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En 16 años, más de 148 mil militares, entre ellos jefes, oficiales y tropa, desertaron de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para ocuparse en otras actividades. Su adiestramiento es buscado por el crimen organizado para hacerlos su brazo armado, aunque no sucede en todos los casos, coinciden especialistas.
Pese a que es el delito más común dentro de las filas castrenses, desde la transición presidencial con la llegada de Vicente Fox Quesada, la Sedena comenzó a registrar entonces un aumento en la deserción: con 101 mil efectivos; le siguió la de Felipe Calderón, con 42 mil 986, y en la actual se contabilizan 4 mil 991.
Expertos en temas de seguridad nacional y narcotráfico mencionaron que las principales causas por las que deciden abandonar la institución son los sueldos bajos comparados con el nivel de riesgo, jornadas de seis meses sin ver a sus familias y la falta de doctrina militar, por lo que deciden pasar de manera ilegal a Estados Unidos o quedarse en México, donde pueden encontrar empleo en el área de seguridad. En esta última opción, consideran los especialistas, es cuando pueden formar parte de las filas de organizaciones criminales.
“La mayoría son de tropa; y una de las razones más importantes por las que desertan es porque se meten a las filas del Ejército al ser la única forma de vida que encuentran. Ahí les ofrecen un ingreso, vestimenta, hospedaje y las necesidades básicas. Los que desertan es porque o no soportan la disciplina militar o no tienen la vocación ni la capacidad física para el nivel de entrenamiento”, señala Armando Rodríguez Luna.
Ve difícil que los desertores pasen a formar parte del crimen organizado, pero no descarta que algunos se hayan enrolado con los criminales.
De 2001 a 2016, 148 mil 990 militares decidieron salirse. De ese total, 147 mil 473 eran de tropa; mil 464 eran oficiales, y 53 jefes.
El sexenio más crítico para la institución fue en el sexenio de Vicente Fox, periodo en el que 101 mil 13 efectivos (99 mil 983 tropa, 990 oficiales y 40 jefes) decidieron no presentarse, lo cual es un delito que se castiga en la justicia militar.
Guillermo Garduño Valero, experto en seguridad nacional, advierte que la deserción es uno de los grandes problemas que enfrenta el Ejército, pero más aún que pasen a formar parte de bandas criminales: “Si no son localizados, es porque salieron del país probablemente como ilegales o se fueron al crimen organizado”.
Los indicadores con los que cuenta Garduño Valero señalan que en la frontera norte, desde Tijuana a Matamoros, se ha encontrado que el crimen organizado conoce todos los códigos de las policías y del Ejército.
Con Felipe Calderón la deserción en las filas castrenses bajó de manera considerable a más de la mitad, aun con la guerra contra el narcotráfico que sacó a las Fuerzas Armadas a las calles para enfrentarse con grandes organizaciones criminales.
De 2007 a 2012 fueron 42 mil 986 los que se enrolaron a la Sedena y un día decidieron no seguir perteneciendo. De éstos, 42 mil 589 eran de tropa (soldado, cabo, sargento); 387, oficiales (subteniente, teniente y capitán) y 10 jefes (mayor, teniente coronel y coronel).
Garduño Valero señala que si bien hubo un incremento en sus haberes, no corresponde con el riesgo que corren al hacerle frente al crimen:
“Ven una desigualdad, los castigos que les imponen y no se han valorado los riesgos en la lucha contra el narcotráfico. La doctrina está fallando, hay un panorama devastador”.
En la actual administración la cifra disminuyó: de 2013 a mayo de 2016 fueron 4 mil 991 militares que desertaron; de ese total, 4 mil 901 eran tropa; 87 oficiales y tres jefes.
Aunque la cifra en deserciones bajó, comenzó a registrarse otra, la de desaparecidos. Con el entonces presidente Vicente Fox no se tiene registro, pero en el sexenio de Felipe Calderón se documentaron 45 militares desaparecidos y 197 en la presente administración.