninguna medida adicional. Hay protocolos para ello y lo que hacemos es solamente utilizar la aeronave para temas completamente institucionales, para ninguna otra cuestión.

Hubo un tema de excepción y tuvo sus consecuencias. Nosotros lo único que hemos hecho es utilizar el helicóptero para el trabajo diario de la institución, no solamente para el uso del director general, sino para aquella parte de la dependencia que lo requiera.

jram

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