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alberto.morales@eluniversal.com.mx
Especialistas en transparencia y rendición de cuentas coincidieron en que el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) debe empezar a tener acciones sustantivas con el objeto de revisar algunos casos emblemáticos de corrupción que puedan reflejar que el sistema no es sólo parafernalia, sino que tiene capacidades en el combate a ese flagelo.
No obstante, recordaron que no se debe dejar la tarea esencial por la cual se creó el SNA, que es prevenir y combatir de raíz los problemas estructurales que generan la corrupción y la impunidad.
El director general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Sergio López Ayllón, afirma que el SNA debe tener acciones que incidan en ese tipo de casos.
“Tenemos el asunto del socavón de Cuernavaca, pero podríamos mencionar muchos otros que podrían ser objeto de una especial atención, particularmente porque la expectativa social es mucha respecto al SNA y si bien sus resultados sólo se podrán ver a largo plazo, convendría que pudieran focalizar la atención en algunos asuntos que permitieran ver cuál es la fuerza del sistema, actuando de manera conjunta”.
López Ayllón consideró que, normativamente, el SNA llega completo, pero ahora falta desplegar las diferentes etapas de la implementación.
“No será sencillo, es un sistema complejo que requerirá muchos ajustes en el camino. Ahora habrá que exigir que el comité rector del SNA fije un plan de acción y un calendario de compromisos, que esto sea público y que podamos ver cómo se van cumpliendo con las diferentes etapas que requiere la implementación”.
Fernando Nieto, ex integrante del Comité de Acompañamiento Ciudadano para la designación del Fiscal Anticorrupción, dijo que comparte la idea de que el SNA pueda incidir en ese tipo de casos, porque eso mandaría una señal poderosa y pronta de que el sistema está haciendo su trabajo.
“Probablemente los casos que más llamarían la atención en estos momentos son los ex gobernadores, el caso [Javier] Duarte, el caso del socavón, pero también es importante que no se deje de lado la parte más operativa del SNA, que es la que más trabajo nos costará desarrollar”.
Nieto insistió en que sí hay una necesidad de éxitos prontos del sistema, pero, destacó, eso no se puede hacer a costa de descuidar una política mucho más articulada, integral y amplia contra la corrupción, que no sólo incluya el castigo, sino que también prevenga y combata de raíz este flagelo. “Ese es uno de los grandes retos que tenemos”.
Khemvirg Puente, especialista en temas de transparencia de la UNAM, aseguró que el SNA debe poner la mira en casos emblemáticos de corrupción que no sólo tengan repercusiones en el ámbito institucional, sino que también la ciudadanía perciba que el sistema empieza a dar resultados.
“Los casos más notables son los de los gobernadores del PRI acusados por desvíos de recursos, principalmente el de Javier Duarte, de Veracruz; César Duarte, de Chihuahua, y Roberto Borge, de Quintana Roo.
Sin embargo, hay casos que son menos emblemáticos por su trascendencia mediática, pero que pueden ser un botón de muestra de las prácticas diarias que suceden en todo el país, como cuando se comete un acto de corrupción en la ventanilla para realizar un trámite”.
Puente dijo que ese tipo de corrupción no se habla, porque no sólo hay una acción indebida de la autoridad, sino que también son miles los ciudadanos quienes caen en esa práctica para resolver de manera inmediata su trámite.
Combate estructural, no selectivo. A contracorriente, Mauricio Merino, del CIDE, dijo que no se debe olvidar que el objetivo del SNA es atacar de raíz el problema estructural de la corrupción y la impunidad, por lo que las leyes no pueden ser selectivas y el SNA no puede ser utilizado como un circo romano para “cortar cabezas”.
“La mayor virtud del sistema es que no sólo está diseñado para perseguir personas corruptas, sino para modificar las causas que producen los actos de corrupción. Pero es tan autodestructiva la inercia política del país, que esta idea no llega a los medios y a la sociedad, porque están obsesionados con la idea de encarcelar productos, no han logrado entender que se les puede meter a la cárcel, pero si las causas se quedan intactas, la corrupción seguirá siendo sistémica”.
Merino Huerta dijo que se debe castigar de manera ejemplar a las personas que abusan de sus atribuciones o del dinero público que los ciudadanos les damos, pero también le gustaría mucho más ver cómo el SNA modifica la llegada de los servidores públicos a los puestos, que es una de las causas de la corrupción.
“Me gustaría ver un servicio profesional de carrera bien hecho; cómo el SNA modifica los sistemas de licitación pública y la información sobre las contrataciones para que en ningún lugar del país haya socavones, o cómo el sistema modifica los patrones de asignación de los programas sociales”.