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carlos.benavides@eluniversal.com.mx
La educación en México se encontraba en muy mal estado, quizá en terapia intensiva. La rectoría la tenían fuerzas ajenas al Estado, estaba en pésimas condiciones, en abandono total. Hoy, luego de una reforma estructural y con un nuevo modelo educativo, entró a una ruta que en los próximos 10 años podría acercarse a los estándares de calidad que ahora tienen naciones exitosas, asegura el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer.
Sin embargo, esta ruta enfrentará su primer gran reto en 2018, cuando un eventual cambio de gobierno podría poner en riesgo su continuidad, agrega el funcionario.
Nuño Mayer recibe a EL UNIVERSAL en el salón Justo Sierra de la SEP, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y accede a responder de manera directa todas las preguntas, con excepción de una. Evade decir claramente si mantiene o no aspiraciones presidenciales.
El secretario pone nombre y apellido a quien considera podría revertir lo alcanzado por la reforma educativa: “Andrés Manuel López Obrador”.
El proceso inició con el sexenio. Hubo una reforma, ahora se tiene un nuevo modelo educativo, ¿en qué plazo México podría aspirar a ver frutos de los cambios efectuados por esta administración?
—Esto va a ser un proceso, entonces va a empezar a haber cambios, de hecho hay cambios, tenemos maestros evaluados, tenemos, sobre todo aquí en la Ciudad de México, estructuras completas que nos permiten avanzar en el objetivo de la Escuela al Centro, en fin, pero digamos para que el sistema educativo en su conjunto pueda ver los beneficios de este modelo educativo, por lo menos será una década y me refiero a que pueda llegar a todas las escuelas para que esté bien enraizado, eso por lo menos nos tomará una década.
Usted ha dicho secretario, que se va a pasar de un modelo de memorización a uno de comprensión y racionamiento, ¿pero los maestros del país aprendieron a enseñar, es decir, están listos para enseñar a los alumnos en el nuevo modelo?
—Creo que hay algunos maestros que están listos, que son maestros muy innovadores, que tienen tácticas pedagógicas que van mucho más encaminadas al objetivo del modelo que va más allá de la memorización, y busca que los niños aprendan a aprender. Hay algunos maestros, algunas escuelas públicas que en su conjunto caminan bastante bien con ese modelo, pero la verdad es que son la minoría, y aquí el reto es capacitar a los maestros y por ellos hemos hecho un plan, una ruta de implementación del nuevo modelo educativo que de aquí al ciclo escolar 2018-2019, es una de las razones de por qué presentamos ahorita el modelo que entrará en función en su primera fase, en el ciclo 2018- 2019, tome tanto tiempo, porque nos vamos a tomar todo un año para poder dar cursos y capacitar a todos los maestros para que conozcan el nuevo modelo y, particularmente, para que empiecen o tengan una primera introducción, valga la redundancia, en las nuevas tácticas pedagógicas en esta nueva orientación pedagógica, entonces, ahí va a haber un primer avance muy importante.
Después, como lo marca el modelo, a lo largo del tiempo, todos los programas de capacitación y formación continua tendrán que ir reforzando esto para que los maestros puedan adaptar sus prácticas pedagógicas y nos mudamos a este modelo, por un lado, y por el otro, es la formación inicial, es decir, las normales, que como se contempla en el modelo, van a tener un fortalecimiento que estaremos anunciando de manera más específica más adelante en este año para que la formación inicial de los maestros esté plenamente alineada al nuevo modelo, a los nuevos planes, y de manera central la de este nuevo enfoque pedagógico.
¿Después, cómo se va a medir el éxito de este modelo, el sistema en general de este nuevo plan? ¿México deberá mejorar sus calificaciones en pruebas como PISA?
—Sin duda, pero eso va a tardar, y por lo menos va a tardar una década como lo dije en los últimos resultados que tuvimos, en eso vamos a tener que ser pacientes como país, porque la reforma va a seguir en marcha como lo esperamos, lo deseamos, el modelo también y muy posiblemente en los siguientes resultados de PISA no se vean todavía esos resultados, a lo mejor mejoramos un poco, en fin, pero todavía no van a ser de gran calado, eso es clave, porque la transformación tarda, pero sí sin duda, sí esperamos que dentro de una década más o menos los resultados de PISA empiecen a tener una mejoría sustantiva, de eso se trata, no porque tengamos que subir en PISA, sino porque PISA tendrá que estar reflejando una mejora en la calidad de la educación, que es la esencia, el objetivo central del nuevo modelo educativo.
Entre los países hay mucha diferencia en tamaños y economías, pero a naciones que han emprendido reformas de calado similar a las de México, ¿cuánto les ha llevado implementar un modelo exitoso?
—Esto siempre es un ejercicio continuo, pero de poder mejorar de manera significativa, más o menos les ha tomado una década, un ejemplo reciente es Polonia, que hizo una reforma y estableció un modelo educativo similar al nuestro, lo hicieron más o menos hace 10 años y vieron sus primeros resultados en las pruebas pasadas de PISA, no en estas últimas sino en las antepenúltimas, en donde Polonia tuvo un crecimiento muy grande, pero que se derivó de un trabajo de más o menos una década antes de conseguir esos resultados y lo mismo pasa con todos, ahora con Vietnam, que le fue muy bien, también lleva un trabajo de más de 10 años de manera muy consistente en elementos, cada quien de acuerdo con las condiciones de su país, de su cultura, pero sobre los mismos ejes, profesionalizar y mejorar a los maestros, mejorar el entorno escolar, cambiar el enfoque pedagógico, en fin, esas variantes que tiene este modelo sí son un patrón que uno encuentra de manera común en todos los sistemas educativos que han tenido éxito, claro, la manera de hacerlo, las formas, las propias instituciones, los procesos, son distintos de acuerdo a las realidades, eso es obvio, pero el objetivo está muy claro, si no se profesionaliza a los maestros, si no se tiene un enfoque pedagógico enfocado a que los niños aprendan a aprender, si no se mejora el entorno de las escuelas y no se genera más equidad en el sistema educativo, que son los pilares de este modelo, difícilmente se obtienen resultados.
¿De qué tamaño es el avance que se busca, en que condición estaba el sistema educativo mexicano?
—En pésimas condiciones, en un abandono total...
Si fuera un paciente, una persona, ¿hubiera estado en coma?
—Es difícil siempre hacer esas analogías, pero digamos que sí estaba en terapia intensiva. Los gobiernos anteriores al del presidente Peña Nieto renunciaron a la rectoría del Estado en materia educativa y eso causó muchísimos daños, lo estamos viendo, es parte de los conflictos que hoy enfrentamos, pero no sólo fue que entregaron la rectoría del Estado sino las consecuencias que eso tuvo, las escuelas abandonadas.
El abandono en infraestructura durante esos años fue gigantesco, lo cual hoy estamos intentando remontar con programas como Escuelas al CIEN, pero estaban muy deterioradas. Desafortunadamente la imagen de los maestros fue un periodo en el que por esto mismo se deterioró, al haber perdido la rectoría del Estado se perdieron muchísimos controles, entonces hubo crecimientos poco controlados de plazas que no necesariamente se fueron a las escuelas sino a otros fines.
Cuando inició la reforma educativa ni siquiera sabíamos cuántas escuelas y cuántos maestros había en el país, ese era el modelo anterior, con resultados muy pobres, medido con pruebas PISA o con las propias que se han venido desarrollando en México, entonces yo te diría que sí estábamos en un nivel de atraso de escándalo.
Hay quien piensa, bien, se hizo la reforma, hay nuevo modelo educativo, entonces, el próximo año tiene que haber resultados en PISA y todo esto. Pareciera que no hay claridad del tamaño del problema, hay como cierta exigencia de que la mejora sea inmediata. Usted está presentando ante el Congreso y otros actores políticos el nuevo modelo educativo, ¿siente que existe una comprensión de que hay que darle tiempo para que madure?
—Creo que cada vez más hay una conciencia, uno, de que veníamos de una situación francamente mala, preocupante. Segundo, porque cada vez hay una mayor conciencia de que los cambios educativos, independientemente del punto de partida, son tardados, cada vez hay más consciencia de que estos países que vemos como ejemplo en Singapur, Finlandia, Vietnam, Corea del Sur, Polonia, que hicieron reformas muy profundas, cambiaron modelos educativos y empezaron a tener resultados.
Creo que cada vez hay más conciencia de ello y espero que cada día la haya más, porque lo más importante es que entendamos, por un lado, que sí estamos frente a un cambio radical en la educación, que es fundamental, pero también que si bien todos queremos resultados lo más pronto posible, hay que ser pacientes y que para lograr las metas debemos ser muy constantes, esa es la otra clave que nos enseñan los países que han tenido éxito, sí hicieron reformas, sí replantearon sus modelos educativos, pero una vez que lo hicieron tuvieron una gran constancia y una gran disciplina para mantener la implementación de estos cambios a lo largo de muchísimos años hasta que empezaron a dar frutos.
¿Considera que el cambio de gobierno en 2018 pone en riesgo la continuidad del modelo?
—Sí, sin duda. Nosotros aspiramos a que este modelo educativo se convierta en una política de Estado, que se pueda mantener independientemente de qué gobiernos estén en turno. Esa ha sido otra clave de los países que han tenido éxito, han convertido a su política educativa en política de Estado. Sin embargo, aunque cada vez vemos más consenso respecto al nuevo modelo educativo, se ve en las encuestas en donde hay una opinión mayoritaria a favor del modelo y de que continúe, todavía no estamos en el nivel de que podamos decir que es una política de Estado, y sin lugar a dudas, si hay algún candidato que llegara a ganar en 2018 que no comparte la visión de la reforma educativa y la visión del modelo educativo, sin duda estará en riesgo.
Candidatos no hay aún, pero un aspirante presidencial, Andrés Manuel López Obrador, que ha dicho que no está de acuerdo con la reforma educativa, ¿es un riesgo?
—Efectivamente, López Obrador ha dicho que él no está de acuerdo con la reforma educativa, y habría una regresión terrible. Imagina que regresamos a un sistema plenamente corporativo y clientelar, en que regresamos a prácticas como la venta y la herencia de plazas, que se acaben las evaluaciones, que se acabe la construcción de la carrera del maestro a través del mérito, que regresemos a una organización vertical de las escuelas en lugar de caminar hacia la autonomía de gestión y la creación de comunidades de aprendizaje, que tengamos una regresión en el nuevo enfoque pedagógico. Desde nuestra óptica sería terrible y el riesgo está presente. Y no lo digo yo, López Obrador se ha encargado de decirlo, no es un secreto. Más allá de López Obrador, cuando llegue el momento de las campañas, los candidatos tendrán que ser muy claros sobre cuál es su posición respecto a esto, si darle continuidad a la reforma y al modelo, o si van a plantear algo distinto. Sin duda va a ser algo a debate y que pondría en riesgo esta reforma.
¿No cree que este es un tema tan delicado que debiera estar fuera de la política partidista y electoral?
—Me parece que eso no es posible. En una democracia, cada vez que hay elecciones, parte de lo que se pone a competir son las propuestas de gobierno, y la política educativa es parte de ese debate democrático. Me parece que sería muy complicado que la educación se pudiera hacer a un lado de esa discusión. Hay diversas visiones de los temas y nosotros, como decía, aspiramos a que este modelo se convierta en una política de Estado, pero todavía no estamos en ese punto, la mejor prueba es que está el tema de López Obrador diciendo que no está de acuerdo.
Para que esto se convierta en una política de Estado tendría que haber un convencimiento de prácticamente todos los actores políticos, yo espero que se logre, estas cosas se logran a través del tiempo, tampoco son automáticas, los países que hoy vemos con mucho éxito [en el tema educativo] tuvieron que pasar por un proceso político para que hubiera un convencimiento de que esta era la ruta y se convirtieran en políticas de Estado. Espero que lo podamos logar muy pronto, pero hoy, sí implica ese riesgo.
¿Y a usted no le dan ganas de competir por la presidencia para garantizar la continuidad del modelo?
—Mi trabajo ahorita es sacar adelante este modelo en el tiempo que le queda a esta administración, ese mi compromiso con el Presidente de la República, mi compromiso con el país. Toda mi fuerza, mi pensamiento, está en sacar adelante este modelo, que es un trabajo gigantesco, así que no tengo ocupación para otra cosa por el momento.
Pero esa no era la pregunta. La pregunta no es si lo va a hacer, sino si tiene ganas.
—Tengo muchas ganas de seguir trabajando muy duro para que en lo que esté en mis manos y mi responsabilidad este modelo, logre avanzar, afianzarse y que el presidente Enrique Peña pueda entregar en 2018 un sistema educativo radicalmente distinto a este que recibió en 2012, que estaba en muy mal estado y que pueda entregar un nuevo sistema que ya esté totalmente fuera de terapia intensiva, que esté sano y que pueda empezar a trotar para que luego pueda correr.