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horacio.jimenez@eluniversal.com.mx
Federico Döring acepta el interés por ser el próximo presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Cualquier legislador, dice, que sea honesto, no puede negar ese sueño. No ve una fractura en la bancada por el cargo, que su fracción prevé ocupar a partir de septiembre, y pide aceptar la definición con madurez.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Döring Casar dice que no tiene una ambición personal y si no es elegido aceptará la decisión del presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, en acompañamiento del coordinador parlamentario, Marko Cortés.
Presume sus 16 años como legislador y como vicecoordinador e integrante de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) de San Lázaro. No tiene vetos, dice, por lo que confía en un respaldo del PRI y del PRD, pues esta posición requiere de un gran acuerdo político.
Afirma que es una “calumnia” el que hayan asegurado que tiene un pacto con el gobernador de Puebla y aspirante presidencial, Rafael Moreno Valle, y acusa que hay panistas, sin fuero y externos, que buscan “desestabilizar” y “confrontar” a la bancada, pues actualmente no hay fracturas, ni campañas internas para buscar el cargo.
Puntualiza que la posición de la Mesa Directiva es un puesto estratégico para el apuntalamiento de la agenda del blanquiazul en el Congreso, con la necesidad de tener buena interlocución con el PRI y el PRD.
Define que en este momento no le interesa la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero si la nueva Constitución de la CDMX le quita las ataduras al cargo y ofrece más herramientas, “quizá tenga la aspiración”.
¿Le interesa la Mesa Directiva?
—Para cualquier legislador es una aspiración natural, pongo el ejemplo de Silvano Aureoles, dejó la coordinación del PRD a cambio de presidir la Mesa. Ésta representa algo icónico en el sistema parlamentario del país.
Entonces… ¿sí le interesa?
—Yo tengo una carrera parlamentaria que ha alcanzado 16 años y es algo con lo que un legislador te dirá: que sueña o tiene esa aspiración. No es una ambición personal, pero un parlamentario que diga que no tiene el sueño de presidir la Cámara en la que trabaja, me parece que está faltando a la verdad.
Dicen que usted es el elegido...
— Es una decisión que propone el PAN y que reviste un acuerdo con otras fuerzas políticas, la decisión la construye Ricardo Anaya, junto con el diputado Marko Cortés, pero es una posición de Cámara. Si recibo la confianza, espero tener el respaldo de otras fuerzas políticas, es una decisión no menor porque la Jucopo no la va a encabezar el PRI el segundo año y requiere una buena coordinación entre la presidencia de la Mesa Directiva con una buena interlocución y de acuerdo con quien encabeza la Jucopo, que será el PRD, y con el PRI, que es quien tiene el voto ponderado en la junta y puede hacer o deshacer los acuerdos.
¿Cómo se siente con el PRI y el PRD?
—Me siento tranquilo. Marko Cortés y Ricardo Anaya depositaron en mí la confianza para la labor de acompañamiento en la Jucopo, el saldo legislativo es bueno, no hemos tenido ningún desencuentro, pues no hemos sido factor de ninguna crisis, de división y podría tener, más que respaldo, cuando menos, no vetos o rechazos de las fuerzas parlamentarias más allá del PAN.
¿No tiene padrinos entonces?
—Tengo claro que la decisión la toma el presidente del partido con el acompañamiento del coordinador del grupo parlamentario; entiendo que el Comité Ejecutivo Nacional ha hecho sondeos sobre la viabilidad de algunos perfiles, pero esto no es un asunto de campaña. Le di mi palabra a Marko Cortés y la he honrado de que no iba a hacer promoción personal en el grupo porque no se trata de una contienda al interior, se trata de ver a quién se le deposita la confianza, porque hay buenos perfiles y distintas opciones.
¿Cómo ve a sus compañeros que también aspiran a la presidencia?
—Tengo buena relación con ellos y tienen probada experiencia, habían sido legisladores anteriormente. Más allá del perfil, de la decisión estratégica que se tome en función de talentos que pueda tener un perfil respecto de otro, todos tienen experiencia y saben hacer un buen trabajo legislativo.
¿No ve una fractura?
—No la veo porque en esta ocasión, cuando menos yo he hecho la parte que me toca, me comprometí con Marko Cortés de no promoverme, no van a encontrar un diputado o diputada que le invité un café, que le he llamado o tratado de cabildear, en la medida en que alguien asuma con madurez que es una decisión que toma el presidente del partido junto con el coordinador y se vea de manera institucional, se preservará la estabilidad que tiene el grupo parlamentario; pero no verlo así, sería una lucha y una cruzada personal.
¿Ve una campaña de parte de sus otros compañeros que sí aspiran?
—No, yo veo a río revuelto ganancia de especuladores… hay muchos que ni siquiera son legisladores federales, no tienen vela en el entierro y los que más grilla están echando son panistas que buscan la confrontación en el grupo parlamentario, pero no tienen fuero y eso me parece poco ético, que alguien que no tiene fuero y que no forma parte del grupo sea quien pudiera tener el interés de andar filtrando calumnias y mandando una señal de “supuesta” confrontación entre legisladores. Yo comí el miércoles pasado y estaban ahí Eukid Castañón en una mesa, Jorge Triana en otra y casi acabamos comiendo en un mismo restaurante todos los aspirantes y ninguno estaba viendo el tema de la Mesa Directiva, te da una idea de que los legisladores estamos tranquilos.
¿Ve la mano de panistas externos para desestabilizar a la bancada?
—No puedo negarla, algo tan mezquino como la calumnia de inventar algo puede haber distintas interpretaciones de cómo se resolverá el proceso, pero ya llevarla al dolo de inventar un supuesto acuerdo, ni siquiera puede tener el contexto de ayudarle a alguien porque es abiertamente indefendible. La pregunta es: ¿Quién tiene la intención de generar discordia? Panistas que no quieren que el grupo tenga estabilidad o panistas que no están inmersos en el grupo y quieren que se perciba que el PAN no está unido. Ricardo Anaya tiene un partido más unido que el que recibió, habrá quienes no quieren que el PAN se perciba cohesionado.
¿Cómo es su relación con Anaya?
—Nos conocimos hace muchos años, él era el particular del [entonces] gobernador [Francisco] Garrido en Querétaro, la primera vez que fui diputado federal, él tenía 21 años y desde entonces tenemos una amistad.
¿Por esta relación no habría dados cargados?
—No, creo que sólo tengo el privilegio de conocerlo desde hace mucho.
¿Aceptará la decisión aunque no sea el elegido?
—La aceptaré tan incondicionalmente como le di mi palabra a Marko Cortés de no moverme dentro del grupo parlamentario, si no tuviera la madurez no habría honrado mi palabra.
¿Qué representa la Mesa Directiva?
—Tengo la conciencia de que la decisión que tome Anaya y esa confianza depositada, tiene que estar muy claro de que no es una posición para lucimiento personal, ni vocería para el PAN, es una posición estratégica para el apuntalamiento de la agenda del partido en el Congreso, pero con una necesidad de poderse coordinar con el PRD, a través de la Jucopo [porque de ahí sale el orden del día] y en una conformación donde el PRI puede quitar y poner temas en el día.
¿Le interesa la jefatura de Gobierno de la CDMX en 2018?
—Más allá de que me interese, el partido no debe cometer el error de postular candidatos externos, no puede aspirar en esta ciudad tan fragmentada electoralmente a no correr con un cuadro propio, tenemos panistas que han manifestado la inquietud y que no se lo han permitido. El PAN debe empezar a apostar por sí mismo y ahora que está una posibilidad real de aspiración a la Presidencia se tiene que ver fortalecido con una candidatura que acompañe la nominación presidencial.
¿Quiénes han levantado la mano?
—José Luis Luege, las senadoras Mariana Gómez del Campo y Gabriela Cuevas, yo nunca lo he externado, pero depende cómo quede la reforma política a través de la Constitución de la Ciudad de México, nunca me he apuntado a jefe de Gobierno porque es un cargo que no tiene facultades y si fuese alcalde sería frustrante por todo lo que no puede hacer, porque la ley no lo permite. Si la Constitución de la CDMX hace que los gobiernos sean más cercanos, eficaces y con mejores herramientas, pues quizá tenga la aspiración, pero no lo es en este momento.