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El Congreso de la Unión es la plataforma ideal para que los políticos hagan carrera y salten a las gubernaturas. Esta elección no fue la excepción. De los 12 gobernadores electos, ocho son legisladores con licencia, de ellos, seis son senadores y dos diputados. Es normal, así como ocurre en otros países, que el Congreso de la Unión sea un semillero, pues tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la República adquieren fogueo y los vuelve más competitivos para buscar cargos de elección popular y, en algunos casos, ganarlos, coinciden especialistas.
Sin embargo, dicen que las herramientas que adquieren como legisladores les dará experiencia política, pero eso no garantiza que tengan buenos gobiernos.
Para el investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente, una de las principales características de las Legislaturas es reclutar liderazgos políticos, que ahí se entrenen y adquieran habilidades para saltar a otro cargo de elección popular.
Explica que es normal que los políticos con ese rasgo de “ambición progresiva”, después de ocupar un cargo legislativo busquen otros puestos con los que puedan seguir ascendiendo en su carrera.
“Es de lo más natural que los políticos busquen otros cargos para continuar su carrera ante la imposibilidad, por el momento, de reelección”, asegura Puente.
El especialista en temas legislativos, Fernando Dworak, señala que pasar por el Congreso les da a los políticos cierto grado de conocimiento y los hace más competitivos, “es una guía tener una carrera parlamentaria”.
Agrega que es muy común, casi en cualquier país democrático, que los órganos legislativos sean lugares donde realmente se formen las élites políticas, y es una de las tantas vías para llegar al poder.
“En sistemas presidenciales y federalistas un político sabe que no va a llegar de la nada a ser gobernador o presidente, tiene que hacer una carrera política y trayectoria. En México se abren muchas vías para lograrlo, una de ellas es tener un camino parlamentario y/o complementarlo con cargos en las administración pública local”, comenta.
El académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Guillermo Cejudo, opina que el Congreso se ha vuelto una manera de hacer trayectoria política y da ciertas ventajas a la hora de gobernar, pero no asegura que los ex legisladores vayan a ser mandatarios eficientes y que resuelvan todos los problemas de un estado.
“El legislativo es un buen momento en la carrera para construir candidaturas y ganar elecciones, pero no es garantía de un gobierno eficaz y competente”, afirma.
Perdedores regresan
Del PAN en el Senado, ganaron Martín Orozco en Aguascalientes; Rosas Aispuro, Durango; Javier Corral, Chihuahua; Antonio Gali, Puebla. De la Cámara de Diputados quedó Miguel Ángel Yunes Linares, en Veracruz.
Del PRI en el Senado ganaron Omar Fayad, en Hidalgo, y Alejandro Tello, en Zacatecas, mientras que de San Lázaro, Quirino Ordaz Coppel triunfó en Sinaloa.
De los 78 candidatos a gobernador durante las campañas de 2016, 20 provenían del Congreso de la Unión: 13 del Senado y siete de la Cámara de Diputados.
Los perdedores del Senado son siete: Benjamín Robles Montoya, del PT (Oaxaca); Adriana Dávila, del PAN (Tlaxcala); Lorena Cuéllar, del PRD (Tlaxcala); Martha Palafox, de Morena (Tlaxcala); Blanca Alcalá, del PRI (Puebla); Héctor Yunes, del PRI (Veracruz), y David Monreal, de Morena (Zacatecas).
Los diputados con licencia que no ganaron son cinco: José Antonio Estefan Garfias, candidato a Oaxaca, aunque al inicio de la Legislatura era del PRI; Cuitláhuac García, de Morena, Veracruz; Abdies Pineda, del PES; Gustavo Adolfo Cárdenas, de Movimiento Ciudadano, y Baltazar Hinojosa del PRI, los tres de Tamaulipas.
Senado, la catapulta mayor
El hecho de que haya más senadores en el cargo de gobernador, tiene su lógica, explica el académico universitario Puente. “Antes los políticos concluían su carrera en la Cámara Alta, y a partir de que hay más competencia y pluralidad, los políticos ahora son más jóvenes, pero ya con experiencia, por lo tanto empiezan a ocupar lugares en el Senado”, y de ahí siguen su trayectoria.
En San Lázaro no es lo mismo, pues el periodo es muy corto: tres años, por lo que su proyección temporal es menor, agrega.
Para Dworak, los senadores atienden una base poblacional que coincide con el número de habitantes de un estado, mientras que los diputados, al menos nominalmente, representan a un distrito, por lo que el trabajo para posicionarse es más arduo.
Guillermo Cejudo explica que el proceso de elección a senador da ventaja a los políticos para sumar herramientas en su búsqueda de la gubernatura, pues hacen campaña en todo el estado al que pertenecen, eso les da experiencia previa para hacer proselitismo a nivel estatal.
En cambio, los diputados, añade, tienen un instrumento distinto, que es la incidencia en el presupuesto de las entidades, además de aprobar ciertos fondos. Con ello, explica, tienen la posibilidad de llevar obra pública a los distritos que representan.
“Eso les da dos cosas: una plataforma de negociación entre actores locales y visibilidad pública frente a las élites partidistas nacionales y a los posibles electores”, argumenta Cejudo.
De legislador a gobernador
Para Cejudo, el paso por el Poder Legislativo da dos ventajas a la hora de administrar una entidad: las redes que han construido con el gobierno federal y el conocimiento de la leyes y las reglas para asignar el presupuesto, aunque, advierte, es una forma de operar distinta.
“Eso no es garantía de competencia, ni garantía de eficacia, simplemente tienen habilidades diferenciadas de la administración al final del camino; lo que los llevará a tener buenos gobiernos será la capacidad de construir burocracias competentes, equipos eficaces y honestos”, considera el experto.
De los ocho gobernadores, Cejudo visualiza dos tipos de perfiles, aquellos que han tenido una trayectoria legislativa y de vida partidista, “en ese modelo estaría Javier Corral”, y quienes han tenido experiencia ejecutiva, ya sea en el ámbito federal o como presidentes municipales.
El analista y consultor político Dworak considera que la calidad de sus gobiernos debe ser analizada por los electores, “pero de manera automática no hay nada que garantice” que vayan a tener buenos resultados como al frente de una administación estatal.
Expresa que en el caso de los gobernadores electos de Veracruz e Hidalgo, Miguel Ángel Yunes Linares y Omar Fayad, respectivamente, tienen la ventaja y el plus de haber presidido las Comisiones de Seguridad, el panista en la Cámara de Diputados y el priísta en el Senado. Eso, añade el especialista, les podría dar más herramientas para implementar estrategias en sus estados, los cuales presentan problemas en el tema de seguridad.
A Rosas Aispuro, del PAN, Dworak le augura un buen gobierno en Durango, pues estima que es quien tiene una trayectoria más completa, ya que además de ser senador en la LXIII Legislatura, fue presidente municipal y ha hecho carrera local, lo que le ha permitido conocer la problemática de su entidad.
En cambio, sobre Javier Corral el especialista pronostica que su gobierno en Chihuahua no será tan exitoso, debido a que el panista siempre ha estado en el Congreso y se ha especializado en temas más nacionales, como el de telecomunicaciones, que locales.
Peso político
En el “priísmo clásico” había una presencia muy marcada de gobernadores que habían tenido una carrera construida en el Ejecutivo, en el ámbito federal, describe Guillermo Cejudo.
Es hasta la década de 1990 que esta tendencia comienza a cambiar, cuando los legisladores ganan mayor autonomía, presencia política y se vuelven actores preponderantes dentro de sus partidos políticos.
“[Los senadores y diputados] empezaron a ser figuras con peso político propio, cuya presencia en el Congreso les servía no sólo para incidir en la política nacional, sino también para tener efectos políticos en sus estados de origen, ya no eran agentes que respondían a los intereses del Presidente o figuras testimoniales”, expresa.
Al paso de los años, los legisladores adquirieron más influencia en sus partidos, detalla Cejudo, eso les dio ventaja en las nominaciones para los cargos de elección popular, así como el manejo del presupuesto para construir una presencia local y gestionar obras.
“Todo ello permitió a los legisladores ser más visibles y obtener más prestigio en los estados”, apunta el experto.
Dworak recuerda que ni Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, ni Ernesto Zedillo pasaron por el Congreso. “El primer Presidente en tener carrera parlamentaria fue Vicente Fox”.