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Con más horas al sol, acceso a literatura motivacional y permiso para compartir con otros privados de libertad, pero sin televisor, teléfono ni computadora, Javier Duarte de Ochoa pasa sus días en la cárcel de máxima seguridad de Matamoros, que opera en un cuartel militar de Guatemala y alberga a políticos corruptos, narcotraficantes y elementos del crimen organizado nacional e internacional.

La vida del ex gobernador de Veracruz cambió radicalmente en los últimos 75 días en ese rincón apartado de la capital, controlado por el aparato penitenciario guatemalteco y con capacidad limitada: 30 hombres y tres mujeres, aunque de alto perfil de peligrosidad y de relevancia.

“Es muy bonachón y a todo le encuentra alguna gracia. Tiene muy buen estado de ánimo”, cuenta el abogado guatemalteco Carlos Velásquez, defensor de Duarte, en entrevista con EL UNIVERSAL.

Sobre si Duarte sabe lo ocurrido a otros ex gobernadores del PRI —como Roberto Borge, de Quintana Roo (detenido el 4 de junio pasado en Panamá), y Tomás Yárrington, de Tamaulipas (capturado el 9 de abril anterior en Italia),— Velásquez sólo contesta: “No tenemos ninguna información concreta. Le hemos compartido que han aparecido algunas personas con algunas órdenes internacionales de detención”.

Narra que ningún pariente de Duarte lo ha visitado desde que fue detenido el 15 de abril, luego de seis meses en fuga y con una orden de captura por presuntos delitos entre 2010 y 2016, durante su gestión como gobernador.

Duarte tendrá un arduo trabajo este fin de semana con Velásquez y su equipo defensor: alistará su crucial comparecencia del próximo martes, a partir de las 08:30 horas locales (09:30, en el centro de México), ante el Tribunal Quinto de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente.

Ahí se debatirán las pruebas en contra del ex gobernador en su solicitud formal de extradición y cada parte presentará sus alegatos a favor y en contra, explicó el guatemalteco Juan Daniel Lemus, secretario del tribunal.

Ese día Duarte podrá “en cualquier momento” allanarse a la extradición por los presuntos delitos federales de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita o esperar al fallo del tribunal y admitir el veredicto o apelarlo en distintas instancias judiciales guatemaltecas, puntualiza. Ese mismo día el tribunal decidirá si procede o no la extradición.

El pasado martes, y en un trámite paralelo que se ventiló en el Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, de esta capital, —por seis delitos estatales en Veracruz— Duarte aceptó ser extraditado, aunque ese acto quedó aplazado porque depende del fallo del 4 de julio próximo.


¿Qué hace? Velásquez, quien casi diario visita a su cliente, compartió con este periódico algunos detalles de la vida de Duarte en Matamoros.

“Sí”, dice el abogado, cuando se le comenta que, a diferencia de la primera audiencia del ex gobernador (el 19 de abril en el Tribunal Quinto), cuando se le notó temeroso, pálido e inquieto, en la del 27 de este mes se le vio más tranquilo, seguro y confiado.

Recuerda que en la segunda quincena de abril la defensa denunció al Sistema Penitenciario de Guatemala por negarse a concederle un colchón y otros bienes a Duarte.

Tras los reclamos, “le han otorgado los espacios que necesitaba para por lo menos relacionarse con más personas y tener más tiempo de día libre en el sol, situaciones que vienen a motivar de alguna forma su estado de ánimo”, agrega. Los encarcelados en Matamoros se van alternando y están alrededor de dos a tres horas al sol “para que puedan compartir con los otros internos. Ya no está totalmente aislado”, relata.

¿Tiene acceso a teléfono, televisión y computadora?, se le pregunta.

“No tiene acceso, porque la cárcel de máxima seguridad se encuentra dentro de un recinto militar. Allí son un poco más restringidos los procesos.

“Eso sí [...],se le han conseguido algunos autores relacionados como gente de espiritualidad, gente que maneja el tema de la autoestima”, describe.

¿Hay posibilidad de que conceda una entrevista?”, se le consulta.

—Él no se ha entrevistado con ningún medio. Hemos tenido un sinnúmero de solicitudes formales, pero no se lo permite el tribunal y él no ha querido. Ha querido estar aislado para mantener su situación jurídica directamente en la defensa que hacemos.

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