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La investigación sobre el caso Ayotzinapa podría dar un vuelco al arranque del próximo año. En los últimos meses se han realizado nuevos peritajes tanto en Iguala como en Cocula, además de haberse sumado testimonios de normalistas que presenciaron el enfrentamiento entre policías municipales y estudiantes. También han sido recabadas 44 declaraciones de militares.

Informes de la Procuraduría General de la República (PGR), a los que tuvo acceso EL UNIVERSAL, establecen que hace unas semanas se aplicó el Protocolo de Estambul a los testigos que afirman haber sido torturados por autoridades antes de rendir su declaración. Estas personas son quienes refieren ministerialmente que los normalistas fueron incinerados en el basurero de Cocula por integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos.

Los peritos que realizan las nuevas investigaciones aseguran que a los 85 tomos que conforman la averiguación previa, que pueden consultarse públicamente, se han añadido otros 77 expedientes que aún no han sido dados a conocer, a los que se sumarán los resultados de estudios médicos y sicológicos realizados a los testigos que denunciaron tortura. La averiguación previa incluye hasta hoy 162 tomos.

El Manual de investigación y documentación efectiva sobre tortura, castigos y tratamientos crueles, inhumanos o degradantes —conocido como Protocolo de Estambul— contiene estándares y procedimientos reconocidos internacionalmente para ubicar síntomas de agresiones y recabar evidencia sobre maltrato.

Acusaciones de maltrato. Hace unos días, este diario publicó que algunos detenidos —quienes sustentaron la versión del ex procurador Jesús Murillo Karam— denunciaron lesiones y golpes. En el caso de Patricio Reyes Landa, alias El Pato, se comprobó que fue víctima de tortura.

En las conclusiones del parte pericial se asienta que El Pato, acusado de haber ejecutado a unos estudiantes y de ser parte de Guerreros Unidos, presentó lesiones provocadas por las maniobras realizadas para lograr el sometimiento de los detenidos, “por lo que sí puede constituirse esto como actos de tortura”, refiere la averiguación previa.

Los nuevos investigadores aseguran que es común que los testigos de asuntos tan polémicos afirmen haber sido torturados, por lo que la vía científica más confiable para conocer la verdad es aplicar el Protocolo de Estambul.

Un reportaje de Silber Meza, publicado por EL UNIVERSAL, señala que Salvador Reza Jacobo y Benito Vázquez Martínez, quienes según el ex procurador habrían ejecutado e incinerado a los normalistas, fueron detenidos en Cuernavaca, Morelos, la madrugada del 27 de octubre de 2014. “Intentaron correr, pero como estaban tomados tropezaron y cayeron al suelo… [los agentes] los subieron a la unidad, pero como estaban borrachos, en el trayecto venían golpeándose”, señala uno de los policías que participó en el arresto.

Jonathan Osorio Cortés y Darío Morales Sánchez, El Comisario, fueron detenidos en Cuetzala, Guerrero, cuando se hallaban bebiendo en la calle. Los agentes dijeron que Osorio presentaba lesiones debido a que al momento de la detención cayó al suelo, golpeándose.

Otros avances. Los hallazgos recientes incluyen el análisis de celulares encontrados en casas de seguridad de la zona, así como la declaración de 39 normalistas que presenciaron el enfrentamiento con la policía municipal.

Una nueva revisión del reporte meteorológico del 26 y 27 de septiembre de 2014 señala que el centro de monitoreo ambiental más cercano se encuentra a siete kilómetros del basurero donde habrían sido incinerados los normalistas, lo que añadiría incertidumbre sobre la veracidad de la lluvia moderada que reportó el Servicio Metorológico Nacional aquella madrugada.

Los peritos de la PGR consultados por este diario aseguran que hasta la fecha ningún padre de los estudiantes desaparecidos ha aceptado rendir declaración, y que los miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) no han acudido a revisar el llamado “quinto camión”, que se encuentra resguardado por las autoridades. Notas de prensa han señalado que ese autobús contenía droga escondida, lo que habría motivado el ataque a los normalistas, pero las indagaciones recientes no han encontrado evidencia que valide esta versión.

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