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Hace un año y unos cuantos días Claudia Ruiz Massieu tomó las riendas de la Cancillería mexicana: el balance que ella realiza es positivo. Asegura que entre agosto de 2015 y agosto de 2016 se vivieron “grandes momentos para la política exterior” mexicana.

En resumen, destaca las visitas de Estado como las que hicieron a México el presidente de Cuba, Raúl Castro, y el papa Francisco. Califica de histórico el viaje que el presidente Enrique Peña Nieto realizó por la península arábiga, en su calidad de jefe de Estado, a países de la región.

La secretaria de Relaciones Exteriores dice que México recibió en el último año en visitas de Estado o de trabajo a 18 dignatarios y que el Presidente realizó 23, tanto a naciones como a cumbres y mecanismos regionales o multilaterales. Destaca, por ejemplo, la Asamblea Especial de la ONU sobre drogas, en la que México pidió un enfoque más sanitario que punitivo para enfrentar el flagelo del narcotráfico. Habla también de la Cumbre de Líderes de América del Norte en la que se acordó que los mexicanos a no requerirán de visa para viajar a Canadá.

Sin embargo, Ruiz Massieu en este año también pasó por un episodio que marcará su paso por la Cancillería y que, a decir de expertos en política exterior, podría tener un costo para la relación bilateral, aunque por el momento ha tenido una alta repercusión político en el país: la reunión que el Presidente sostuvo el pasado 31 de agosto en Los Pinos con el candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.

La canciller da a entender que ella sugirió no recibir a Trump en la fecha y en las condiciones que se realizó la visita, pero que su recomendación pesó menos que las de otros miembros del equipo del Presidente y finalmente el encuentro se celebró.

Niega que haya presentado su renuncia, y considera que era necesaria una reunión con Trump, debido a que sus posturas hacia México resultan “ignorantes” y riesgosas. A diferencia de algunos expertos señala que este “episodio” no pone en riesgo la relación bilateral con Estados Unidos.

Detrás de la visita

El presidente dijo que recibió a Trump porque sus posturas son un riesgo para el país. Hoy después de su visita las amenazas continúan y ahora también la candidata demócrata, Hillary Clinton, está molesta por el trato otorgado a su rival. Gane quien gane, el escenario para México pinta mal. ¿Qué opina?

—Desde hace un año se desarrolla una actividad muy intensa en Estados Unidos para reforzar nuestro diálogo con todos los actores relevantes en todos los niveles, para informar de la importancia de la relación bilateral, sobre lo que significa esta relación para Estados Unidos y los enormes beneficios que este modelo de integración que hemos construido tiene para la población estadounidense.

También para hablar de las contribuciones de nuestra comunidad al desarrollo económico y cultural de ese país y para seguir trabajando con nuestra comunidad para que esté cada vez más empoderada.

En el plano político, hemos tenido reuniones con actores del Partido Republicano y del Partido Demócrata; ha sido un despliegue y una estrategia cotidiana de difusión, de información, de promoción y protección por parte del gobierno de México. En ese sentido, el presidente de la República decide mostrar la disposición que tiene de dialogar con ambos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, para hablar de la relación bilateral y sobre el punto de vista de México, de cuál es nuestro futuro compartido y cuáles son las preocupaciones que tenemos para el futuro y que debemos de abordar de una manera más profunda.

En el caso del candidato republicano [Donald Trump], se vuelve de mayor relevancia que el Presidente le pueda plantear de viva voz algunas de estas cuestiones, toda vez que la candidata demócrata [Hillary Clinton] tiene una trayectoria y mucha experiencia en el servicio público, un gran conocimiento sobre la relación bilateral, aprecio por México y una visión muy clara de los estratégico que resulta trabajar juntos y de manera coordinada para enfrentar los retos que tenemos.

Sobre todo, para aprovechar las oportunidades que nos plantean los siguientes años; el candidato republicano ha mostrado a lo largo de estos meses muy poco conocimiento, francamente ignorancia de lo que somos, de lo que significa la relación bilateral y respecto de las contribuciones de los mexicanos a Estados Unidos.

El Presidente muestra su disposición a ambos equipos de campaña y se da el encuentro que todos conocemos. Pero yo quiero decir algo muy importante: La relación de México con Estados Unidos es madura, multidimensional y trasciende coyunturas o episodios específicos.

La relación trasciende a los gobiernos porque está fincada en un entramado de acciones y relaciones cotidianas entre nuestras comunidades empresariales, entre los millones de mexicanos y de estadounidenses que viven en México y Estados Unidos, que trabajan en México y Estados Unidos, en una dinámica de frontera vista como un punto de encuentro en el que 14 millones de seres humanos en los 10 estados fronterizos —seis en México y cuatro en Estados Unidos— que integran la región de frontera y que día a día construyen futuro con una visión binacional y de integración. Esa es la relación que trasciende coyunturas y que tiene una visión de largo plazo.

¿Y esa relación no se pone en riesgo gane quien gane?

—Esta relación es tan importante, tan estratégica para ambos países y construida a partir de múltiples actores y dimensiones, que es una relación que no se pone en riesgo por un solo episodio o por una coyuntura; trasciende a la elección.

¿Después de la elección en Estados Unidos ni Hillary Clinton, ni Donald Trump podrían cambiar el rumbo de la relación?

—La candidata Hillary Clinton es una mujer, como he señalado, que tiene una gran experiencia, además de admirable por su trayectoria, por su capacidad y por su compromiso. Es una mujer que conoce muy bien la importancia de la relación México-Estados Unidos y que valora, y así lo ha demostrado, que no solamente conoce la contribución de la comunidad mexicana y mexico-estadounidense al desarrollo de Estados Unidos, sino que es una mujer que ha planteado la importancia de una reforma migratoria integral, la importancia de seguir construyendo oportunidades de crecimiento y prosperidad compartidas.

Estamos seguros, así lo hemos palpado y recogido en un año de diálogo constante entre distintos actores del Partido Demócrata, de que comparten esta visión que nosotros tenemos de que Estados Unidos y México juntos pueden construir más oportunidades y mejores cosas.

En el caso del Partido Republicano también hemos sostenido múltiples encuentros con miembros de todos los niveles, desde Paul Ryan, líder de la Cámara de Representantes, hasta distintos gobernadores en diversos estados y hemos recogido también esta visión de que juntos podemos construir mayores oportunidades.

En el caso del candidato Trump, es claro que muchas de sus posiciones no sólo nos ofenden, sino que representan una amenaza a la visión que tenemos de la relación bilateral y de la región de América del Norte. Por eso es, si cabe, más importante que él y su equipo conozcan lo que esta relación significa, lo que aporta y lo que entraña para el futuro de los tres países que integramos la región de América del Norte, pero también para la relación bilateral.

Entonces, ¿desde su punto de vista no fue un error invitar a Trump?

—Desde nuestro punto de vista, privilegiar el diálogo nunca es un error. Sin duda, este encuentro tuvo resultados que no eran los que hubiésemos querido. Nosotros buscábamos propiciar la oportunidad —que se logró— que de viva voz el Presidente de los mexicanos le pudiese plantear a este candidato en particular la ofensa y el agravio a nuestro país por sus manifestaciones a lo largo de estos meses. El Presidente le planteó de manera directa que México no considerará nunca pagar por un muro, porque no es consistente con la visión que tenemos.

¿No hubiera sido mejor dejar la visita de Trump para cuando estuviera confirmada la de Clinton?

—El Presidente extendió esta disposición de tener un encuentro directo con ambos. El candidato republicano, Donald Trump, reaccionó de manera muy rápida diciendo que tiene interés. Nosotros, por parte de la campaña demócrata, con la que mantenemos una relación y un diálogo fluido a distintos niveles, entendemos la decisión que toma el equipo de Clinton de determinar en un futuro el momento propicio para que se pueda continuar con una conversación que ha sido fluida.

En 2014 el Presidente se reunió con la [entonces] secretaria Clinton e iniciaron una conversación.

¿Después de la vista de Trump usted o el Presidente han tenido oportunidad de hablar directamente con la candidata?

—No.

¿El Partido Demócrata o alguien de la campaña de la señora Clinton les ha hecho saber que hay molestia por la recepción a Trump?

—El diálogo, tanto con los demócratas como con los republicanos, no se enmarca en calificativos respecto de decisiones; se enmarca en una visión compartida de que tenemos una relación bilateral que es importante y estratégica para ambos países.

Insisto, la relación no se define ni se agota en coyunturas específicas o en episodios concretos, sino que se construye a lo largo del tiempo.

Canciller, ¿usted estuvo de acuerdo en que viniera Trump a México?

—En su momento planteé mi punto de vista respecto de considerar el momento y las condiciones de ese encuentro. Sin embargo, como en cualquier equipo hay distintas opiniones que se escuchan y cuando se toma un decisión es la responsabilidad y la obligación de todos los integrantes asumir esas decisiones en unidad y con un sentido institucional e instrumentarlas.

¿Y su recomendación iba de acuerdo con el momento en que se dio la reunión con el candidato?

—Yo planteé la pertinencia de valorar el momento y las condiciones de esta visita. Insisto, como en cualquier equipo puede haber multiplicidad de opiniones y si la tuya no es la que prevalece no importa, es una decisión que se asume como equipo, que se instrumenta con responsabilidad y con un sentido de unidad.

¿La suya no prevaleció?

—Se escucharon distintas opiniones, se tomó una decisión y en ese sentido, como parte del equipo, con toda responsabilidad los asumí con un sentido de unidad.

¿En materia de política exterior, no debieran tener mayor peso las recomendaciones de la canciller sobre las de los demás miembros del equipo del Presidente?

—Yo expresé mi punto de vista y se valoró tanto mi opinión como otras opiniones. El Presidente de la República toma una decisión y con toda responsabilidad, como miembro del equipo, yo y el resto del gabinete de gobierno asumimos esa decisión y la instrumentamos en la medida de nuestras responsabilidades y capacidades.

¿Es cierto que usted pensó en renunciar después de la visita?

—Yo no presenté mi renuncia.

¿Lo pensó?

-No presenté mi renuncia porque entiendo que no siempre puede prevalecer el punto de vista que se plantea y que como parte de un equipo hay que asumir las decisiones que se toman e instrumentarlas. Además, porque tengo una enorme responsabilidad con el Presidente y con el pueblo de México, en razón de la tarea que me ha sido encomendada. Hoy más que nunca la Cancillería está volcada en trabajar en Estados Unidos para que nuestra comunidad se pueda empoderar más y para difundir en el pueblo estadounidense este diálogo que tenemos de los beneficios de nuestra relación, de por qué es importante para ellos y de cuáles son los beneficios que esta dinámica entraña para ellos, de por qué es una relación que hay que privilegiar y hay que cuidar que sepan cuáles son las aportaciones de nuestra comunidad en Estados Unidos.

Andrés Manuel López Obrador ha dicho que buscará la Presidencia por el partido Morena. ¿Qué pensaría el gobierno mexicano si el presidente Barack Obama lo recibiera en la Casa Blanca para hablar de temas de la relación bilateral? ¿El gobierno de México se ofendería si eso sucediera?

—El gobierno de Estados Unidos toma sus decisiones respecto de los vínculos de diálogo que pueda tener con cualquier actor de cualquier país, así como la elección es un tema que compete exclusivamente al pueblo de ese país y no a nosotros; yo no tendría que opinar de una situación hipotética como esa.

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