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El gobierno federal comenzó el jueves a hacer escaneos faciales y oculares de los extranjeros que entran a Estados Unidos desde México a través de un concurrido puerto de ingreso, un paso inicial en uno de sus esfuerzos más ambiciosos por rastrear a personas que se quedan sin permiso en el país una vez que sus visas expiran.
Se calcula que hasta la mitad de las personas que están en Estados Unidos sin autorización se quedaron después de que sus visas perdieron vigencia, pero la ausencia de un sistema de verificación ha dejado a las autoridades sin un método para identificarlas.
Como una iniciativa para combatir esa problemática, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza comenzó a escanear a los visitantes que entran a pie a través del puerto de ingreso de Mesa de Otay. En febrero empezará a recolectar esa misma información de los extranjeros que ingresen a México a través de ese acceso.
El periodo de prueba, que se extenderá hasta junio, ayudará a determinar si el gobierno estadounidense implementa también esa revisión de extranjeros en todos los cruces terrestres en la frontera de mil 954 kilómetros con México. Autoridades analizarán la precisión de las cámaras.
Desde hace tiempo, el Congreso estadounidense ha exigido que se tomen datos biométricos tales como huellas digitales, imágenes faciales o escaneos oculares de las personas que salen del país, pero esa labor implica enormes desafíos financieros y logísticos, en especial en los cruces por tierra.
Ayer, los extranjeros colocaron sus documentos de viaje en una charola en uno de los seis quioscos del cruce de San Diego y miraron a una cámara colocada a un brazo de distancia. Este proceso llevó menos de un minuto a los visitantes. Luego caminaron unos pasos para ser interrogados por algún inspector fronterizo.
“Es muy rápido, para nada inconveniente”, explicó Rosendo Hernández, de Tijuana, quien realizaba un viaje para adquirir herramienta.
El gobierno no ha anunciado detalles sobre cómo serán escaneados los rostros y ojos cuando los extranjeros salgan del país, pero un funcionario dijo que la mayoría no tendrá que dejar de caminar. Los escáneres leerán desde cierta distancia documentos de viaje que traerán un microprocesador integrado y compararán la información con los registros.
“Es básicamente para verificar que la misma persona que vino a Estados Unidos es la misma que está saliendo de Estados Unidos”, comentó Joe Misenhelter, director adjunto en Mesa de Otay, el cuarto puerto de ingreso de más tránsito en el país en 2014.
A partir de febrero, los estadounidenses que se dirijan a México a pie usarán un carril aparte en ese cruce de California con escáneres que recolectan información biográfica, incluido el nombre y la fecha de nacimiento de la persona, pero no datos biométricos, dijo Misenhelter. No tendrán que detenerse si sus documentos de viaje cuentan con un microprocesador.
Corregir deficiencias. Marc Rosenblum, subdirector de Políticas de Inmigración Federales en el Instituto de Políticas de Migración, comentó que el esfuerzo busca corregir “la deficiencia más grande en todo el sistema”.
Dijo que esta estrategia “es muy importante. Lo que ellos probablemente esperan es que esto pueda ser una verificación rápida de salida que no sea enormemente cara ni que requiera de mucho tiempo para ser implementada”.
La verificación biométrica ha generado objeciones de activistas defensores de la privacidad, a quienes preocupa que las autoridades pudieran dar mal uso a la información o la hagan vulnerable al robo de identidad.
Jay Stanley, analista de políticas en la Unión Americana de Libertades Civiles, dijo que los escaneos faciales y oculares podrían servir de ejemplo para que otros países hagan lo mismo a los visitantes estadounidenses.
La evaluación también ha azuzado las preocupaciones entre los negocios y los viajeros que temen se produzcan cuellos de botella en los cruces, ya de por sí congestionados.
“Históricamente hemos controlado nuestras fronteras para las personas que ingresan, no para las que salen”, comentó Jim Williams, ex funcionario del Departamento de Seguridad Nacional que supervisó los esfuerzos para introducir la verificación biométrica en cruces fronterizos de 2003 a 2006. “Ha habido falta de infraestructura y falta de inversión”, afirmó.
Un estudio de 2006, elaborado por el Centro Pew Hispano, calculó que entre 40% y 50% de las personas que están en el país sin permiso se quedaron después de que expiró el tiempo permitido en su visa, una cifra que en general es aceptada por expertos de inmigración pero que en realidad es notoriamente difícil de definir claramente.
Entre siete mil y ocho mil peatones cruzan a diario por Mesa de Otay desde Tijuana, y ligeramente poco menos de la mitad son ciudadanos estadounidenses, dijo Misenhelter.
Varias personas que utilizaron ese cruce no objetaron el ser escaneadas.
Marta Alicia Castillo, del puerto mexicano de Ensenada, que se dirigía a un casino, dijo que el cruce con el nuevo método no representó ningún problema, pero consideró que los estadounidenses deberían aceptar que México tiene el derecho de exigir información similar de los visitantes de ese país si así lo cree conveniente.
“Si uno visita un país extranjero, ellos establecen las normas y uno tiene que obedecerlas”, señaló.