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Hostigamiento sexual y abuso de poder es el lazo que une las historias de seis mujeres investigadoras y trabajadoras del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), que en 2014 denunciaron al presunto agresor, Raúl Humberto Sansores Martínez, jefe del departamento de Tabaquismo y EPOC de ese hospital.
EL UNIVERSAL habló con tres de ellas para tener testimonios sobre las denuncias que presentaron ante la Fiscalía Especializada para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas, y aseguran que recibieron amenazas y fueron reprimidas laboralmente.
El acusado atribuye otros intereses por parte de las mujeres que lo señalan.
Durante 15 años Fabiola Valdelamar creyó tener una amistad con su jefe directo. Ella se encargaba de generar programas para combatir el tabaquismo y la relación con Sansores Martínez era cordial hasta que comenzaron las insinuaciones sexuales.
Chistes, miradas, comentarios, todas las conversaciones tenían tintes sexuales. “Si llegabas cansada él siempre lo atribuía a que habías tenido noches intensas de sexo”, relata Fabiola.
“Me tocaba por la espalda, me agarraba el cabello, se acercaba y me decía: ‘Me tienes muy contento, tu trabajo es maravilloso’”. Para Fabiola “todo era normal”, nunca se vio como una víctima; sin embargo, siempre hubo momentos incómodos. “Abrázame como si me quisieras”, le decía Sansores cada vez que se saludaban.
La última vez que Sansores acosó sexualmente a Fabiola fue en enero de 2013. El jefe del departamento de Tabaquismo del INER se acercó a ella, frotó sus genitales en su cuerpo y le dijo al oído: “No sabes cuánto me gustas. Vamos a coger una noche completa, no te vas a arrepentir”.
Pero no era la primera vez que Raúl Sansores intentaba besar a una de sus compañeras. En 2003 Éryka vivió esa situación en silencio. La presión social, el qué dirán, los señalamientos, su familia; pensó que no sería apoyada por nadie y decidió no denunciarlo.
Sansores era amable con cada una de sus colaboradoras. Éryka no era la excepción, pero ella no toleró sus propuestas sexuales.
“Él intentó besarme en el departamento de Investigación en Tabaquismo, íbamos caminando lentamente por un pasillo hablando temas del trabajo hasta que se detuvo, me acorraló e intentó besarme en la boca”, recuerda.
Éryka estudió sicología en la UNAM. En ese entonces se postuló para un doctorado y solicitó apoyo de Sansores, su intención era conservar el empleo; sin embargo, al rechazar los besos de su jefe él la obligó a renunciar.
En abril de 2008 Éryka regresó al departamento de Tabaquismo del INER. La actitud de Sansores fue conciliadora. Durante los siguientes tres años ella creció profesionalmente. Ese periodo de tranquilidad terminó en 2014, cuando Sansores Martínez volvió a agredirla sexualmente. El episodio fue similar al de 2003.
“Se colocó frente a mí, me tomó de los hombros y me puso contra la pared. Acercó su cuerpo al mío y antes de que intentara besarme lo empujé”. Éryka Urdapilleta se reclama: “¿Por qué no lo golpeé?, ¿por qué no grité?”.
Algo semejante le pasó a María. A ella no sólo la acosó sexualmente, sino que utilizó su poder e intentó inhabilitarla y meterla a la cárcel.
El patrón de conducta de Sansores Martínez fue el mismo: cordialidad, apoyo para desarrollar proyectos y crecimiento profesional. De 2009 a 2011 el trabajo de María fue reconocido con premios y distinciones.
En 2012 su jefe cambió la amabilidad por comentarios e insinuaciones sexuales. “Entraba de manera sigilosa a mi oficina y se colocaba detrás de mí, me abrazaba y me decía al oído: “Mmh, qué rico hueles hoy”, recuerda María.
Según los testimonios, Sansores puso en marcha la misma estrategia: abrazos y propuestas sexuales. “Lo que necesitas es tener buen sexo”, “salúdame como si realmente me quisieras”, son algunas de las frases que María no logra borrar de su mente.
Una vez más, Sansores fue rechazado por una de sus víctimas y frenó las aspiraciones profesionales de María Inés, quien fue puesta a disposición de personal.
Durante un año el Órgano Interno de Control del INER generó un expediente contra María por presuntas “fallas administrativas”. La doctora asegura que buscaban inhabilitarla y suspenderla de sus funciones. El caso lo atrajo la Secretaría de la Función Pública y la resolución favoreció a la investigadora.
Una denuncia ignorada
El grupo de mujeres hostigadas por Raúl Sansores decidieron hablar con Jorge Salazar Hernández, director general del INER. En un principio fueron apoyadas, pero sólo de palabra.
Salazar turnó la denuncia al departamento de Relaciones Laborales, a cargo de Roberto Carranza. Él las citó sólo para conocer el caso; el área jurídica no intervino y el Órgano Interno de Control del INER no siguió la investigación; por el contrario, lo archivó por “falta de pruebas”.
En ese lapso el presunto acosador demandó a las seis mujeres por “amenazas y lo que resulte”, pero el expediente se cerró a favor de las víctimas.
Asesoradas por un equipo de abogadas, las investigadoras y trabajadoras del instituto denunciaron a Raúl Humberto Sansores Martínez ante la Fiscalía Especializada para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra).
“Fue muy decepcionante porque en teoría ellos están especializados y sus cuestionamientos eran en nuestra contra”, lamenta María. “¿Ustedes aceptaron las insinuaciones y ahora se arrepienten? ¿Están ardidas?”, les preguntaron en repetidas ocasiones.
“Minimizan las agresiones, nos decían que no aguantábamos nada, que las actitudes de Sansores Martínez eran piropos”, agrega María.
En Fevimtra no sólo criticaron a las mujeres por denunciar al presunto agresor sino que alteraron los testimonios en el expediente.
En septiembre del año en curso, la Procuraduría General de la República designó a Patricia Sánchez Avendaño como nueva titular de Fevimtra, cambio que propició que en la averiguación previa 033/2015 se configuraran tres delitos cometidos por Sansores: hostigamiento sexual, abuso de autoridad e intimidación.
Según Patricia Olamendi, abogada de las víctimas, este es el clásico caso de hostigamiento sexual ignorado por las autoridades. “Prácticamente no hay sentencias por hostigamiento sexual y las autoridades empiezan a amenazar. Ellas han sido medicadas porque entraron en crisis”.
Olamendi explica que la denuncia en Fevimtra se hizo hace dos años; desde entonces se ha asignado a dos ministerios públicos distintos, pero la nueva titular, Patricia Sánchez, no ha querido recibirlas.
“El juez que lleva el caso está en toda la disposición de que se aclaren algunos puntos para proceder; sin embargo, Fevimtra argumenta exceso de trabajo”, señala.
Según el Código Penal Federal, los delitos de que se acusa a Sansores Martínez implican el despido inmediato, la inhabilitación y de uno a ocho años de cárcel por abuso de autoridad, de dos a nueve años por intimidación y 40 días de multa por hostigamiento sexual.
“Las denuncias son falsas”
Raúl Sansores Martínez negó las acusaciones. “Cada una de las denuncias son un invento, una mentira, que tienen un propósito desconocido, pero seguramente oscuro, esa es la respuesta puntual”, dijo.
Sansores, quien dirige el departamento de Tabaquismo y EPOC desde hace 25 años, no sabe en qué momento sucedieron las acusaciones, ya que la relación con las seis mujeres era “buenísima” y aseguró que “nunca hubo un problema con ellas”.
Sansores Martínez afirmó que el área de Relaciones Laborales del INER resolvió que él no tenía ninguna responsabilidad, “por eso sigo siendo el jefe”. Además, el Órgano Interno de Control tampoco encontró nada en su contra.
“En mis 33 años de servicio público nunca he sido inhabilitado. Soy una persona seria y tengo un prestigio. Las instituciones han demostrado que yo no tengo ninguna responsabilidad”.
Puntualizó que las seis denunciantes buscaron reunir firmas del personal del instituto para culparlo. Negó que existiera un bloqueo profesional y dijo que si ellas no están más en el departamento a su cargo es porque “a una se le descubrió que falsificaba agendas y al ser descubierta pidió su cambio; otra inventó datos en sus investigaciones; una más quería doble tiempo completo aquí y en otra institución, y dos personas más pidieron su cambio después de no obtener un permiso para ir a un congreso”.
“Estamos en alerta de género”
María, Éryka y Fabiola padecen estrés postraumático, reciben terapia sicológica y medicamento para controlar etapas de depresión.
Las víctimas se dicen decepcionadas. “Por eso México está en alerta de género. Al final no importa de qué fuiste víctima, a todos nos pasa lo mismo después de denunciar: represalias, intimidación, autoridades coludidas, señalamientos”, reclama María.
“Han pasado casi dos años y él [Raúl Sansores] sigue en su lugar de trabajo. Las autoridades deben tomar este caso para demostrar que la violencia se puede atacar”, exige Fabiola.
“No somos respaldadas, no nos escuchan, por eso las mujeres no denuncian, al final los agresores saben que el sistema los protege”, sentencia Éryka.
Actualmente, cinco de las seis mujeres víctimas de hostigamiento y acoso sexual siguen trabajando en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, fueron reubicadas en otras áreas; una más no labora en ese hospital.
Jorge Salas Hernández, director general del INER, dijo que “el conflicto es entre dos partes”, y que, según el protocolo del instituto, una de las primeras acciones al conocer las denuncias fue separar a las trabajadoras de su área laboral.
“Lo que se hizo fue ubicarlas en otras áreas, eso no es arbitrario. La reubicación fue ante el conflicto. No tengo ningún reporte de incumplimiento. Conocí su desarrollo profesional y sus resultados en Clínica de Tabaco, excelentes”, asegura, contrariamente a lo señalado por Sansores Martínez.
Salas Hernández afirma que el Órgano Interno de Control no ha cerrado el caso.