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Ciudad del Vaticano.— Dos jóvenes mexicanas pidieron ayer en el Vaticano poner fin a la trata de personas y recordaron sus experiencias en situación de esclavitud, una obligada a ejercer la prostitución y otra sometida a trabajos forzados.
Lo hicieron en la apertura del foro “Esclavitud moderna y cambio climático: el compromiso de las ciudades”, que reunió en el Vaticano a 65 alcaldes del mundo para debatir sobre estos dos problemas desde el punto de vista local y en el que intervino el Papa.
La primera en tomar la palabra fue Karla Jacinto, una joven mexicana que recordó ante los asistentes su infancia en un ambiente familiar convulso en el que sufrió abusos físicos y sexuales. “En mi familia no era feliz, mis hermanos me violaban y mi madre me odiaba”, señaló.
Recordó el modo en el que cayó en una red de proxenetas al conocer a un muchacho que dijo estar enamorado de ella, que se convirtió en su padrote y la obligó a prostituirse durante años. Se quedó embarazada de él y recordó cómo tuvo que prostituirse hasta los ocho meses de gestación y que, tras dar a luz, le quitaron a su hija, a la que no pudo ver durante un año.
Ella “creía que toda la vida iba a ser así” hasta que acudió a la Fundación Camino a Casa, que la ayudó a salir de esta situación.
Con su testimonio en el Vaticano, Jacinto pidió el esfuerzo de las autoridades en la lucha contra la trata de blancas. La otra mujer que intervino fue Ana Laura Pérez, que relató cómo fue esclavizada y obligada a trabajar sin descanso y en condiciones inhumanas en una tintorería.
Sufrió toda clase de golpes y vejaciones, obligada a trabajar encadenada y sin comer, hasta que consiguió escapar y denunciar los hechos con el apoyo de la Comisión Unidos Contra la Trata de Persona. “Somos seres humanos”, declaró. Las mujeres se reunieron con el Pontífice.
El Papa, quien optó por hablar en español e improvisó todo su discurso, conectó el cambio climático con el comercio de personas.
Afirmó que la salud “está en juego” con la degradación del ambiente, ya que cada vez existen más “enfermedades raras”.
Mientras la disminución en el oxígeno y el agua es provocada por la deforestación de amplias zonas que se vuelvan desérticas.
¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva, de no cuidado del ambiente, además de los fenómenos naturales, inciden sobre la migración? No hay trabajo y después se da la trata de las personas”, anotó. Según los datos de los organizadores, más de 30 millones de mujeres son víctimas de la esclavitud moderna en el mundo, “traficadas en un mercado con ganancias ilegales que se estiman en 150 mil millones de dólares al año”.