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En el Estado de México, Veracruz, Michoacán, Baja California, Jalisco, Puebla, Zacatecas y Tabasco, siete organizaciones de los cárteles de la droga enrolan en sus filas a adolescentes para utilizarlos como escoltas, halcones, sicarios o jefes de plaza.

La Familia Michoacana, Los Zetas, Caballeros Templarios, Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Los Arellano Félix y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) son los que utilizan a los menores, revela un estudio realizado por Elena Azaola, investigadora del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en coordinación con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

El informe especial “Adolescentes: vulnerabilidad y violencia” advierte que algunos de los jóvenes que formaron parte del crimen organizado fueron entrenados por ex policías y ex militares.

Los testimonios de los adolescentes que se encuentran en algún centro de internamiento por diversos delitos, algunos aseguran que fueron capacitados para el manejo de armas, tácticas militares y defensa personal; es decir, estaban bajo un sistema disciplinario castrense, bastante rudo.

Datos del informe mencionan que el año pasado había 13 mil 327 adolescentes sujetos a diversas medidas por haber cometido delitos, de ese total 3 mil 761 se encontraban privados de su libertad. Para la obtención de los resultados se entrevistó a 730 adolescentes que cometieron delitos graves.

Destaca que la mayoría de ellos tuvo problemas en la familia, por ejemplo 62% vivió la separación de sus padres; 60% tuvo un familiar en prisión; 31% abandonaron sus casas por violencia familiar y 22% nunca conoció a su padre.

Esa situación de este sector vulnerable fue aprovechada por las organizaciones criminales para hacerlos partícipes de sus filas a cambio de pagos económicos que van de los 5 mil a los 30 mil pesos a la quincena.

Detalla que la mitad de los adolescentes entrevistados continuaban viviendo con su madre antes de ser detenidos, mientras que sólo 28% seguían viviendo con su padre; asimismo 50% dejaron de vivir con su padre cuando tenían entre uno y 15 años de edad.

El estudio da un paso decisivo al contexto familiar en el que se desenvuelvan, especialmente durante la infancia; otro de los factores que también tiene un peso muy importante para el informe como antecedente de la conducta delictiva de los adolescentes, es la deserción escolar, señala.

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