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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
La Brigada de Fusileros Paracaidistas del Ejército se capacita durante el año, antes de la temporada de tormentas y ciclones tropicales, para auxiliar a la población civil a través del Plan DN-III-E.
Evacuar a las personas en peligro es una de las actividades que realiza el Ejército cuando la seguridad interior está en riesgo a causa de un desastre natural, explicó a EL UNIVERSAL David Emir Maldonado García, teniente de Infantería Paracaidista.
Los cursos se llevan a cabo en el Centro de Adiestramiento de Fuerzas Especiales, en el Campo Militar 37-B, en Temamatla, Estado de México.
En el campo militar, los soldados entrenan varias semanas al año para dominar las técnicas y protocolos de evacuación, ya sea para cuando las personas están en peligro o para cuando resultan lesionadas.
“Nos encontramos realizando adiestramiento de evacuación aeromédica, la cual es muy importante porque en la actualidad el personal militar requiere que profesionalmente se instruya para estar en condiciones de cumplimiento de cualquier misión.
“Aquí realizamos estos ejercicios para auxiliar a nuestros compañeros para salvarle la vida al proporcionarle cualquier servicio médico. Nosotros también podemos auxiliar a la población civil con este tipo de adiestramiento, lo podemos evacuar a un escalón superior [hospital], donde les van a dar mejor atención médica.
“Esta acción es importante para, en el momento en que se requiera, poder arribar de forma inmediata y hacer la evacuación. Nuestro adiestramiento requiere de muchas horas en el campo”, explicó Maldonado García, quien tiene 15 años de carrera en la Secretaría de la Defensa Nacional.
Cuando es necesario, a la gente se le traslada por tierra o aire en vehículos militares, antes y después de la contingencia; por ello, el personal militar entrena en coordinación con la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) y en distintas condiciones de terreno, destacó el Capitán Gerardo Román Miranda.
A veces, por los daños en el territorio, la única manera de salir de la zona es a través de los puentes aéreos que realiza personal de la FAM y el Ejército.
Los soldados, recordó, deben saber resolver cualquier problema al que se enfrenten durante sus actividades de labor social y una de las prioridades es la evacuación de las familias en riesgo por las afectaciones ocasionadas por algún fenómeno natural.
Cuando se realiza la evacuación de algún lesionado, el helicóptero de la FAM lo lleva hasta un lugar cercano al hospital, donde los paramédicos lo reciben para continuar su ruta a bordo de una ambulancia terrestre.
El Plan DN-III-E consiste en tres fases que incluyen la participación del Ejército y la Fuerza Aérea. El mismo programa, pero con participación de personal de la Secretaría de Marina, es conocido como Plan Marina y en ocasiones trabajan juntas.
“Es gradual, desde que los soldados inician su carrera se les enseña paso por paso, por niveles, a sortear todo tipo de contingencias, dar los primeros auxilios o la atención y evacuación de un herido se materializa de la manera más completa”, recordó Román Miranda.
Destacó que los uniformados deben tener “confianza en sí mismos, control bajo situaciones de estrés y fatiga, poder actuar tanto de día como de noche y en cualquier tipo de terreno. Normalmente los soldados tienen muchísimas horas de entrenamiento, por lo menos desde los cinco años en adelante”.
La primera fase del Plan DN-III-E es de prevención. De acuerdo con el plan oficial de la Sedena, consiste en apoyar a las autoridades civiles para alertar a la población en riesgo, se establecen los planes de emergencia, se realizan simulacros y se coordinan con Protección Civil estatal y municipal.
Tiene como fin salvaguardar la vida de las personas, sus bienes y la planta productiva, preservar los servicios públicos y el medio ambiente. El Ejército realiza acciones de auxilio, transporte y evacuación preventiva.
La segunda fase es de auxilio. El documento que puede ser consultado en su portal señala que se ejecutan los planes de emergencia, los soldados se coordinan con las autoridades locales para auxiliar a las personas afectadas por algún fenómeno meteorológico.
Se evalúan los daños, se realiza un censo de damnificados, heridos y muertos y se buscan identifican posibles riesgos. La Sedena ordena búsqueda y rescate de personas, proporciona servicios estratégicos de alimentación, transporte, comunicación, médicos y repartición de bienes y productos básicos para los afectados.
La última fase es de recuperación. El personal militar reconstruye, limpia las calles y mejora las zonas afectadas a petición de las autoridades civiles, incluso participa en la rehabilitación de caminos y recuperación de servicios básicos de salud, agua y luz, describe el plan de la Defensa.
“Me siento muy orgulloso de pertenecer al Ejército y brindar ayuda a la población civil y que ellos se sientan seguros con nosotros. Queremos que el pueblo mexicano se sienta orgulloso de nosotros porque nos estamos capacitando día a día para ellos”, expresó Maldonado García.
En 2016, el Plan DN-III-E cumplió 50 años de su aplicación.
La Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea precisa que estas son instituciones armadas permanentes con cinco misiones generales.
Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación; garantizar la seguridad interior; auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas; realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país, y, en caso de desastre, prestar ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio de las personas y la reconstrucción de zonas afectadas.
Para cumplir la misión fue elaborado el Plan DN-III-E. La primera vez que se aplicó fue en 1966 tras el desbordamiento del Río Panuco, en Veracruz.
El plan se aplica en distintas situaciones, ya sea por fenómenos naturales o por desastres ocasionados por la actividad humana.