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San José— La Mara Salvatrucha MS13, una de las dos pandillas más temibles de Centroamérica y con profundos vínculos en ciudades mexicanas y estadounidenses, pretendía comprar 500 fusiles en el mercado negro de armas de México para crear una fuerza élite de choque que provocara una desestabilización en El Salvador con atentados selectivos contra políticos, autoridades judiciales, empresarios, militares y policías salvadoreños.

Esta revelación está contenida en un informe presentado por la Fiscalía General de El Salvador al Tribunal Especializado de Instrucción A de San Salvador, para procesar al salvadoreño Marvin Adaly Ramos Quintanilla, alias Piwa, y uno de las cabecillas de la MS13 en libertad, y a otros 74 pandilleros detenidos esta semana en ese país.

Como parte de lo que la Fiscalía describió como un “proyecto de la mara” encabezado por Ramos, el pandillero buscó crear un “grupo élite” para dotarlo de armas y entrenarlo con el objetivo de que atacar a políticos, magistrados y agentes de seguridad.

“El proyecto de la Mara consiste en recolectar dinero mensualmente, producto de las extorsiones, para compra de armamento —fusiles en México— para equipar a 500 elementos de la MS, dos por cada una de las 249 clicas (núcleos) a escala nacional y conformar equipos élites de choque para atentados al sistema de seguridad”, precisó el informe.

El documento, del que EL UNIVERSAL tiene copia y que fue revelado ayer en parte por el diario La Prensa Gráfica, de El Salvador, eludió entrar en detalles sobre el negocio en México.

El plan, puntualizó, “pretende realizar atentados de forma selectiva y simultánea a objetivos” de la Fiscalía y la Policía Nacional y a “jueces, militares, diputados, empresarios; todo con la finalidad de desestabilizar al Estado”.

Operación financiera. Aliado a integrantes “históricos” de la MS13, Piwa organizó La Federación, aparato encargado de administrar las operaciones financieras de la pandilla, aseguró.

La MS13, catalogada en 2015 como organización terrorista por la Sala Constitucional de El Salvador, y la Mara 18 (M18), su rival, se disputan el control territorial para sus operativos criminales—basados esencialmente en extorsiones múltiples— en países como El Salvador, Guatemala y Honduras; además tienen presencia en México y Estados Unidos. Fuentes policiales del área confirmaron que sus jerarquías están en este último país.

Pandillas con historia. Ambos grupos delictivos irrumpieron en la década de 1980 en California, Estados Unidos, entre centenares de miles de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos que emigraron a dicho país para huir de la violencia política en Centroamérica.

Los mareros se instalaron hace más de 23 años en el Triángulo Norte de Centroamérica con la masiva deportación de migrantes desde EU y, atrapados en la exclusión social, ahora tienen vínculos con el crimen organizado transnacional para sicariato, narcomenudeo y cobros de extorsiones, entre otras tareas.

En este panorama, la Fiscalía reveló que Piwa empezó a buscar 10 chalecos antibala en abril pasado. En un país que, con 6 mil 656 homicidios en 2015, pasó de 43.7 asesinatos por cada 100 mil habitantes en 2013 y 68.3 en 2014 a 115.8 en el año anterior y alcanzó una de las tasas más altas del mundo, las maras generan inseguridad y violencia y sus objetivos principales son empresas privadas y ataques a la seguridad estatal.

De acuerdo con el informe, Piwa logró que un núcleo de la MS13 le obsequiara los chalecos, y posteriormente buscó comprar otros 20 en 300 dólares cada uno y los recibió en paquetes de cinco. A partir del pasado 4 de junio, añadió la Fiscalía, Ramos comenzó a captar “diferentes envíos de armas largas, granadas y chalecos antibala”.

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