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En su búsqueda por continuar movilizados en contra de la reforma educativa, pero también para conservar sus empleos, profesores que están en el plantón de la Ciudad de México dicen no preocuparse por las notificaciones de cese emitidas por las secretarías de Educación de Michoacán, Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

La estrategia es que no se darán por aludidos de sus despidos mientras no reciban sus notificaciones en la mano y no sea personal de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de sus entidades quien se las dé.

El organismo reporta que más de 4 mil 300 profesores que participan en el paro nacional indefinido de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) serán cesados por ausentarse cuatro días de clases en un periodo de 30 días; sin embargo, en el plantón de la Plaza de la Ciudadela, en la Ciudad de México, persiste la idea de que si los docentes evitan ser notificados, entonces mantendrán a salvo su empleo.

Los profesores se mantienen en el plantón, como Juan, de la región de Apatzingán, Michoacán, quien ayer cumplió 15 días de permanecer en el campamento. Dijo que forma parte del equipo que se encarga de la cocina y el comedor comunitario. Ahí reúne víveres y con sus compañeras prepara desayunos, comidas y cenas. Además, administra una regadera localizada en la misma carpa que la cocina de los que vienen de Apatzingán.

Juan está tranquilo. Asegura que a pesar de sus 26 días de no presentarse a dar clases no ha sido notificado del cese, por lo que piensa que cuando termine el paro y pueda regresar a Apatzingán, su trabajo como profesor de multigrado de preescolar lo estará esperando. “No me he dado cuenta de si estoy cesado o no, pero no les crean. Los maestros de Michoacán estamos en el plantón desde el día 15 [de mayo] y no les tenemos miedo: que vengan los ceses y los descuentos. Es un paro total, las escuelas están cerradas, esas notificaciones que ellos llevan no sé cómo las entreguen, van y las dejan por ahí y uno se entera por los vecinos”, dijo.

Mientras que el profesor Bernardo (maestro rural de educación indígena) está convencido de que sus 16 años de carrera en la sierra oaxaqueña lo protegerán del despido. Se siente orgulloso de sus estudiantes, la mayoría monolingües (que sólo hablan zapoteco, su lengua materna), él les ha enseñado a leer y escribir en castellano comunicándose con ellos en su lengua y diseñando estrategias. Llegó el martes al plantón en la Ciudad de México; se regresará el viernes.

“Se ha visto que las notificaciones han llegado por otros medios, por personas que nada tienen que ver, por ejemplo, taxistas, no puede ser así. Tiene que ser una persona oficial quien llegue y platique con las autoridades para notificar al docente. Si viene una persona ajena, no puedo recibirla [la notificación], simplemente no lo hago y punto, se acabó, porque al recibirla tengo que firmar, no firmo ni recibo nada”, señaló.

Los profesores han tenido que instalar sus baños públicos sobre alcantarillas, a las cuales les echan cal; se bañan en una cabinita elaborada con palos de madera y plásticos en uno de los jardines de la Plaza de la Ciudadela. Obtienen agua para cocinar y lavar de las tomas localizadas en la plazuela, así esperan resistir en este paro, a pesar de que la Ley General del Servicio Profesional Docente establece que si existen causas justificadas para sancionar a los maestros, la autoridad educativa deberá notificarles y darles un plazo de 10 días hábiles para que reúnan pruebas, le presenten su caso y se defiendan; la autoridad tendrá otros 10 días hábiles para analizar la situación y resolver.

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